Mi enemigo favorito

Capitulo 14

Llegamos por fin a la "mansión", era tal como me describió Romeo, pero no me da buena espina, no se porqué, hay algo que no me encaja. ¿Cómo puede ser que una mansión este abierta así porque si? ¿Quién hace algo así? Es un propiedad privada y están abiertas las puertas como si fuera un parque del terror.

Ignorando mis pensamientos, me centro en observar está mansión, entramos dentro de la casa, está muy pero que muy sucia, no se cómo voy a aguantar aquí una noche entera y la pregunta de millones: ¿Dónde y cómo vamos a dormir? ¿Habrá alguna cama o algo? Porque claro en el suelo tan sucio no vamos a dormir.
O si...

—Voy a ver por las  habitaciones si hay algunas mantas o colchón u algo—le aviso a Axel—.

—Te acompaño, a no sea que vayas y te encuentres alguna momia u algo y vengas gritando como loca—bromea él

—¿Yo? ¿Miedo? Ja, yo no tengo miedo de nada, lo que pasa es que tú—le señalo con el dedo— tienes miedo de quedarte solo aquí—.

—Que desagradecida eres Akira, en vez de darme las gracias por ofrecerme a acompañarte ¿me dices estas cosas?—se hace el ofendido—No me esperaba eso de ti Akira—niega con la cabeza decepcionado.
¿Desde cuándo Romeo es tan dramático?

—Y luego la dramática soy yo eh.

—Y que no, de tanto estar contigo se me ha pegado. Necesito alejarme de ti ya, no sé qué más me pegarás si paso más tiempo contigo—se da media vuelta poniendo la mano en la barbilla y la otra apoyando el sobre el codo.

Abro la boca indignada poniendo la manos en la cadera.

—¿Necesitas alejarte de mí? Adelante puedes irte ahorita, nadie te va a rogar que te quedes—le digo yo, despues de unos segundos de silencio añado—No, me voy yo, quédate tú aquí con los niños yo me buscaré la vida solita sin pegar nada a nadie—al terminar de decir eso y empiezo a caminar hacia la salida.

Pero el muy idiota, me coge de la muñeca desde atrás.
Respiro profundamente intentando controlar mi enfado.

— Oye que estaba de broma—se ríe el —que fácil es hacerte enojar pequeño demonio.

Le lanzó una mirada fulminante ante su último comentario.

—TU estarás de broma yo no—suelto de su garré mi muñeca y sigo caminando.

—A donde vas a ir sola y encima a estas horas, esta por hacerse de noche.

—Eso a ti no te tiene que importar ¿okey?—.

—Claro que me importa—exige él.
Se para frente mia impidiéndome el paso.

—¿Porqué?—le pregunto cruzándome de brazos.

Y allí Romeo se queda sin habla, parece como si le hubiera preguntado el resultado de una ecuación de matemáticas.
Obvio yo no le importo, que respuesta va a tener.
Se queda mirándome a la cara intentando buscar una respuesta que seguramente no la encuentra o no existe.

—Eh...—se rasca la nuca nervioso mirando hacia otro lado.

—No hace falta que inventes excusa, se que no tienes nada que decir, porque claro porque te iba a importar yo, ni siquiera creo que seamos amigos.

—No es eso...—murmura el.

— Si es eso Romeo— le digo eso y paso de lado suya.

Estoy a punto de cruzar la puerta pero entonces él me coge del brazo y me hace dar una vuelta y termino acorralada contra la pared, en su agarre.

—¿Cuál es tu maldito problema?—le pregunto molesta.

—No puedes irte de aquí—ignora mi pregunta—tienes permiso  para enfadarte cuanto quieras pero no tienes permiso para irte de aquí enfadada.

Le miro alzando las dos cejas incrédula.

—¿Really Romeo? Y...¿quién eres tú para darme permiso y no dar? Mi novio no eres, amigo tampoco, papá...oh no porfavor—hago mueca de asco — ¿entonces...?

Sonríe el levemente y yo le miro con extrañeza.

—Quien tú quieras creer, pero no te puedes irte de aquí —me ordena el ya en serio.

—NO.

Intento escaparme  de su agarre pero el muy hijo de su bella madre no me deja. Me retiene allí.

—SI.

—NO, no te doy a obedecer nunca— frunzo el ceño enfadada como una niña pequeña.
Intento otra vez salir de su cárcel pero nada, imposible salir de su maldito agarre.

Maldito Romeo, te odio.

—Si tú eres terca yo más—me guiña un ojo.

Me quedo unos segundos mirándole esperando aver si me suelta pero vaya que vaya que el idiota si es más terco que yo.

—Aghh, vale no me iré, pero —le señalo con el dedo advirtiéndole — tampoco voy a dirigirte la palabra, solo lo necesario.

—Muy bien, así me gusta—esboza una sonrisa.

Le doy una mirada asesina intentando decir: No te meto un sillazo en la cara porque respeto la silla.

—Suéltame ya— le pido, nah ¿pedir? Noo que va, yo le ordenó.
Le ordenó que me libre de su maldito agarre.

Aunque estaba bien cómoda allí, pero Shhhh es un secreto.

FUCK, ¿Y LOS NIÑOS?

Miro alrededor ¡pero los niños no están!

Ay madre...

—¡Tu! ¿Y los niños?

—Si estaban aquí hace un rato mirándonos como si fuéramos una película viviente—comenta el muy gracioso.

—Vamos a mirar por la mansión, tienen que estar aquí dentro—aseguro yo.

—Vale, tu mira por allí y yo por aquí— señala el por las dos partes, yo a la derecha y el a la izquierda.

Me dirijo corriendo hacia la derecha, me vista se clava
en una habitación en la cual la puerta esta abierta.
Entro dentro de esta habitación está a oscuras por completo.
Aquí no estarán seguro, me doy al vuelta para irme pero entonces oigo murmuros.
Camino de vuelta y avanzo un poco más cuidadosamente pero a pesar de mi cuidado al caminar tropiezo con algo y  todo pasa tan rápido.

Se refleja luz natural que viene desde la ventana que esta situada arriba en el techo. ¿Ah?
Antes que no se veía nada ahora delante de mí está una gran tela roja cubriendo algo.

¿Qué carajo es esto mamma mía?

Entonces aparecen los niños a la luz y me abrazan todos juntos a la vez y yo obviamente no iba estar detrás. Por lo que yo creo que es que se han perdido jugando y al parecer como aquí no hay luz pues no sabrán por donde salirse.
Ojala supiera hablar árabe, me sería más fácil poder comunicar con ellos, maldito Romeo necesito su ayuda en esto.
Dejando atrás mi curiosidad por esa tela roja creo que es sobre lo que me contó Romeo tan rallado que estaba.




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