¡mi Esposa Es Un Ángel!

ENAMORADO POR SEGUNDA VEZ

En ese momento, Steven sale del concesionario. Cuando Arturo le dice a Ernesto:

— Ese empleado tuyo sí que está loco.

— Loco y todo, pero es muy buen columnista...

Minutos después, Steven llega a su casa. Y cuando se dispone a sacar la llave de la casa, Lía aparece por su espalda, y le expresa:

— Muy bonita tu casa.

Steven se da vuelta y se sonríe. Cuando ve a Lía, y le dice:

— Eso es trampa, yo no conozco dónde tu vives.

— Steven, eso no tiene importancia.

En seguida, Steven le da un beso a Lía, y le expresa:

— Para mí sí, me muero por conocer tu familia.

Lía se sonríe un poco. Y cambia el tema, diciéndole:

— ¿Y pudiste devolver el carro?

— Si, y me costó bastante hacerlo, hasta el dueño del concesionario piensa que estoy loco. Si no fuera por la ayuda de mi jefe, creo que todavía estaría en ese lugar.

— Tú tienes un talento increíble. No te dejes de engañar por aquel que quiera hacerse tu amigo. Y busca cómo trabajar fuera de esa empresa.

Steven queda viendo el rostro de Lía, y le expresa:

— ¡Eres tan hermosa! Que no me la creo, siento como si estuviera en un sueño.

— No estás en un sueño.

— Lo sé... es que contigo a mi lado, siento que no debo temer a nada ni a nadie. Ya no me importa ese virus ni nada por el estilo.

Varios vecinos se ponen a ver a Steven y Lía. Cuando Steven los mira de reojo, y le dice a Lía:

— Te invito a mi casa.

— Está bien.

En ese instante, Steven abre la puerta y hace que Lía entre primero. Cuando Timy recibe a Lía con mucho cariño.

Steven se vuelve a sorprender, y dice:

— Nunca he visto a Timmy tan feliz con una persona. Y es divertido verlo así.

Lía acaricia el perro, y le expresa Steven:

— Es muy lindo tu perro, se ve que te quiere mucho.

Steven también se agacha y acaricia Timmy, y luego le expresa a Lía:

— Tal parece que Timmy te aceptado como su nueva madre.

Lía se sonríe y sigue jugando con el perro. Cuando Steven ve el cuadro dónde está con Elena. Y se levanta e intenta guardarlo. Cuando Lía le pregunta:

— ¿Y esa mujer que está contigo?

— Fue mi esposa.

De inmediato, Lía coge el cuadro y se queda viendo a Elena detalladamente. Cuando Steven coge el cuadro en sus manos, diciendo:

— Me había olvidado de guardarlo, ¿no te molesta?

— ¿Porque tendría que molestarme?

Steven pone el cuadro en el sofá y abraza a Lía, diciéndole:

— Dime la verdad, ¿que sientes por mí.

Lía se queda callada. Cuando Steven le expresa:

— ¿No te gusto?

— Pues si quieres escuchar la verdad, si...

— ¿Si qué?

— Eso que dijiste.

— ¿Por qué se te hace tan difícil decir lo que sientes?

— Que, si me gustas Steven, no estaría aquí, si no sintiera nada por ti.

De inmediato, Steven y Lía se besan apasionadamente, pero cuando Steven intenta quitarle la camisa a Lía en su desespero por hacerle el amor, esta no se deja. Y se va de la casa corriendo.

Muy desconcertado, Steven sale al andén, y dice:

— ¿Qué le sucede a Lía?

El día siguiente, Steven entra a la empresa. Cuando Margaret lo asusta cogiéndolo descuidado de su mano derecha, y le dice:

— ¿Recibiste la llamada inesperada del jefe?

— No, el me encontró en el concesionario.

Margaret le queda viendo el otro Steven, y le pregunta:

— ¿Qué te pasa?

— ¿Qué me paso de qué?

Yensy llega tarde y los saludos a los dos. Cuando Margare le dice a Yensy:

— ¡Mira el rostro de Steven!

Yensy se sorprende al ver el rostro de Steven, quién les dice a las dos:

— ¿Qué es lo que tiene rostro?

Yensy le responde a Steven:

— Se te ve alegre, es diferente a como estabas antes.

Margaret le expresa a Steven:

— Te ves como cuando tu esposa estaba viva.

De inmediato, Steven recuerda el último beso que se dio con Lía, y les dice a las dos:

— Debe ser que me he vuelto a enamorar.

Margaret y Yensy se ven las caras. Cuando Yensy le pregunta a Steven:

— ¿Y quién es la afortunada?

— Ustedes no la conocen, pero es una mujer muy especial.

Óscar llega corriendo a la empresa y los saluda a todos. Cuando Ernesto abre la puerta de su oficina, y les dice a todos:

— Y ustedes se les paga para que hablen en los pasillos o para que escriban, a trabajar todos.

De inmediato, Steven y los demás buscan su lugar de trabajo. Cuando Ernesto le dice Steven:

— Ven a mi oficina, necesito hablar contigo...

 




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