¡mi Esposa Es Un Ángel!

UNA LENGUA DEMOLEDORA

Abismado por ese gran estruendo, Steven mira lo que cayó del edificio, y luego le expresa al desconocido:

— Gracias.

El señor se levanta con gran dificulta y luego le ayuda a Steven a levantarse, y le dice:

— ¿Se encuentra bien?

— Si. Gracias a usted yo estoy con vida, ¿cómo se llama?

— Mauricio. Deben de revisar el edificio, este es un fuerte indicio de que hay fallas. Y hay que actuar a tiempo.

— Si. Lo haré.

Steven se hace amigo de Mauricio y se despide de él. Cuando Alan y Cris, los dos vigilantes del periódico. Salen aterrados por lo que paso y tratan de ayudar a Steven, diciéndole;

— ¡¿Se encuentra bien señor?!

— Sí, estoy bien... el señor que va a ya. Fue el que me salvo.

De inmediato, Alan le dice a Steven:

— Es usted muy afortunado señor, la caída de este vidrio lo hubiera matado en instantes.

Cris comienza a limpiar los vidrios, y le dice a Steven:

— Puede irse a su casa, nosotros nos ocuparemos de todo.

— Está bien muchachos, mañana hablaremos.

Después de pasar ese gran susto, Steven llega a su casa y como es de costumbre acaricia a su perro, para luego sentarse en su sofá a pensar detenidamente en lo que le paso.

Steven se olvida de llamar a sus padres y se acuerda cuando encendía las velas junto a Elena, y de inmediato se pone a llorar.

7:47 pm, pese a una pequeña llovizna en la ciudad, los vecinos de Steven encienden sus velas.

En seguida, Steven ve por la ventana como todos sus vecinos se reúnen. Para alegrar la calle.

En ese momento, Steven baja la cortina de la ventana. Y con un gran dolor en su pecho, decide irse acostar.

7:00 am, Steven llega a Milenio y ve como desde temprano. Dos sujetos están arreglando la ventana que se había caído.

Steven entra al edificio. Cuando Margaret lo alcanza, y le dice:

— Hola Steven.

— Hola Margaret.

— ¿Sabes que sucedió con esa ventana?

— Si, ayer que iba saliendo de aquí. Cuando esa ventana se me vino encima.

— ¿Cómo así Steven?

— Si no fuera por un señor que actuó a tiempo, yo no lo estaría contando.

— Gracias a Dios que estas bien.

Margaret y Steven suben a las oficinas. Cuando ven a Ernesto, y dicen:

— ¡Uy!

En ese instante, Ernesto ve a Steven y lo llama urgentemente a su oficina.

De inmediato, Margaret le dice a Steven:

— No te acerques tanto a él.

— ¿Como?

— Por la pandemia, no sabemos en que país estuvo. Además, anda sin tapabocas.

— Claro, voy a estar alejado de él.

Yensy se acerca a Steven, y le dice:

— Los vigilantes me han contado con detalles lo ocurrido ayer.

— Tuve mucha suerte.

— No, es otra cosa.

— Bueno Yensy, el jefe me espera, hablamos de esto más tarde.

— Está bien.

En ese instante, Steven saluda a Simón y a los demás, y entra en la oficina del jefe. Cuando este se acerca y lo toma de los dos hombros, y le expresa:

— Te ves fatal, no era lo mismo verte por vía Skype que así en directo, ¿estuviste llorando nuevamente por tu esposa?

Desconcertado por la actitud de Ernesto, Steven le miente, diciéndole:

— No, yo estoy perfectamente bien. No entiendo nada de lo que está pasando, todos me dicen lo mismo.

Ernesto camina hacia su escritorio, y luego se devuelve, y le dice a Steven:

— Vaya... tienes una capacidad para mentir impresionante, pero te entiendo, el dolor que debes de sentir debe ser muy grande... si fuera tú, creo que yo ya me había matado. Yo no había resistido tanto.

Steven se impresiona al escuchar a Ernesto, y le expresa:

— No creo que esa sea la solución.

Ernesto vuelve a tomar de los dos hombros a Steven, y le dice:

— Eres fuerte, un hombre normal no había vivido tanto tiempo solo en esa casa. Donde viviste tanto tiempo con el amor de tu vida, la persona que era tu verdadero complemento, la persona que más te comprendía, la persona que te conocía también como a ti mismo, la persona que más te ha amo en esta vida, y creo que nadie lo hará como lo hizo ella... Te admiro Steven, como ya te dije... otro en tu lugar ya se hubiera matado.

En ese momento, Steven se desmoraliza por completo, y piensa:

En ese momento, Steven se desmoraliza por completo, y piensa:

— Tiene razón, esto no es vida...
 

 




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