En casa de los Gómez Ordóñez todo seguía igual, parecía que nada había cambiado, excepto que Ana María se veía mucho más feliz que antes, y ella se justificaba de su éxito en el trabajo. Durante 4 meses Ana María mantenía un romance con quién ella llamaba su primer amor, y se negaba a separarse de sus hijos, ella pensaba que la infidelidad en la mujer no era algo que se vería bien en su trabajo, y a la empresa le gustaba que estuviese casada y con hijos.
En esos cuatro meses, Valentina cumplió los ocho años y sus padres le regalaron un teléfono celular con cámara, y la niña le encantaba filmar vídeos por toda la casa. A final de los cuatro meses de romance secreto, el teléfono móvil de Ana María sonó en la casa, y ella lo contestó y fue hablar en privado, era Leandro José que la había llamado, él estaba harto de esperar y presionaba a Ana María. Valentina siguió a su madre con la idea de filmarla en secreto para sorprenderla, pero la sorprendida fue ella al escuchar lo que su madre hablaba al teléfono móvil.
—Te dije que no me llamaras aquí, es peligroso.
—No puedo esperar más, quiero que pases los días y las noches conmigo, déjale los niños a esa mariquita, ¿no es ingeniero? Que trabaje, que sea hombre.
—Yo quiero lo mismo, sabes lo mucho que te quiero, y estoy a punto de hablar con Adriano, no me presiones.
—Lo siento Ana María, ya no soporto que estés en los brazos de otro hombre, que satisfaga sus pasiones en un cuerpo que me pertenece, estoy cansado de ser el otro, quiero amarte cada noche y despertar cada mañana a tu lado, para amarte de nuevo. O se lo dices ahora mismo o voy a tu casa a enfrentarlo de una vez por todas.
—Tú sabes que yo deseo lo mismo, ¿crees que no quiero irme de esta casa? Primero quiero ver como convenzo a Adriano para que se quede con los niños, e irme a vivir contigo, te prometo que pronto me iré de esta casa.
—¡Buu! Mamá se va a ir de la casa para siempre, ¡¿Por qué mi mamá se va a ir?! ¡Yo me he portado bien! ¡Buaa!
Ana María corrió rápidamente hacia donde estaba su hija para saber porque estaba llorando, la niña siguió llorando al verla y Ana María le preguntó porque lo hacía.
—Te escuché que le decías a alguien que te vas de la casa para siempre, ¡Buaa! ¡No te vayas mamá! ¡Buaa!
—¡¿Qué estabas haciendo aquí?! ¡¿Por qué estabas oyendo lo que yo hablaba?! –preguntó zarandeando a Valentina.
La niña lloró cada vez más fuerte por los maltratos de su madre, y rápidamente apareció Adriano al escuchar los gritos de su esposa y el llanto de su hija. Se acercó a ellas preocupado y le quitó a Valentina de las manos de su esposa.
—¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué tratas así a Valentina?
—¡Ella me estaba espiando!
—Eso no justifica que la trates de esa manera.
—¡Ella se va ir de la casa! ¡Buaa! ¡Lo dijo por el teléfono! ¡Buu!
—¿Qué es lo que está diciendo la niña?
Ana María quiso pegarle a su hija, y Adriano se lo impidió.
—¡No te permito que le pegues a la niña ¿Qué te pasa? ¿Estás loca o qué?!
Ana María miró con rabia a su hija y comenzó a gritarle.
—¡Es tu culpa! ¡Tu papá y yo nos vamos a separar por tu culpa!
—¡Cállate la boca Ana María, no te permito que le hables a la niña de esa manera!
Adriano tomó de un brazo a la niña y le dijo:
—No le hagas caso, está furiosa por algo, tú no tienes la culpa de nada, por favor ve a tu cuarto y espérame allí.
Le dio un beso en la cabeza y la niña se fue llorando a su habitación.
—A ver Ana María, ¿quieres explicarme lo que te está pasando –dijo furioso.
—Ella me estaba espiando, eso es lo que pasa.
—Tú estás loca, ella ni siquiera sabe lo que esa palabra significa, mira, aquí está el teléfono de la niña, ella sólo te estaba filmando, no entiendo porque te pones así, lo ha hecho desde que lo tiene.
—Dame…Dame ese teléfono.
—¿Qué fue lo que vio la niña que te pone tan nerviosa?
—Nada, no tiene nada –dijo nerviosa.
Adriano arqueó una ceja, vio al teléfono, detuvo la grabación y reprodujo la película que la niña había filmado. La sangre comenzó a subirle a la cara hasta dejarlo rojo de la rabia.
—¿Desde cuándo me has estado engañando? ¿Quién es ese hombre? Jódeme y dime que me vas a dejar por una mujer.
—¡Esta bien! Tengo con él cuatro meses y no pienso dejarlo por ti.
—¡Piensas que yo me voy a quedar así como el propio cabrón! ¡¿En qué pensabas?!
—Yo no pienso en nada, mi príncipe azul está vivo, mi verdadero amor vive.