Steven sale de la oficina de Ernesto y entra a la de Margaret, diciéndole:
— Ernesto cada día está más loco, ¡buenos días!
— Buenos días Steven, ¿ahora con qué salió?
— Va viajar a Madrid y quiere llevarme con él.
— ¿A qué?
— Un amigo de él, va a presentar un libro.
— ¿Y tú qué le dijiste?
— Que no, le dije que buscará otro.
Margaret no puede creer lo que dice Steven, y le expresa:
— Tiene que haber algo muy fuerte para que rechazaras esa propuesta.
— Me voy a casar.
— ¡¿Qué?! Tan pronto.
Steven se sonríe un poco y luego le da la mitad de lo que cuesta el celular en la mano derecha de Margaret, diciéndole:
— La otra parte te la doy el fin de mes.
— No me cambies el tema Steven, yo quiero conocer a esa mujer.
— Pues la conocerás el día del matrimonio.
— ¿Y cuándo es la boda?
— Dentro de una semana.
— ¿Porque tan rápido?
— Porque siento que es la mujer indicada para mí y no quiero perder el tiempo.
— Una semana es muy rápida. ¿Y los arreglos? ¿Y los invitados la Iglesia?
— Va a ser algo muy sencillo, no te preocupes por eso, ahora me voy a hacer algo, o no tendré cómo mantener a mi futura esposa.
— Bueno.
En ese momento, Steven sale del lugar dónde se encuentra Margaret, y se va a su sitio. Cuando Le marca a Lía, y le dice:
— Hola Lía.
— Hola, ya estaba esperando tu llamada.
— Eso me alegra, ¿en dónde estás?
— En el centro.
— Por qué no vienes a Milenio, y de paso te familiarizas con algunos de mis amigos.
— No, no, ahora estoy ocupada. Pero en la noche voy a tu casa.
— Bueno, entonces nos vemos en mi casa para que cuadremos lo del matrimonio.
— Bueno, te cuidas.
— Tú también.
— Ahí te mando un beso.
En ese momento, Steven demuestra el amor que siente por Lía. Y luego cuelga el teléfono para ver la pantalla del computador y decir:
— ¡No tengo nada para trabajar!
Barrio Antonio Nariño, Steven llegue a casa de sus padres de sorpresa. Y los reúne en la sala, y le dice:
— ¡Padres!, me voy a casar.
Humberto y Clemencia se ven las caras. Cuando Humberto le dice a su hijo:
— Pero, pero, ¿cómo y cuándo?
Steven se sonríe al ver los rostros de sus padres, y le dice:
— Me voy a casar con Lía.
Clemencia le expresa a Steven:
— Que bien, por fin me hiciste caso.
Humberto le dice a Clemencia:
— ¿Tú ya sabías?
— Solo le dije que buscará compañía porque estaba muy solo.
Humberto mira a su hijo, y le expresa:
— Pues te felicito. ¿Y quién es la afortunada? ¿Será la misma que estuvo aquí en Navidad?
— Si papá, es la misma, hace un instante dije que era con ella.
— Oh, esa joven muy bonita.
— Gracias papá.
— Hijo, ¿y a dónde se conocieron?
Steven se acuerda del puente. Cuando Clemencia sale al paso, y le pregunta a su hijo:
— ¿Cuándo es la boda?
— En una semana.
En seguida, Humberto y Clemencia dicen:
— ¡¿Qué?!
Steven les expresa a los dos:
— No quiero perder el tiempo. Yo siento que esta mujer es perfecta para mí. Y al ver lo que ha pasado con la pandemia y otras cosas más. es que he decidido casarme lo más pronto posible, la vida es corta y nunca se sabe cuándo tengas que partir.
Humberto le pregunta a Steven:
— ¿Ya te olvidaste de Elena?
De inmediato, Clemencia golpea el hombro derecho de su esposo, diciendo:
— ¿Por qué le preguntas eso en este momento?
— Es solo una pregunta mujer.
Steven le responde a su padre:
— A Elena nunca la voy a olvidar, pero no puedo vivir para siempre aferrado a los recuerdos, necesito rehacer mi vida y yo sé que dónde este Elena va a estar de acuerdo conmigo. Yo nunca le fui infiel a ella, la idea era vivir con ella para siempre, pero esa enfermedad me la quito.
Cabizbajo, Humberto le expresa a Steven:
— Hijo, perdóname por hacerte revivir esos dolorosos recuerdos.
— Tranquilo papá.
Clemencia él dice a su hijo:
— Bueno, como la fecha de matrimonio es para una semana, entonces cuenta con los dos. Para ir preparando todos los arreglos e invitaciones para ese día.
— Va a ser una boda bastante sencilla.
Humberto le expresa a Steven:
— Tu boda pasada fue espléndida. Y está no va a ser la excepción. Yo te garantizo que en una semana tendrás una boda igual o mejor que la que tuviste antes.
En seguida, Steven se levanta de su silla y abraza a sus padres, diciéndoles:
— Gracias por el gran apoyo que me dan.
Clemencia le dice a su hijo:
— No nos agradezcas. El deber de los otros es hacerte feliz.
En ese instante, Steven se acuerda de su prima, y les pregunta a los dos:
— A propósito, ¿dónde está Geraldine?...
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Editado: 10.04.2023