Mi Dolor De Cabeza [dolor #1]

Capítulo XVIII

Narrado por Dylan Peterson:

Presiono mis parpados, sintiendo como el delicioso olor de Anais invade mis fosas nasales. Tenía mucho tiempo que no sentía una tranquilidad tan grande como la que siento en este momento, mis brazos se aferran mucho más a su cuerpo, en mi estómago siento un extraño hormigueo eso hace que me aparte de ella de golpe.

Niego con mi cabeza —lo siento…creo que no debí —lamo mis labios, poniéndome de pie —, creo que debo irme.

Una de sus manos toma mi antebrazo y mis ojos se encuentran con sus ojos verdes.

— ¿Tus hermanos ya lo saben? —cuestiona.

A mi mente llegan las palabras que me dijo Damián cuando se lo informe.

«Sabíamos que eso sucedería. Tengo una importante reunión de trabajo y no podré ir a verla», esa fue la fría respuesta que recibí por su parte. Jamás imagine que Damián fuera tan insensible, sé que lo es pero pensé que Nohemí le importaba aunque sea un poco.

—Damián lo sabe… —apuño mi mano derecha sin poder sacar de mi mente sus palabras —y Diego…Diego no sabe que ella la diagnosticaron.

Cuando Diego se fue a New York a terminar sus estudios Nohemí enfermo y fue en ese tiempo que la diagnosticaron, ellas nos pidió que no le contáramos nada a Diego para que no se preocupara, por esa razón Diego no sabe que ha sufrido un pre-infarto, de los hermanos él es el que más ha compartido con Nohemí y estoy seguro que si se entera le afectará demasiado.

Anais me mira directo a los ojos — ¿No crees que él merece saberlo?

Rompo nuestro contacto visual, moviendo mi cabeza —no, Diego no puede saber lo que sucede.

El sonido de unos pasos aproximándose a la cocina hace que deslice mi mirada hasta la persona que entra en la cocina.

Los ojos de Diego se encuentran con los míos — ¿Qué no puedo saber, Dylan? —. Solo me quedo mirándolo sin poder responder a su pregunta —. Dylan, responde a mi puta pregunta —exige, sus ojos se llenan de ese miedo que cuando éramos niños tantas veces vi.

Con el rabillo de mis ojos veo que una chica se detiene detrás de Diego, pero no despego mi mirada de mi hermano.

—Es Nohemí —suelto.

Diego al escuchar eso se aproxima a mí y se detiene a unos cuantos centímetros de mi cuerpo.

— ¿Qué le sucedió? —sus ojos brillan.

Exhalo, pasando una mano por mi cabello.

—Diego, no es necesario….

—Dime que carajos le sucedió —me interrumpe en voz alta.

Lo miro con nostalgia —hace un año fue diagnosticada con una enfermedad cardiovascular, todo este tiempo ha estado siguiendo un tratamiento, pero… —hago una pausa —ayer sufrió un pre-infarto.

Veo como los ojos de Diego se cristalizan — ¿Por qué no me lo habían dicho? —pregunta, su voz es firme, pero sé que por dentro se ha derrumbado por completo.

—Tenías que terminar tus estudios. Ella no quería que te preocuparas.

Pasa una mano por su rostro — ¿Dónde está?

—Está en Centro médico Teknon —respondo.

Sin decir nada más sale de la cocina a toda velocidad. Mi mirada viaja de Anais a la chica que sigue de pie en la entrada de la cocina. Abro la boca para decir algo pero finalmente no lo hago y solo salgo de la cocina como lo ha hecho Diego.

Mientras camino a las puertas de la mansión busco en el bolsillo de mi jeans las llaves de mi auto. Cuando esto fuera de la casa veo que la camioneta de Diego no está estacionada, así que me aproximo con velocidad a mi auto para seguir a Diego.

Conduzco lo más rápido que puedo, tengo la velocidad de mi auto en todo lo que puedo, nunca había conducido a tan alta velocidad, pero aun así no puedo ver la camioneta de Diego. Apenas llego al hospital donde se encuentra Nohemí aparco torpemente y me salgo del auto. Veo a mi alrededor para buscar con la mirada la camioneta de Diego y la veo a unos pocos metros de mí, está muy mal estacionada y veo que ha dejado las luces encendida.

Me adentro en el hospital y veo a Diego en la recepción del hospital muy alterado, preguntando por la habitación donde se encuentra Nohemí.

— ¡Diego! —

Lo llamo y este gira su rostro para mirarme.

—Llévame con ella —ordena.

Pongo en marcha mis pasos, aumento cada vez el ritmo de estos, Diego camina detrás de mí. a nuestro lado pasan diferentes doctores, enfermeras y pacientes. Cuando llegamos frente a la habitación en la que se encuentra Nohemí yo detengo mis pasos y miro la puerta blanca que refleja el número 03.

Diego no me pregunta nada y solo entra en la habitación, yo tardo unos segundo en reaccionar pero finalmente entro en la habitación.

El frío de la habitación rápidamente se hace presente, al igual que ese olor que tanto detesto.

Mi mirada va viajando por todo el cuerpo envuelto en sábanas blancas de Nohemí y finalmente se detiene en su ya arrugado rostro, sus ojos están cerrados y sus labios están entreabiertos, se puede notar que le cuesta respirar. Verla así me destroza tanto que tengo que sentarme en un pequeño mueble que hay en la habitación.




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