Dudé mucho en llamar a Drake. Después de todo, era un
desconocido. Mi mente comenzó a crear diversas razones por
las cuales no debía telefonearle:
1) Podría ser un asesino.
2) Podría ser un traficante de órganos.
3) Podría ser un ladrón.
Y la lista sigue…
Pasé la noche entera dando vueltas en mi cama, hasta que me
di cuenta de que yo misma estaba inventando excusas para no
salir de mi zona de confort. Jamás había hecho algo así, pero,
vamos, tampoco es algo muy revolucionario. No soy la
primera ni la última chica que llama a un chico. Pero sí era
algo bastante nuevo para mí, ya que yo solo he tenido una
relación en mi vida con un chico. Así que le llamé.
Desde ese día hablamos todos los días y en todo momento.
Todavía no hemos quedado porque ninguno saca el tema, pero
me conformo con hablar. De hecho, me encanta hablar con él.
Es muy interesante porque tiene varias historias que contar y
coincidimos en bastantes cosas y pensamientos. Me contó que
pronto iría a Italia. Le interesa el diseño gráfico y la fotografía.
Aún no sabe cuál de los dos estudiará, pero, sea cual sea,
quiere hacerlo en Italia. Me cae muy bien. La primera vez que hablamos me ayudó a ensayar para la obra.
Caroline lo adora. Solo a ella y a Luke les hablo sobre
Drake. Me gustaría contárselo a Tyler, pero desde ese día que
«estropeó accidentalmente su móvil» se ve muy preocupado, y
está todo el tiempo estudiando o fuera de casa. Quiero
ayudarlo, pero él insiste en que todo está bien y tampoco
puedo amarrarlo a la silla hasta que me cuente qué le pasa.
Apago el secador y me peino bien para luego recogerme el
pelo en una coleta. Hoy iremos de pícnic. Fue idea de Nick
para distraer un poco a Tyler. «El pobre se mata estudiando»
fueron las palabras de mi primo. ¿Acaso yo soy la única que se
da cuenta de que algo le está pasando? Nadie parece creerme
cuando les digo eso. Creen que estoy paranoica. Espero que
solo sea eso, pero en el fondo sé que de verdad algo le pasa.
No sé cuánto voy a aguantar.
Escucho sonar mi móvil y salgo de baño para contestar.
«Papá» aparece en la pantalla, acompañado de una fotografía
que me saqué con él hace algunos meses. Me emociono al
recibir su llamada. Hablamos ayer y constantemente
conversamos por chat, al igual que con mamá, pero no puedo
evitar alegrarme al escucharlo.
—Hola, Sammie. ¿Todo bien por casa? —me pregunta
cuando acepto la llamada.
—Sí, sí… —Decido no mencionar el comportamiento de
Tyler—. Vamos a ir a hacer un pícnic. Los exámenes y la obra
se acercan y hemos pensado que era una buena idea. —No es
del todo mentira. En parte, por eso también aceptamos hacerlo.
—¡Qué bueno! —exclama contento. Sonrío—. ¿Y la obra?
¿Tienes el papel? —pregunta.
—Mañana dicen quiénes serán los que hagan la obra —le cuento, riéndome levemente. Escucho a Caroline llamarme
desde abajo—. Debo irme, papá. Me esperan.
—Oh, sí, claro. Que tengas un buen día —me dice del otro
lado—. ¡Ah! Y tu madre dice que te quiere.
—¡Dile que yo también! Hablamos luego.
Sigo escuchando los gritos de Caroline llamándome desde
abajo.
—Sam Donnet, preséntese en la primera planta —repite una
y otra vez con voz de locutora de radio.
Me muerdo los labios sintiendo ganas de reírme de mi mejor
amiga. Me apresuro a buscar mi mochila para guardar el
móvil, el protector solar y los auriculares, por si llega un
momento en el que ya no soporto más a Luke, Nick o Tyler y
necesito utilizarlos.
—A sus órdenes, capitana —le digo a Caroline al bajar. Ella
lleva un vestido corto suelto de color rojo. Tiene algunas rayas
blancas en la parte del escote y al finalizar la falda. Su cabello
lacio tiene algunas ondas—. Estás muy guapa —agrego
sonriendo.
—De pequeña los pícnics me encantaban —me cuenta
mientras se pone a jugar con un mechón de mi cabello—.
Supongo que es algo que no ha cambiado. —Me coloca el
mechón detrás de la oreja antes de irse.
Caroline y sus padres solían hacer pícnics todos los
domingos antes de que él se fuera. Lo había olvidado por
completo. Jamás volvió a hacer o asistir a uno, incluso cuando
hicimos uno con la escuela, ella faltó con la excusa de que
estaba enferma. No pensé que quizá ir de pícnic podría hacer
que se sintiera mal. Sin embargo, no parece sentirse triste. Más
bien parece contenta. La observo cargar una cesta de mimbre con mucha emoción.
—¿Esperas una invitación o qué? —Tyler a mi lado me
observa sonriendo.
Esta es una de las pocas veces que se detiene a bromear
conmigo. Desde la llamada ha estado distante, sumido en sus
pensamientos y fuera de casa todo el rato. Pero aquí está.
Recostado en el umbral de la puerta principal, vistiendo una
camiseta amarilla y unos tejanos de mezclilla. Su cabello
castaño está creciendo y ello hace que se le creen unas leves
ondas. A él no le gustan y mencionó hace unos días que
planeaba cortárselo.
—No te cortes el pelo —le digo acomodándome la mochila
sobre los hombros—. Me encantan esas pequeñas ondas.
Tyler frunce el ceño, pero su sonrisa no se desvanece.
—Gracias, Donnut —me contesta—. Lo pensaré.
Asiento con la cabeza. Es la conversación más breve y
normal que hemos tenido estos días. Camino hacia afuera,
decidida a averiguar qué le pasa.
Siento que alguien me está moviendo. Hago una mueca,
negándome a abrir los ojos. No estaba soñando nada en
específico, pero estaba durmiendo plácidamente. A lo lejos
puedo escuchar las voces de Caroline, Nick y Luke charlar.
Posiblemente estén bajando las cosas.
—Sam…, despierta. —Escucho la voz de Tyler murmurar
dulcemente.
—No quiero —contesto fingiendo estar dormida.
—Si bajas, te compraré helado durante un mes —me
propone divertido.
Créanme, la propuesta es muy tentadora, pero hay algo que me interesa más en estos momentos.
—¿Y si mejor me dices qué te pasa? —pregunto abriendo los
ojos. Su rostro está demasiado cerca, tanto que puedo ver la
duda en su mirada. Cuando pienso que abre la boca para
contarme qué le ocurre, la vuelve a cerrar, apretando los
labios.
—No me pasa nada —contesta como si no supiera de qué
hablo—. Voy a ayudarles.
Me quedo sentada en el asiento trasero del auto. No sé qué
más hacer. Decido dejarlo por ahora. No insistiré más hasta
que volvamos a casa. No quiero que el ambiente sea incómodo
o tenso durante estas horas. Todos están muy entusiasmados
con este día, y no tengo intención alguna de estropearlo.
Una motocicleta se detiene frente al auto de Nick. Estamos
haciendo el pícnic en un club privado del cual mis padres son
socios. Tiene un parque precioso adonde muy pocas personas
vienen durante la semana. Así que asumí que este sería el
mejor lugar porque estaríamos solos. Me bajo del coche para
ver quién viene a interrumpir nuestra tranquilidad y frunzo el
ceño al ver la chaqueta que lleva. Me resulta muy conocida…
—¿Drake? —pregunto sonriendo cuando se quita el casco.
Lo coloca sobre el asiento de la moto—. ¿Qué haces aquí?
—Tu amiga Caroline me invitó —me explica acercándose a
mí—. Por alguna razón creyó que mi presencia aquí te
alegraría —bromea.
—No sé cómo se le pudo ocurrir eso —le sigo la broma—.
Ven. Tienes que conocer a mis amigos.
Juntos caminamos hasta donde se encuentra el resto. Veo a
Caroline colocando un mantel azul oscuro sobre el césped y,
sobre este, la cesta de mimbre con la comida que ella y Nick han preparado. Parecen sacados de una fotografía de una
tienda de recuerdos. Están bajo dos enormes árboles que se
juntan y parecen formar una especie de puente sobre ellos. Allí
tienen una vista perfecta del lago artificial con el que cuenta el
club. Sin embargo, esa imagen de familia soñada desaparece
cuando Caroline y Luke comienzan a discutir.
—¡¿Cómo que te has olvidado de las bebidas?! —exclama
ella, molesta.
—¡No es culpa mía! ¡Si no estuvieras explotándome, no me
las habría olvidado! —le contesta Luke, aún más molesto.
—¡Pueden dejar de gritar! ¡Se supone que venimos a
relajarnos y a disfrutar de un hermoso día! —Nick también se
une al griterío.
Frunzo el ceño al no ver a Tyler gritando también. Entonces
me doy cuenta de que está en la orilla del lago, hablando por
su móvil nuevo. Drake carraspea, y eso hace que vuelva a
prestarle atención.
—En realidad somos muy pacíficos —le digo con una
sonrisa forzada—. ¡¿Pueden cerrar la boca?! —grito a mis
amigos, haciendo que finalice su guerra de gritos y llamando
la atención de Tyler, quien se gira en nuestra dirección,
confundido.
Caroline, Nick y Luke se quedan perplejos al escucharme.
Les regaño con la mirada. No puede ser que se comporten de
esa forma cuando tenemos un invitado. Debe de pensar que
estamos desquiciados o algo por el estilo. Tyler se aproxima
hasta nosotros con una sonrisa en el rostro.
—Soy Tyler —se presenta rompiendo el silencio. Drake
acepta su mano y la estrecha unos segundos—. Tú debes de
ser Drake.