Mi Esperado Amor de Campeonato

Capítulo 5

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Vicky estaba sentada sobre un tronco en el jardín de la casa de sus padres, disfrutando del sol. Los últimos días habían sido bastante fríos en el pequeño pueblo donde vivían y hacían que su depresión aumentara, así que esta falta de nubes en el cielo le alegraban un poco. Cerró los ojos y levantó la vista, acariciando su vientre. 

— Nos hacía falta este calorcito. ¿Verdad bebé? — Musitó con cariño. 

Tenía casi seis meses de embarazo. Casi seis meses en ese lugar, al que había regresado sintiéndose derrotada. Recordó con tristeza esa noche en que se había dejado llevar por sus sentimientos y había arruinado su vida. ¡Se había acostado con su jefe! ¿Cómo había podido pasar? Sabía que Iván era una persona que no quería compromisos afectivos de ninguna clase. Que sólo utilizaba a las mujeres un par de citas y jamás regresaba con ninguna, que seguía enamorado de su amor de juventud y que, por supuesto, nunca iba a tomar en serio a su empleada. Y ella no quería convertirse en su amante de conveniencia, así que cuando despertó y se dio cuenta del tremendo error que había cometido, empacó sus cosas rápidamente y se fue. ¿Se arrepentía? Sí, por supuesto. Esos seis meses sin él habían sido un infierno, pero. ¿Cómo diablos podía amar a un hombre que ni siquiera sabía su nombre? No la había buscado en todo este tiempo, de hecho, estaba segura que ni siquiera se acordaba de ella. 

— Algún día, bebé, te contaré quién es tu padre y por qué me separé de él. — Musitó con tristeza. — Pero te prometo que yo voy a hacer todo lo posible porque no te falte nada y me voy a dedicar a hacerte feliz. 

Cuando regresó a casa, sus padres se mostraron felices, aunque preocupados al ver su tristeza. Ella nunca les había dicho que trabajaba para el famoso Iván de la Torre, así que cuando supo que estaba embarazada, aunque ellos le pidieron saber de quién era, se negó a decirlo. Al final, ellos dejaron de insistir y la consolaron, aceptando la situación. Su situación económica no le preocupaba por el momento, había ahorrado lo suficiente para poder sobrevivir por lo menos un par de años, con estrecheces, pero sin que le faltara nada a su bebé. Planeaba quedarse ahí en el pueblo con sus padres, que su hijo creciera ahí, en el campo, lejos de la ciudad y de cualquiera que pudiera descubrirlo y decirle quién era su padre. No tenía la menor idea de cómo iba a reaccionar Iván, si lo iba a rechazar o, peor aún, si quisiera quitárselo. 

Soltó un suspiro y volvió a acariciar su vientre.  

— Vamos a estar bien, bebé. Te lo prometo. 

Su padre era fanático del futbol, como casi todos los hombres y por desgracia para Vicky, era fanático del equipo de Iván, y de Iván mismo, y por supuesto que veía los partidos transmitidos en televisión. Así que, sólo por eso, había notado que, luego de que ella se fuera, él empezó a hacer una seña a las cámaras cada que anotaba un gol. Levantaba la mano izquierda y mostraba el dedo índice y medio, y también lo hacía las pocas veces que se presentaba en algún evento público, siempre mostraba a las cámaras ambos dedos. Todos le cuestionaban qué significaba ese “número dos” y él nunca respondía, sólo sonreía sutilmente. Y eso era otro tema. Iván ya no se presentaba en fiestas o eventos, lo hacía en muy contadas ocasiones y siempre iba solo, ya no había una modelo despampanante o alguna actriz colgada de su brazo. Pensó Vicky frunciendo el ceño. Luego sacudió la cabeza dando gracias que el torneo de liga ya hubiera terminado y no pasaran más futbol en la televisión, hasta la siguiente temporada. 

— Deja de pensar tonterías, mujer. — Se regañó a sí misma. — Te hace daño estar pensando cosas, dedícate a vivir el hoy. 

El sonido del motor de un vehículo le hizo levantar la vista y, con extrañeza, miró que un todoterreno se acercaba. Jamás había visto antes ese auto en el pueblo. Frunció el ceño al darse cuenta que se dirigía justo hacia su casa y, cuando se estacionó enfrente. Un grito salió de su garganta al ver quién lo conducía. 

— ¡Iván! — Exclamó poniéndose de pie de un salto, mirándolo horrorizada. 

¿Qué hacía él ahí? ¿Cómo diablos la había encontrado? 

— Hola Virginia. — Dijo él acercándose con seriedad. — ¿Cómo están tú y mi hijo? 

Vicky lo miró casi mareada. ¿Le había dicho Virginia? ¿Por fin la había llamado por su verdadero nombre? ¿Y cómo diablos sabía que el hijo era suyo? 

— Discúlpame que no haya podido venir antes. — Dijo él parándose frente a ella. — Pero, además de que tenía toda una temporada por jugar, nunca dejaste un teléfono o una dirección en dónde buscarte cuando huiste de mi lado. 

— ¿Vicky? ¿Qué está pasando? — La voz de su padre los interrumpió. 

Ella giró horrorizada al ver que sus padres salían de su casa y miraban a Iván con curiosidad, este se acercó a ellos y le ofreció la mano al señor. 

— Buenos días suegro. — Dijo a manera de saludo. — Disculpen que no haya podido venir antes. Tenía que terminar la temporada. 

— ¿Suegro? — Preguntó el hombre, abriendo mucho los ojos.  

— Sí señor, yo soy el papá de su futuro nieto. — Asintió Iván con seriedad. — Apenas me desocupé, vine a buscar a Vicky, si usted no tiene inconveniente. 

Esta, al escuchar eso, corrió hacia él totalmente furiosa y empezó intentar golpearlo y patearlo. 




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