Mi dulce soledad

Capítulo 1 Rutina

Erika ya es hora de levantarte, el desayuno está listo y no quiero que se te enfríe, es tu favorito, jugo de naranja con huevo y tocino 
“Ya voy mamá” grito desde mi cuarto acostada y mirando el techo. Maldición, otro día más, otro maldito día. 
Nunca supe como es que jamás me acostumbré a la preparatoria o quizá ella nunca se acostumbró a mí, en fin, desde hace un año que entré y mis compañeros me siguen acosando y burlándose de mí por cualquier cosa, es decir si uso lentes, si estoy un poco subida de peso, si tartamudeo o lo peor, el abandono de mi padre. Eso es lo que más me molesta. Puedo tolerar cualquier cosa, pero ese tema siempre me hace llorar. Mamá nunca me dijo el motivo por el cual nos abandonó, yo estaba muy niña y no lo recuerdo, mamá decía que siempre quería estar con él ya que me llevaba a todos lados sin importar si sólo era a la esquina por una botella de agua, nunca nos separabamos; preguntar por mi padre se volvió un tabú desde que me di cuenta de que mamá lloraba cada vez que lo mencionaba, no lo hacia hasta después de cenar cuando cada quien se iba a su habitación. Era mejor dejarla en paz, ya suficiente tiene con todas las preocupaciones tanto de ella como las mías. Hoy tengo 1 hora libre por haber pasado con excelentes calificaciones este último parcial, así que no arruinaré el desayuno con mamá, pero primero necesito mi descarga de emociones. Según yo llorar cada día en la regadera hacia que nada me afectara en la escuela, llorar para liberar todo el estrés y la tristeza que sentía, después de todo mis lagrimas se confundirían con el agua y no tendría porqué darle explicaciones a mi madre en caso de que se me hincharan los ojos o se me pusieran rojos, mi pretexto perfecto era que el jabón siempre me caía en ellos. Mi momento favorito del día son las mañanas, es casi literalmente el único momento en el cual puedo ver a mi madre pues trabaja de noche y en ocasiones le toca doblar turno y no alcanzo mas que verle la espalda por las mañanas antes de salir por la puerta y yo antes de bajar las escaleras, sigue buscando un trabajo donde pueda laborar las 8 horas y le paguen bien, porque claro está que tenerme estudiando no sale nada barato. Además, tardó tanto tiempo buscando un trabajo como para renegar o rechazarlo, todos los trabajos a los que entregaba solicitud la respuesta era un ¡NO!, era mejor que un “nosotros te llamamos” todos sabemos que eso nunca sucede. 
Mientras mamá tiene una entrevista de trabajo por teléfono aprovecho para bañarme, peinarme y arreglar mis cosas e ir a la escuela. ¡Hoy será un gran día! es lo que dice mamá antes de salir por la puerta y he tomado esa costumbre en mi cuarto cuando me miro al espejo, me peino y claro hacer gestos, escuchar música a todo volumen mientras bailo como loca acompañan ese ritual. Por lo general siempre trato de buscar una canción nueva todos los días antes de dormir, de preferencia tiene que ser una canción movida o al menos alegre o que pretenda ser alegre, la última vez me sorprendí con la canción de bullets de Hollywood undead al buscar su letra y resulta que hablaba de todo lo contrario a la felicidad. Esta vez tocaba nostalgic de Arizona, gracias a está maña que estuve adoptando mis días se vuelven menos amargos, por la noche buscando una canción que me alegra la noche y por la mañana ese sentimiento que tienes cuando estrenas juguete nuevo de niño al querer ponerle play a mi celular o a la bocina a todo volumen. 
“Erika”- grita mamá una vez más y como no me gusta hacerla esperar apago la música y me guiño el ojo en el espejo antes de salir a toda prisa de mi cuarto. 
Listo mamá desayunemos juntas, ¿cómo te fue con la entrevista? 
Lo mismo de siempre hija, 12 horas con poca paga y rolar turnos, eso sin mencionar que nunca me dicen todo lo malo hasta que ya te presentas y creen que te quedaras porque no tienes otra opción- decía mi madre con una cara de insatisfacción y resignación. 
Creo que ya estoy lista para mi primer empleo mamá después de todo algún día voy a tener que hacerlo y qué mejor que empezar antes de que la escuela se vuelva un infierno (aunque ya lo era tratándose de las burlas de mis compañeros y las bromas pesadas de las que por alguna razón siempre les enorgullece) – de eso nada Erika, tienes que mantener la beca y además nunca has sacado malas calificaciones en ninguna materia, no quiero que te atrases o te estreses, déjamelo a mí ya entrando a la universidad veremos. Claro que eso era mentira, si ahora no me deja, menos cuando esté en la etapa más importante de mis estudios. 
Me voy Erika ya se hizo tarde- oh no, otra vez a rolar turno digo en mi cabeza mientras se me desvanece mi cara de felicidad. Tendré la cena lista mamá - digo mientas suplico que me responda que llegará para cenar juntas. No te preocupes hija cenaré algo en el trabajo- esta bien mamá “no, no está bien, sabía que diría eso” 
El autobús, como siempre, es un caos. Richi, que en realidad no se llama así, pero le molesta si no le llaman de esa manera. Como sea, él es el capitán del equipo de fútbol presumiendo que nuevamente ganarán el torneo e irán a las nacionales y que todo es gracias a él, no puede ser más egocéntrico. Después está Samara la chica más presumida, artificial y seca de la cabeza que he visto en mi vida y como si fuera una película cliché, la novia de Richi y la chava más insoportable y más sin chiste que he conocido. Es decir, si le quitamos el par de senos y su trasero no queda nada más que una niña boba que se preocupa tanto por la pintada de uñas como por la combinación de su ropa como si fuera igual de importante que un examen al final del parcial. Al menos es el único lugar antes de la escuela en donde no me prestan atención, quizá porque nunca se les acaba la conversación de la parada a la escuela o tal vez no me doy cuenta esto debido a que jamás me he subido al autobús sin antes llevar mis audífonos puestos, como dije son mi escapatoria de todos ellos y de sus burlas.




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