¡mi Esposa Es Un Ángel!

AL LIMITE. UNA VOZ SALVADORA

Las palabras de Ernesto fueron como unos puñales que atravesaron el corazón de Steven, el cual cae en un desanimo total.

En seguida, Steven se aleja de Ernesto, y le dice:

— Necesito recibir un poco de aire.

— Tranquilo Steven, si gustas... puedes ir a tu casa, mañana hablaremos.

— Bueno.

En ese momento, sin que ninguno de sus compañeros se diera de cuenta, Steven sale de Milenio y toma un taxi.

En el periódico, Yensy busca a Steven por todos los rincones del edificio, pero no lo encuentra, y le dice a Simón y a Oscar:

— ¿Ustedes han visto a Steven?

— ¡No!

De inmediato, Ernesto observa que Yensy está buscando a Steven, y la llama a su oficina. Y le dice:

— No te preocupes por Steven, él se fue a su casa a descansar.

— ¿A descansar?

— Si, de que te sorprendes Yensy, Steven merece descansar, porque ha pasado por mucho dolor a causa de este virus. Que le arrebato la vida a su mujer.

— ¿Pensé que él ya estaba bien?

— Ya vez que no, ahora vete a trabajar.

— Está bien.

En el taxi, Steven recuerda los últimos momentos que vivió con Elena, lo vivido con Harold y su naufragio, el encierro que tuvo cuando llego a Bogotá, el accidente con el Uber, el accidente de la ventana.

Steven termina con poner sus dos manos en su rostro, y dice en voz baja:

— Voy acabar con esto.

En ese instante, el taxista hace un desvió por el puente de la calle cien, el cual se encuentra por coincidencia sin vehículos.

En ese momento, Steven le dice al taxista:

— Deténgase, yo me bajo aquí.

— Pero señor, estamos en el puente.

— Voy a quedarme aquí, ¿cuánto le debo?

— Deje así.

Steven le da las gracias al conductor y se baja del taxi. Cuando recibe una llamada de parte de Clemencia, la cual le dice:

— ¿Qué haces hijo?

— Ahora no mamá, estoy ocupado.

— Que son esas formas de contestarme, yo me preocupo por ti.

Steven le miente a su mamá, y le expresa:

— Estoy bien, ahora que acabe con algo en el trabajo te marco, saluda a mi padre de mi parte.

— Está bien, te cuidas.

En ese instante, Steven cuelga el teléfono, se quita el tapabocas y se pone en el filo del puente, diciendo:

— Nunca voy a superar tu perdida Elena, es mejor reunirme contigo y darle fin a esta vida tormentosa.

— Nunca voy a superar tu perdida Elena, es mejor reunirme contigo y darle fin a esta vida tormentosa

Apunto de tirarse del puente de la calle cien, Steven mira el pavimento fijamente. Cuando una mujer le grita:

— ¡NO LO HAGAS!

Steven se asusta y rápidamente mira de tras de él, a una mujer de mediana estatura, sin tapabocas, de cabello castaño, de vestido azul claro y ojos indescriptible, la cual le vuelve a decir:

— ¿Qué estas pretendiendo hacer?

— ¿Perdón?... ¿yo te conozco?

— No, pero lo que estas apunto de hacer no es del agrado de Dios.

— ¿Qué es bien y que es mal?, Dios permitió esta pandemia, Dios me ha quitado el soporte, a la única mujer que yo he amado en toda mi vida, ya no le encuentro sentido a nada.

La mujer se acerca al límite donde esta Steven. Y mira hacia abajo, y le dice:

— Esto es un acto de cobardía.

— ¡¿Qué dice?!

— Si, estas despreciando la vida que Dios te ha dado, eres un cobarde, te has rendido solo porque perdiste alguien en tu vida, has enaltecido a esa persona como si fuera más grande que Dios, y déjame decirte, que como Dios no hay nadie. El dolor y el sufrimiento es parte de la vida. Debes de superar eso por que vendrán tiempos más fuertes y peligrosos que este... ahora no es tiempo para rendirse y hacer actos de cobardía. Es tiempo para fortalecerse y creer en el Dios verdadero. Desecha esas ideas locas que tienes en tu mente de suicidarte, eso no puede aparecer nunca más en tu mente, porque en estos tiempos los demonios están asechando con más fuerza a todas las personas, y ellas no sedan de cuenta. A ti te está atacando uno y debes de resistir la tentación.

— ¿Eres cristiana?

— No importa lo que sea, lo que me importa es que veas la realidad de este mundo, se fuerte y apártate de ese filo. Sírvele a Dios, que él te ayudara a curar esas heridas.

De un momento a otro Steven se llena de esperanza, y aleja un poco del límite del puente, y le expresa a la mujer:

— Gracias, iba a cometer una tontería.

— Las gracias dáselas a Dios.

Steven se coge de las barandas, y expresa en voz baja:

— Gracias Dios por enviarme a esta mujer.

La mujer observa detenidamente a Steven, y le dice:

— Parece que eres un buen hombre.

— ¿Cómo puede decir eso si no me conoce?

— Se te ve en la mirada, y porque no actuaste con rebeldía estando influenciado por un mal espíritu.

— ¿Un mal espíritu?

— Si, como ya te había dicho, este mundo está muy infectado de demonios, los cuales están dispuestos a destruir a las personas... si te fueras lanzado, de seguro que uno o varios de esos demonios. Te estaban esperándo, ellos necesitan a una gran cantidad de almas. Para llevarlas al infierno, porque su tiempo está llegando a su fin, es por eso que cada persona tiene que buscar el camino de la salvación, la cual es individual... no te confíes de las personas que dicen ser tu amigo.

En ese instante, un camión lleno de madera pesada, pasa a gran velocidad por el puente. Cuando Steven mira hacia abajo, y le dice a la mujer:




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