NOTA MUY IMPORTANTE DE LA AUTORA:
Holaaaa monstruas.
A ver debo informales algo referente a esta historia. Ahora mi vida ha estado muy ocupada, como muchas saben estoy escribiendo otra historia titulada: “Tu Eres Mi Perdición”. Así que se me hace muy complicado escribir dos historias a la vez (Además de tener que lidiar con la universidad) así que he decidido tomar una decisión la cual es terminar primero el libro ya mencionado y luego retomar esta. Quiero que ustedes lean un trabajo de calidad y siento que no tengo el tiempo para perfeccionar lo que escribo. Dicho esto espero que me apoyen y no sé preocupen porque espero pronto volver a escribir sobre estos hermanos.
Les dejo un Mini Adelanto.
Sé despide la Monstrua Mayor.
PD: No leemos en un tiempo.
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Narrado por Dylan Peterson:
No puedo creer lo que estoy haciendo solo para que mis abuelos no se enteren de lo que vio esta chica ayer en la noche. La verdad es que no quiero ser amigo de la sirvienta de la mansión, eso nunca, pero todo el día he pensado en el escándalo que conllevaría que mis abuelos se enteren de que casi tengo sexo en la cocina de su casa, sé que mis padres me lo reprocharían por todo la vida.
<<Dylan, de verdad fuiste a la casa de tus abuelos a tener sexo cuando en realidad lo que deberías estar haciendo es obtener las mejores calificaciones>>, estoy seguro de que esas serán las palabras de mi padre, mientras me mira con todo la desaprobación del mundo.
“Hombre hielo” ese sobrenombre me parece tan mediocre e inmaduro. No sé que tiene que ver eso conmigo, pero simplemente no se lo puedo decir ya que quiero que piense que soy “Una buena persona.
Por eso he fingido que estaba afectado por Diego y todo eso. Quiero que ella piense que no soy una persona tan mala y así no hable sobre lo que vio. Si, una de mis cualidades es que sé fingir muy bien y más cuando es para mí conveniencia. La verdad es que ya he hablado con Diego, él esta con unos amigo y me ha informado que más tarde vendrá a hablar con mis abuelos para pasar unan parte de sus vacaciones aquí.
Sabía que esta chica sería fácil de engañar. No tenía previsto traerla a la universidad, pero cuando pregunto sobre la promesa que hice tuve que evadir esa pregunta y ahora me encuentro conduciendo hacia la universidad con ella a mi lado. Jamás he llevado a una chica a la universidad y odio que a la primera que lleve sea a una simple empleada.
Con fuerza tomo el volante de mi auto, apretando mis dientes.
No debes volver a tener sexo en la casa de tus abuelos, me repito una y otra vez con mi mirada fija en la carretera
─ ¿Entonces…te gusta el pan? ─la voz de ella rompe el silencio que hay en el auto.
Giro mi cabeza para mirarla, frunciendo mi cejo.
─ ¿Disculpa?
Ella se mueve incomoda en su asiento, noto como sus mejillas se ruborizan.
─Bueno, ¿Qué…que si te gusta el pan? ─vuelve hacer la misma pregunta pero esta vez en voz más baja. Poso mi vista en la carretera, apretando mucho más el agarre que tengo en el volante. ─Es una pregunta fácil de responder…solo debes decir sí o no.
En este momento quiero detener el auto y pedirle que se baje, eso es lo que quiero
¿Quién en su sano juicio hace una pregunta cómo esa?
Suspiro ─considero que a todo el mundo le gusta el pan ─me da costado dejar que esas palabras salieran de mis labios, si me r4eputacion no estuviese en juego nunca fuese respondido esa pregunta.
Ella se ríe ─tienes razón, es como el plato típico mundial ─replica.
Muerdo mi labio sin poder creer lo que me estoy obligando a escuchar. Todo vuelve a quedar en silencio y lo agradezco.
─ ¿Qué promesa hiciste, Dylan? ─sus pregunta, hace que al instante mi cuerpo se tense. A mi mente llegan esos recuerdos de la promesa que hicimos mis hermano y yo, esos recuerdos de los inocentes que éramos y en lo que nos hemos convertido hoy en día, esa promesa que deseábamos cumplir pero muy en fondo de nuestro interior sabíamos que eso no sucedería. No fue una promesa, solo fue una pequeña esperanza que teníamos de evitar el futuro que ya veíamos venir.
Trago saliva ─ninguna
Escucho que ella exhala ─noto que no te gusta hablar de eso, pero quiero que sepas que si algún día lo quieres hablar yo estaré para escucharte. Soy muy buena oyente.
Créeme que si algún día quisiera hablar fueras la última persona a la que buscaría.
─Seguro.
Cuando llegamos a la universidad, aparco mi auto con rapidez, deseando que ella solo abra la puerta y se baje de mi auto.
─Oye, gracias por traerme ─anuncia.
Me encuentro con el verde de sus ojos pero al instante dejo de mirarla. Esta mañana sentí un extraña sanción de quererla besar, y aun no entiendo el porqué, supongo que es por mis descontroladas testosteronas.
Aclaro mi garganta ─de nada ─vuelvo a posar mi mirada en sus ojos ─, gracias a ti por escucharme ─miento.
Ella se zafa del cinturón ─ya sabes que me encanta escuchar ─me recuerda.
Si eso ya lo note.