Mi Dolor De Cabeza [dolor #1]

Capítulo XX

Este Maratón va dedicado especialmente a:

Martha Cecilia Blanco

 

Recuerda comentar para dedicarte los siguiente cap. <3

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1/3

Narrado por Dylan Peterson:

Aprieto mis parpados para intentar quedarme dormido, quiero que este día termine.

Odio tanto mis cumpleaños ¿Por qué celebra el día en el que llegue a este mundo lleno de dolor? ¿Por qué sentirse feliz de haber nacido si nunca me he sentido realmente vivo?

Cuando entre en el gran salón de fiesta en el que estaban “las personas más cercanas a mí” no pude evitar hacerme esas dos preguntas y concluí que las dos tienen una misma respuesta y esa es: Por las asquerosas apariencias.

Hoy entiendo a Diego a la perfección, entiendo que está cansado de aparentar que somos felices cuando en verdad somos las personas más infelices que puedan existir, con unos padres que nunca nos han demostrado ni un poco de aprecio, con hermanos que puede que odiemos y con ese dolor en nuestros pechos con el cual hemos vivido la mayor parte de nuestras vidas. Tuve que irme, ni siquiera pude mirar a mis padres a los ojos, solo quería salir de ahí para sentirme libre, aunque eso no ocurrió, solo me sentí más miserable, más imbécil, más destrozado y más infeliz.

Me muevo en mi enorme cama sin poder concebir el sueño, finalmente abro los ojos y me siento en la orilla de la cama. Mis ojos se enfocan en mi mano derecha, la cual he envuelto en un vendaje, a mi mente comienzan a llegar las imágenes de como golpeaba el volante de mi auto hasta que mis nudillos comenzaron a sangrar, pero el dolor solo hacía que mi furia creciera, seguía golpeando una y otra y otra vez hasta que mis nudillos finalmente quedaron destrozados. Supongo que ya el dolor es parte de mi vida.

Pero hay una última razón por la que odio mi cumpleaños y considero que es la más importante, he intentado olvidar eso, he querido sacar ese recuerdo de mi mente, pero parece que tiene un lugar especial en ella.

Mi cumpleaños numero diecisiete marco mi vida para siempre. Cuando cumplí diecisiete años me decidí a hablar con mi padre, quería contarle lo que deseaba comenzar a estudiar en la universidad, tenía la estúpida esperanza de que me entendiera y apoyaría. Recuerdo ese día como si fuese sucedido hoy, aunque ya han transcurrido cinco largos años desde que ocurrió lo que me atormenta.

Mi padre estaba sentado en uno de los muebles de la sala de la mansión cuando temblándome un poco las piernas caminé hasta él, recuerdo como elevo su fría mirada para encontrase con mis ojos.

—Hijo —me saludo, llevándose el vaso que tenía en su mano hasta sus labios, tomó un poco de whisky y volvió su mirada en mí.

—Hola…papá —respondí a su saludo con voz nerviosa, tuve que limpiar el sudor de las palmas de mis manos con mis jeans.

Él señaló el mueble que se encontraba delante de él.

—Siéntate —ordenó. Algo en su mirada no se veía bien, pero lo obedecí y me senté. Ahora entiendo que esa fue la peor decisión que he tomado en mi vida.

—Papá…quiero hablarte de lo que deseo estudiar…

—Justamente necesitaba hablar eso contigo —me interrumpió, dándole otro sorbo a su vaso.

—Quiero estudiar diseño gráfico —solté. Esa es una de las pocas cosas que han salido desde lo profundo de mi alma, el alivio que sentí al decirlo fue tan sanador que por ese instante sentí que mi vida tenía un propósito.

Nunca olvidaré la mirada de desaprobación que me lanzo mi padre, fue tan hiriente que sentí que algo dentro de mí se quebró.

Él sonrió, mientras terminaba con nuestro contacto visual, froto su barbilla.

— ¿Diseño gráfico? —me preguntó con ironía.

Ya la mirada que me había lanzado hace unos minutos me había destrozado. Su mirada me dijo todo lo que estaba por decirme con su voz fría.

Trague saliva y asentí con mi cabeza.

—Lo…lo he estado pensando —tuve que inclinarme hacia delante para tratar de calmar los latidos de mi corazón —, es lo que quiero —le aseguré.

Mi padre al escuchar mis palabras lanzo una carcajada que solo me daño más.

—Estudiaras Administración de Empresa —sentenció, cuando su risa acabo, sus ojos volvieron a clavarse en los míos.

Negué con mi cabeza. Estudiar diseño gráfico era uno de mis sueños, era lo que deseaba. Siempre me había gustado dibujar diseños de cualquier cosa, autos, atuendos de moda, personas, de todo.

—No quiero estudiar eso —replique.

Mi padre se colocó de pie y caminó hasta la mesa donde estaban las tantas botellas de whisky que habían en la casa, se sirvió un poco en el vaso que llevaba en su mano.




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