Mi dulce de melocotón

— 04 —

GIOVANNA

◤ ... ◥

Miro con nostalgia las cosas dentro de mi casillero, aunque son pocas, eso me llena de sentimiento. Más porque por fin puedo cerrar esta etapa que tanto me mantenía desesperada, poder dejar de ver estos pasillos, esas caras que tanto daño me causaban. Creo eso me hace feliz, un ligero golpe en la zona de casilleros me hace casi saltar del susto, pero me detuve cuando alguien me empujo contra los casilleros.

Miré bien y solo negué, aun cuando ya ha acabado la escuela ellos parecen no rendirse y quien lidera el grupo solo se burla. Aquella chica siempre ha deseado a Abdel y ha dicho que por mi culpa él nunca se fijó en ella, hizo que todos estuvieran en mi contra desde que entre a la preparatoria y solo ha dicho cosas para difamarme.

— ¿Estás lista? —escucho detrás de mí y de reojo miro a Abdel—. ¿Quién te hizo daño?, ¿fue ella?, ¿la destierro o termino con su vida? —.

Me da a elegir y niego tan rápido como puedo, aquellos que se burlaban desaparecen en cuanto escuchan a Abdel. Su líder. Uno que no le cuesta matar a gente que me daña o hace daño directamente a otros.

— No es nada —digo atrayendo sus verdes a mí—, solo ya sabes, soy muy sentimental con las cosas. No les pongas atención a ellos. Yo creo lloré al ver las fotos que tengo —le enseño una foto que tengo en la puerta del casillero, una que el tomo cuando comencé el bachillerato—. Solo fue eso —.

Abdel no me creyó por completo y siguió mirando a dicha chica que parecía estar mal de la cabeza por sonreír como si Abdel la mirará con gusto, su mirada refleja un caos, el caos que él quiere crear, por cómo me empujaron contra el casillero.

— ¿Qué te he dicho sobre esos arranques? —. Me cruzo de brazos girándome hacia él y su mirada se dirige a mí de nuevo.

Le dedico una sonrisa y él asiente, recarga su cuerpo contra los casilleros y se cruza de brazos mientras yo prosigo a guardar las últimas cosas.

— También me dejarás a mí por lo que quieres, ya no importa lo que haga —.

Suspiro devolviendo mi mirada hacia él, sus ojos verdes expresan libremente lo que siente en este momento y un sentimiento de tristeza me invade. En realidad, no creí que Abdel se pusiera de esa forma, bueno, no creí que fuera de la importancia de él como para afligirse por mi ida.

— Te dije que te contactaría todos los días —le recordé—. Yo no pertenezco aquí, tú sí —eso hace que exprese su enfado—. No gruñas así, te he dicho que es una falta de respeto —.

— Lo sé —.

— Siempre dices eso, Abdel —.

— Sabes, tú siempre eres de saber todo, pero hay algo que no quieres saber—.

Lo miro con más atención, sus palabras a veces son muy confusas para mí y prefiero permanecer en silencio a pedir que él me dé una respuesta, pero esta vez no quise guardar silencio.

— ¿Qué cosa es?, dímelo —.

— No —.

Una pequeña risa lo invade, algo que oculta con su rostro serio, me enfado y eso él lo nota. Sus verdes se apartan de mí y lo busco con mis azules hasta que de nuevo me mira. Toma la caja donde había guardado algunos libros y fotografías que tenía en mi casillero, y se acerca hasta mi oído.

— Solo enojarte es divertido, eres terrible, enojándote —. Se aparta de mí y camina dejándome ahí con un sonrojo en mis mejillas por lo cerca que estuvo de mí.

Camino delante de él, ignorando por primera vez los códigos, mi inseguridad comienza a apoderarse de mí cuando personas me miran y comienzan a murmurar cosas de mí, por la falta de respeto. Me detengo al instante y sigo el paso de Abdel, este es el final de todo esto, después estaré en la villa rodeada de más personas como yo.

Suspiro agachando mi rostro sin poder hacer nada como siempre, ninguna cosa es nueva para mí y eso debería de cambiar cuando deje este sitio lleno de personas hostiles.

Abdel y yo salimos de la escuela y lo miro intentando ser fuerte, pero no puedo negar que esos comentarios me siguen haciendo daño. Algo que detesto tanto, mi baja autoestima no es de mucha ayuda para mí y esos carnívoros siguen haciéndome daño.

— Soy terrible actuando con enojo, ¿cierto? —asiente—. Bueno... no sé enojarme. Lo admito, pero eso no significa que te lo dejaré fácil. No habrá galletas y eso no te gustará —.

No dice nada mientras él, guarda mis cosas, hoy parece haber traído su camioneta, una muy grande para mí. Cuando estoy tratando de subir por mi propia cuenta, Abdel me impulsa con sus manos tomándome de la cintura y me siento en el asiento del copiloto con su ayuda.

— Sabes... —.

Guardo silencio al escuchar risas, algo que me crea por dentro una propia inseguridad por pensar que se burlan de mí, es algo inevitable que siento. Respiro con profundidad y Abdel cierra la puerta de la camioneta disponiéndose a rodearla para subir por la puerta de lado del piloto. Siento ese pantano verdoso y solo niego, no quiero hablar en este momento.

☽☾

Agarro un costal de harina y le tiró poca encima a Abdel, su mirada me examina mientras agita su cabeza quitándose harina del cabello. Su idea fue hacer postres para quitarme la tristeza que tenía en el camino, algo que funciono como siempre y ahora estamos haciendo las últimas tandas de galletas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.