¡mi Esposa Es Un Ángel!

PANDEMIA

Steven y Elena se encuentran en la popa del Crucero. Cuando uno de estos médicos, les informa con una lista en manos, que ellos son portadores del virus.

La impresión causada al escuchar la noticia de la enfermedad, hace que Elena de inmediato se desmalle.

Steven no deja que su esposa se caiga al suelo, y de inmediato le dice a un médico:

— ¿Son confiables las pruebas que realizaron?

El médico le responde:

— Son pruebas moleculares. Y son confiables, desde ahora en adelante deben de estar encerrados en su habitación, para que no contagien a los demás tripulantes.

En ese instante, muy cabizbajo, Steven carga a su esposa y la lleva a la habitación.

Luego de acostarla en la cama, Elena se despierta. Y le dice en ese preciso instante a su esposo:

— No puedo creer lo que nos está pasando, ¿por qué a nosotros?

Steven acaricia el rostro de su esposa, y le dice:

— No te asustes amor, vamos a salir de esta, tú eres una mujer muy fuerte para que te dejes vencer por esto, acaso no te acuerdas de la caída que tuviste hace años en el paseo a Canadá.

Elena se sonríe, y le pregunta a Steven:

— ¿Cómo te sientes?

— Bien, hasta el momento no siento ningún síntoma. Pero si los hay, lo tomare con tranquilidad.

En ese momento, Jeremía se impacienta al enterarse de todos los pasajeros infectados en el Crucero. Y rápidamente se pone en marcha hacia Curazao.

El día siguiente, el capitán tiene una fuerte y acalorada discusión con las autoridades de Curazao

El día siguiente, el capitán tiene una fuerte y acalorada discusión con las autoridades de Curazao. Quienes no lo dejaron bajar a sus pasajeros.

Jeremía exige que lo dejen bajar a los pasajeros. Pero es inútil.

En ese momento, el gobierno de Trinidad y Tobago, le da luz verde al capitán, pero con la condición de quedarse nuevamente en cuarentena, mientras ellos se aseguran que los tripulantes estén saludables.

El capitán miente sobre el estado de salud de los pasajeros, y vuelve hacer la cuarentena.

11 de marzo, confinados en su propia habitación, Elena está en un grave estado de salud.

Al lado de su querida esposa. Y con muchos dolores musculares, Steven le dice a Elena:

— Aguanta un poco más, ya vamos a bajar de este Crucero, ¡mira!, tomate la sopa antes que se enfrié.

— Está bien, ¿en dónde estamos?

Steven le da la primera cuchara de sopa a su esposa, y le dice:

— Estamos en Trinidad y Tobago, contando las horas para salir de aquí.

Hablando con mucha dificultad, Elena dice:

— ¿Si será verdad eso?

Steven enciende el televisor de la habitación. Y le explica a su esposa:

— El capitán aseguro hace unos días, que este país nos facilitara nuestro desembarque.

En ese instante, Steven y Elena ven la noticia, la cual la OMS de clara la Pandemia ante la gran amenaza que se está viviendo en el mundo.

De inmediato, con sus manos en la cabeza, Steven se levanta, y dice:

— No puede ser, ¿realmente que es lo que está pasando?

Elena le dice a Steven:

— ¡Vamos a morir aquí!

Steven la regaña, diciéndole:

— ¡¿Qué has dicho?!, no llames a la muerte, tú eres una mujer fuerte y vas a resistir esto, no quiero volver a escucharte hablar así.

Elena se ha sincera con Steven, y le expresa:

— Mi querido esposo, no sé cómo he aguantado tanta angustia y dolor en mi cuerpo durante mucho tiempo en esta embarcación, pero siento que no doy más, es por eso... que, al escuchar esa noticia de la OMS, es que te dije eso, yo creo que este país se asustara y nos dejara aquí.

que, al escuchar esa noticia de la OMS, es que te dije eso, yo creo que este país se asustara y nos dejara aquí

Sin palabras, Steven ve a su esposa y se vuelve a sentar en la cama despaldas a ella. Y rápidamente con su camisa blanca, seca su rostro de tantas lágrimas que brotaron al escuchar la verdad.

Horas después, dos tripulantes de los ochenta y siete enfermos que se encuentran en el Crucero, mueren.

Jeremía trata de ocultar los dos cadáveres, pero en ese instante los médicos de Trinidad y Tobago suben al Crucero, y comienzan a medirle el calor a la tripulación.

Después de veinte minutos, los médicos paran de hacer esa labor y llaman al capitán que estaba presente, y uno de ellos le dice:

— Usted ha mentido, todos los tripulantes que hemos examinado, tienen fiebre alta, ¿qué puede decir a eso?

Desesperado, Jeremía les dice a los médicos:

— No sé qué sucedió, todos han estado sanos... de todas formas, si ustedes y este gobierno, o el que sea, no nos ayuda en esta terrible situación en la que estamos... vamos a lanzarnos al agua y llegaremos a la orilla, y no podrán detenernos a todos... 

 

 




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