Sorprendido al ver el vehículo funcionando, Steven se baja del carro y le dice a Giselle:
— Gracias, ¿qué le hiciste?
— No tenía nada de importancia, ahora ve atender a tu familia.
— Bueno.
En ese instante, Steven se monta en su vehículo y se va del lugar.
Minutos más tarde, Steven llega a casa de sus padres. Cuando ve a su mamá votando la basura, y se baja del carro.
Sorprendida, Clemencia le dice a su hijo:
— ¿Desde cuándo compraste carro?
— Hola mamá, después te digo eso, quiero saber de mi papá.
— Tu padre es tan testarudo, que le digo que vamos a ver un médico y me dice que no.
— Voy a mirar como esta.
Steven entra a la casa y ve acostado a su papá en un sofá, y le dice:
— Hola papá.
— Hola Steven...
— Mi mamá me dice que no te quieres mover de la casa.
— Ya me siento mejor, además, yo desconfió de eso médicos... no voy a dejar que me pongan un dedo encima.
— Papá, ¿realmente te sientes mejor?
— Si, yo estoy bien. ¿Y tú?
En ese instante, Clemencia termina de arreglar un poco la casa, y le dice a Steven:
— Esta muy bonito tu carro hijo.
— Gracias mamá.
Humberto se sorprende bastante, y le expresa a Steven:
— Oh, ¿qué tipo de carro compraste?
— Es un Renault de color negro, y lo voy a estar pagando.
Clemencia nota a Steven un poco agotado, y toca su frente y cuello. Cerciorándose que este bien, y le dice:
— Hijo, ¿te ha repetido la enfermedad?
— Creo que sí, pero tenemos que luchar contra esta adversidad hasta que esta pandemia algún día termine.
Humberto se sienta en el sofá, y le dice a su hijo:
— ¿Te pasa algo más?
Steven los queda mirando, y luego les expresa:
— Estoy viendo a Elena en mis sueños y también en la realidad, ¿será que me estoy enloqueciendo?
Clemencia le da un beso en la frente a su hijo, diciéndole:
— No te estas enloqueciendo, lo que pasa es que has sufrido mucho por Elena que comienzas a imaginar verla.
Humberto se acuerda de la joven que estuvo con ellos el veinticuatro, y le dice a su hijo:
— ¿Y qué sucedió con la joven con quien te diste un beso?
— No la he vuelto a ver... les confieso; que no pensaba sentir algo por otra mujer, Lía es muy especial.
Clemencia pone su mano derecha en la cabeza de Steven, diciéndole:
— En algún momento la encontraras, yo siento que ustedes dos se quieren. Me basto solo verlos ese día para sacar esa conclusión... no te preocupes hijo, ella aparecerá.
— Gracias mamá.
Clemencia va a la cocina, y le dice a Steven:
— ¿Vas a comer algo?
— No.
Steven le vuelve a preguntar a su padre:
— ¿Realmente te encuentras bien?
— Si, no creerás que voy a morir sin antes pasar este dos mil veintiuno, Humberto hay para rato.
Clemencia y Steven se ríen de eso y entre los cuidado de los dos, hacen que Humberto se recupere.
Fin de año, Steven recuerda las adversidades que ha pasado sentado en una silla en casa de sus padres.
Antes de que sea media noche, Steven recibe mensajes y llamadas de felicitaciones de parte de sus amigos del trabajo.
Antes de colgar el teléfono, Margaret le pregunta a Steven:
— ¿Ernesto te ha llamado?
— No, ni tan poco se si va a regresar pronto.
— Bueno Steven, que tengas un feliz año nuevo y que este año dos mil veintidós sea prospero para ti y tu familia, y nada, a luchar contra la adversidad.
— Gracias Margaret, te deseo lo mismo...
En ese momento, Steven cuelga el teléfono. Cuando Geraldine lo coge del brazo derecho, y le dice:
— Ya falta un minuto para las doce, vamos a recibir la bendición de mi tía.
— Bueno.
En ese instante, la familia se reúne en la sala y celebran la llegada del dos mil veintidós...
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Editado: 10.04.2023