Este capítulo va dedicado especialmente a:
Jade Mtz
Me aparto del cuerpo de mi madre, llevando mis manos hasta su rostro y con mi pulgar aparto los mechones de cabellos que caen alrededor de este. Ya algunos de estos mechones se han humedecidos por las lágrimas que escapan de sus ojos.
Ella coloca sus manos sobre las mías y las presiona suavemente sobre sus rostro.
—Eres hermosa —murmura y una corta sonrisa se hace presente en sus labios.
Respondo a su sonrisa, sonriéndole ampliamente.
—Soy idéntica a ti.
En ese momento el chico que me dejado entrar a la casa llega a nuestra altura. Sus ojos cafés nos estudian por un momento.
— ¿Ella es la pequeña de la que siempre me hablabas? —pregunta con su mirada fija en la mujer que hace un momento abrazaba con todas mis fuerzas.
Mi madre se vuelve a él y asiente con su cabeza.
—Sí, ella es tu hermana —responde, entrelazando una de sus manos con la mía —. Te dije que volvería —aprieta mucho más mi mano.
TENGO UN HERMANOOO, me grita mi cabeza. Desde que entre a esta casa sabía que este chico era especial. Ahora si quiero rodearlo con mis brazos.
El chico me mira, pero no me mira con rabia ni con desprecio, me mira como si no pudiese creer que todo esto esté ocurriendo y no lo culpo ya que ni yo misma puedo creerlo.
—Qué bueno tenerte aquí —el adolecente hablar al cabo de un momento.
Hago un leve movimiento de aprobación con mi cabeza.
—Gracias —contesto, limpiando los retos de lágrimas que quedan en mis mejillas. Mis dudas me carcomen así que hago la pregunta que he querido hacerle a este chico desde que lo vi — ¿Cuál es tu nombre?
No puedo quedarme con las dudas de nada, tengo que preguntar lo que me grita mi muy loca mente.
Por la mueca que hace noto que es una persona que no le gusta hablar mucho, ni ser muy social. Estoy segura que es un chico bastante discreto.
—Me llamo Joel —dice.
Siento que ha dicho su nombre como si estuviese obligado a hacerlo.
Extiendo mi mano —yo soy Anais.
Él mira mi mano y lucha consigo mismo para no fruncir su cejo, finalmente la estrecha.
—Sí, ya había escuchado tu nombre —bufa, riendo un poco. Está apunto de soltar mi mano cuando lo halo hacia mi cuerpo y le doy un abrazo. — ¡No pudo creer que tenga un hermano! —exclamo, dando pequeños saltitos. No siento ningún tipo de perfume emprendo en su ropa, pero la mezcla del olor del jabón con el suave olor de su piel es perfecto.
Se separa de mi cuerpo y trata de sonreír. Ahora estoy convencida que este chico es muy tímido.
Voy a tener que enseñarle como derrochar cariño.
—Eres muy… extrovertida —replica, arreglándose su camisa.
Me rio —la verdad es que sí. Soy un poco loca —confirmo. Me causa gracia que lo diga tan tranquila, pero simplemente esa es la verdad.
Mi madre también se ríe, limpia las lágrimas de su rostro con la palma de su mano.
—Tu padre tenía tu misma personalidad —comenta.
Dejo de reír, colocando toda mi atención en ella. Toda mi vida me propuse encontrar a mi madre, pero también quiero conocerlo a él, quiero conocer a mi padre, quiero que él me pueda hablar de su infancia y de cómo conoció a mi madre.
— ¿Dónde está él? —cuestiono.
Ella exhala con fuerza —creo que debemos sentarnos. Hay muchas cosas de las que debemos hablar —señala el mueble más grande de la sala y tomando mi mano camina hasta este. Espera que yo me siente para sentarse a mi par. —Tu padre siempre vivió una vida bastante mala —comienza —. Cuando era niño fue abusado sexualmente por su propio tío —hace una pausa y sus ojos se van oscureciendo por los dolorosos recuerdos. Mi corazón se aprieta con dolor, escuchar que mi padre tuvo que pasar por esto me rompe por completo ya que yo he vivido eso y sé que es algo que siempre te perseguirá. —, eso arruino por completo su infancia, viviendo con esto fue creciendo hasta llegar a la etapa de la adolescencia, fue ahí cuando comenzó a robar, conseguir drogas, alcohol, ese fue la etapa de su vida en donde decidió ser una persona no tan buena.
— ¿Cuándo lo conociste que te gusto de él? —pregunto.
Una sonrisa se estira en su rostro —todo —sentencia sin titubear. —Era una persona que siempre tenía una ocurrencia que me hacia sonreír —una risa escapa de sus labios, el brillo de sus ojos es tan hermoso que se puede notar todo el amor que sintió por mi padre —. Pero el día llego, un día me llamaron para informarme que había sido asesinado, tenía tantos problemas con personas malas que decidieron asesinarlo. Tú solo tenías un mes de nacida cuando esto ocurrió —sus ojos se cristalizan y ella baja su mirada.
Tomo una de sus manos y la entrelazo con la mía. Una gran tristeza me invade, pero no dejo que de mis ojos escape ni una lagrima.
—Todo está bien, no debes sentirte mal por haberme dejado yo te entiendo —trato de darle fuerzas, pero de sus labios comienzas a escapar varios sollozos.