Clemencia se alegra de ver a su hijo y llama a su esposo, el cual está recogiendo el granizo que cayó en el pateo de la casa.
En ese momento, Steven saluda a su madre y a su padre, y les ayuda a limpiar todo el granizo del pateo y del techo también.
Dos horas más tardes, en la sala y con una taza de café en mano, Humberto le dice a Steven:
— Termina de tomarte ese café Steven. Para que vamos hasta tu casa a limpiar el granizo.
— No te preocupes papá, si en la casa hay mucho, le pediré ayuda a un amigo del vecindario.
En seguida, Clemencia ve algo en la mirada de su hijo, y le expresa a Steven:
— ¿Estas enfermo?
— ¿Por qué lo dices mamá?
— Te veo muy decaído.
— Hace unas horas estaba enfermo, pero del alma... pero gracias a una persona ya estoy mejor, y doy gracias de nuevo a esa persona, porque estoy feliz de verlos nuevamente.
Humberto pone su taza de café en la mesa, y le dice a su hijo:
— ¿Es Elena, lo que te tiene así?
— Sí, pero como ya les dije, una persona me ayudo a salir del bache en que estaba.
Preocupados, Clemencia y Humberto se miran en ese instante. Cuando clemencia le expresa a su hijo:
— ¿Por qué no te trasladas a esta casa?, la verdad es que siempre pensamos que al estar solo. Y con los recuerdos de Elena en esa casa en cada momento, la ibas a pasar muy mal.
De inmediato, Steven mira el espacio en la casa, y les dice:
— Ustedes han vivido siempre solos. Además, estar usando todo en la casa podría ser riesgoso para ustedes, porque a mi medio el virus y no sé si todavía lo pueda trasmitir.
Humberto le dice a Steven:
— Hijo, tenemos que confesarte que a nosotros también nos dio eso...
— ¿Cómo?
— Así como lo oyes, tu madre y yo nos contagiamos. Y decidimos no decirte nada, para que no te preocuparas.
Sorprendido, Steven se levanta de su silla y les dice a sus padres:
— No debieron ocultarme eso, pudieron haberse agravado.
Clemencia se enoja con su hijo, y le dice:
— Nos preocupamos por ti... todo lo hacemos por ti, por qué sabemos en la situación en la que andas. Por eso es que no te dijimos nada.
— Perdón mamá. Y a ti también papá... ustedes son lo único que tengo y de solo pensar que los perdería, seria tremendo... bueno, ya me voy.
Humberto le dice a su hijo:
— La oferta de vivir en esta casa sigue en pie.
Steven se sonríe y les dice a sus padres:
— Lo pensaré.
En ese instante, Steven se despide de sus padres y pasa trece minutos en la calle. Pisando y pateando un pedazo de granizo. Cuando se acuerda de la mujer que lo ayudo a salir de la crisis que tenía en ese puente, y dice en voz baja:
— ¿Quién será?
Minutos más tarde, Steven llega a su casa y se sorprende al ver a su vecino Santiago. Limpiando el frente de su casa.
De inmediato, Steven se acerca, y le dice a su vecino:
— Gracias Santiago.
— De nada Steven, ya todos los vecinos limpiamos el frente, el pateo y los tejados de las casas, te estaba esperando para ayudarte adentro.
— Si, espera voy abrir la casa.
En ese momento, Steven abre la puerta de su casa. Cuando su perro se le lanza encima y lo hace caer.
Santiago se ríe y acomoda su tapabocas, y le dice a Steven:
— Eso demuestra lo mucho que te quiere.
Steven se levanta y le dice a Santiago:
— Debe de estar asustado por esa fuerte granizada, bueno... entremos.
En ese momento, Santiago y Steven sacan todo el granizo del pateo de la casa, y con dos escaleras metálicas, limpian el techo de la casa. Cuando Santiago se acuerda de Cosío, y le dice a Steven:
— Esto le habría gustado a Cosío.
Steven se baja de la escalera, y le dice a Santiago:
— ¿Quién limpio el granizo de la casa de él?
— Todos los vecinos, la mujer quedo muy agradecida.
De inmediato, Steven piensa:
"Solo espero que con este tremendo frío que está haciendo en la ciudad, no termine de complicar aún más las cosas"...
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Editado: 10.04.2023