Mi Dolor De Cabeza [dolor #1]

Capítulo XVI

Narrado por Anais Reber:

No puedo controlar mis manos, tiemblan y no entiendo muy bien el porqué. Nunca me había sucedido esto.

Siento como la hija de la señora Alicia me fulmina con su mirada.

— ¿Por qué has dejado caer el jugo encima de Dylan? —me pregunta, su voz es completamente fría y autoritaria. Al escuchar eso levanto mi mirada para encontrarme con sus penetrantes ojos azules.

Niego con mi cabeza —no lo sé…

— ¿Te gusta mi hijo? —me interrumpe levantado su ceja derecha.

Lamo mis labios —No —respondo, pero mi voz no es tan firme.

Ella al escuchar mi respuesta se ríe sonoramente, es una risa irónica.

—Te gusta Dylan —me mira de pies a cabeza y se cruza de brazos —, lamentablemente mi hijo nunca se fijaría en alguien como tú. Es un hombre bastante exigente y créeme que tú eres muy poco para él.

Mi sangre comienza a hervir de una manera impresionante. Trago saliva para evitar decir los insultos que tengo en la punta de mi lengua.

—Creo que está equivocada, señora —replico, apuño mi mano derecha, mis uñas se entierran en la palma de mi mano y eso hace que sienta un hormigueo.

Ella baja sus brazos y se acerca más a mí.

—Dylan a lo largo de su vida ha tenido a la chica que ha querido, unas más hermosas que otras —toma su cabello y lo arregla —. Así que no te hagas ilusiones, solo eres una simple empleada y Dylan será uno de los empresarios más reconocidos del mundo ¿Crees que se fijaría en ti?

Le sostengo la mirada, sus palabras no me afectan en lo absoluto. Estoy consciente que solo soy una empleada y estoy orgullosa de serlo, porque a lo largo de mi corta vida he sabido ganarme lo poco que tengo y eso me hace feliz.

No puedo seguir conteniendo mis palabras, necesito poner en su lugar a esta mujer.

—Sus hijos son muy atractivos, eso es verdad —le sonrió con sarcasmo —, pero eso no quiere decir que todas las chicas se pondrán a sus pies, yo por ejemplo tengo cosas más importante en que pensar —ella abre la boca para hablar pero yo no dejo que diga una sola palabra más —. Soy una empleada, pero déjeme decirle que tengo mucha más educación que usted y sus hijos —la mira con desprecio y ella parece sorprenderse.

Me giro en mis talones para desaparecer de su vista, pero su voz me detiene.

Hablaré con mis padres para que te despidan —comenta con sonar.

La realidad me golpea de golpe, la señora Bárbara es la hija de mis jefes y le he hablado de una manera bastante fuerte.

Adiós empleo.

Giro mi rostro —está bien, si es necesario perder mi empleo lo perderé, pero no dejaré que nadie quiera pisotearme —mi voz es bastante serena, pero por en mi interior sé que si pierdo este empleo todo se acabará para mí, ya que mis estudios lo están pagando los señores Watson. Sin decir nada más desaparezco de la sala de la casa.

Las horas han pasado y yo sigo pensando que lo que dije estuvo bien. He realizado mi trabajo escuchando música para alejar un poco los pensamientos de mí, pero ha resultado imposible.

Estoy terminando de planchar la ropa de los señores, puede que este sea lo último que haga en esta casa así que lo hago lo mejor posible.

—Bueno, su ropa estará muy bien planchada —digo colocando una de las camisas de la señora en su amplio guardador de ropa. Suspiro y cierro el guarda ropa.

Me despojo de mis audífonos, guardándolo en el bolsillo de mi uniforme. La voz de alguien hace que de un brinco.

— ¡Oye!

Me volteo de golpe para encontrarme con los ojos negros de Diego. Esta con sus brazos cruzados y su cejo fruncido, su cabello va muy bien peinado. Esta vestido con una camiseta color azul oscuro que deja ver sus brazos, unos jeans a la moda y unos tenis negros, como es común en los hermanos su muñeca va decorada con un reloj.

Muevo un poco mi cabeza sin poder creer que me esté hablando. Desde que llego no ha hablado conmigo, he intentado mantener una conversación con él, pero ha sido imposible.

—Ho…hola —respondo, sonriéndole.

Él baja sus brazos —Hola —pasa una mano por su cabello —, escuche lo que le dijiste a…mi…Bárbara —es como si de sus labios no pudiera salir la palabra “Mamá”

Abro mis ojos como platos, si9ntiendo como mis mejillas se comienzan a ruborizar.

—Yo…yo no quise…

—Y tienes razón —me interrumpe y eso me sorprende demasiado —. Nunca hemos sido educados, eso es muy cierto —sus ojos se clavan directo en los míos —, nos hemos convertido en unas personas completamente irracionales —se queda en silencio como si le costase aceptar lo que está diciendo.

—Mi intensión nunca fue hacer sentir mal a nadie, solo es que ella fue realmente malvada con sus palabras y debía defenderme.

Él asiente con su cabeza levemente —lo sé, por eso he hablado con mis abuelos y les he contado todo lo que te dijo —lame sus labios —, estoy harto de que siempre obtenga lo que quiere, todo este tiempo nos ha manipulado como ha querido y estoy cansado de eso —deja caer sus hombros —. Solo te voy a dar un consejo para evitarte el sufrimiento. Dylan no está interesado en tener una relación estable así que no te enamores de él, porque él no se enamora de nadie, nunca lo ha hecho y no creo que lo haga.




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