Mi Dolor De Cabeza [dolor #1]

Capítulo XVII

Narrado por Jazmín Castro:

Hoy he aprendido que no ha todo el mundo le gusta saber la verdad, ni mucho menos que se rían de ella.

El hijo de mi jefe me mira con tanto odio que siento que en cualquier momento va a explotar. Es uno de los hombres más atractivos que he visto en mi vida, su traje va hecho a la medido da su esbelto cuerpo, su rostro está mucho más cuidado que el mío sin rastros de acné en él y sus ojos azules son impactantes, son de un azul intenso. Pero su personalidad da asco. El señor Peterson me lo advirtió antes de venir aquí, aunque no pensé que fuera tan amargado.

Me coloco de pie al igual que lo ha hecho él y miro la puerta que está señalando con su mano.

—No puedo irme —contesto y me sorprendo por la firmeza de mi voz.

Él parece molestarle aún más mi respuesta.

— ¿Qué has dicho? —me pregunta con su cejo demasiado fruncido.

Trago saliva —que no puedo irme —repito.

Se ríe sarcásticamente, pasando su dedo índice por sus carnosos labios. Su sonrisa es perfecta.

—Si no quieres perder tu trabajo es mejor que salgas de mi vista ahora mismo y no vuelvas a tutearme.

Niego con mi cabeza —no, no —hago una pausa —, de verdad necesito conservar este empleo —mi voz ya es más suave.

No puedo perder este empleo, estuve por mucho0 tiempo buscando uno y no puedo darme el lujo de perderlo. Tuve que dejar la universidad ya que mi madre está muy enferma y mi hermano sufre de una enfermedad llamada: síndrome de Down. Por esa razón debo seguir trabajando para el señor Peterson, mi hermano David necesita cuidados especiales y lamentablemente mi mamá no puede trabajar, soy la único que ellos tienen.

—Entonces termina de salir de mi vista —dictamina, sentándose nuevamente. Aparta su mirada de mí y vuelve a tomar los documentos.

Todavía no me cabe en la cabeza que alguien tan joven sea tan…irritante por no decir otra cosa.

Me giro para irme, pero me detengo. No puedo irme porque un taxista me espera furioso por no haber pagado por su trabajo.

Tuve que tomar un taxi para llegar aquí y no tenía ni un dólar en mi bolsillo. El señor Peterson me ordeno que debía llegar a la empresa de su hijo lo más rápido posible para que revisara las estadística, lo que él no sabe es que no todo el mundo tiene la posibilidad de tener un auto o de pagar un taxi.

Me vuelvo a girar y me aproximo nuevamente al escritorio del “Domador”

Tengo que tomar una bocanada de aire antes de hablar.

— ¿Se…será que me podría prestar diez dólares?

Él levanta su rostro de los documentos, sus ojos se clavan en los míos pero no puedo sostenerle la mirada, da miedo. Puedo escuchar que busca algo en el bolsillo de su pantalón y en ese momento vuelvo a levantar mi mirada, coloca cien dólares delante de mí.

—No, vuelva. Yo mismo iré a llevarle las estadísticas a mi padre —sentencia.

Miro el dinero —solo necesito diez —reprocho.

Exhala con fuerza —toma el dinero y vete.

Supongo que me está pagando para irme. Quiero insultarlo por pensar que el dinero puede lograr todo, pero no quiero perder mi trabajo, tengo que pensar en todas las cuentas que debo pagar y en todo el dinero que necesito.

Estiro mi mano y tomo el dinero —muchísimas gracias, prometo pagárselo apenas cobre…

Se ríe sonoramente haciéndome callar, es una risa de arrogancia pura.

— ¿De verdad crees que necesito cien dólares? —cuestiona, y sus ojos se encuentran con mío. —Eso no es nada para mí.

Además de “Domador” es arrogante.

—Para otras personas puede ser todo —replico. Es inevitable no sentir esa rabia en mi interior, me molesta saber que hay personas como este hombre que está seguro que es superior a todas las demás personas por poseer dinero.

Salgo de la oficina del hijo del señor Peterson, la sangre me hierve.

Seguramente él es muy feliz porque puede comprar lo que quiere, seguramente tiene una madre que le ha sabido dar amor y un padre que lo ha acompañado en los momentos de su vida más duros. Pero la triste realidad es que no todos corremos con la misma suerte.

Narrado por Anais Reber:

Hoy ha sido un agotador día de trabajo, ya que estoy de vacaciones me he propuesto limpiar cada habitación de la mansión, mis manos me arden por el trabajo que he hecho con ellas. Gracias a los cielos Dylan está en la universidad y no lo he visto en todo el día. La universidad en la que él estudia es tan estricta que incluso estudian en meses de vacaciones. Pero eso es bueno para mí.

Llego a la cocina para beber un vaso de agua, lo necesito. Abro el refrigerador busco el envase en el que está el agua. También hay botellas de agua sin gases, pero prefiero la cien por ciento natural.

Cuando termino de tragar el agua, suspiro con fuerza sintiendo una enorme satisfacción en mi cuerpo, tomar agua es uno de los placeres de la vida. El sonido del timbre de la mansión hace que esa satisfacción se espume.

Debes seguir con tu trabajo, pendeja, me grita mi mente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.