Me adentro al salón de clase con una canción de One Direction
sonando en mis auriculares. Me siento nerviosa por el examen
de Literatura de hoy y la música suele ayudarme a relajarme.
Puedo ver a algunos compañeros repasando sus apuntes, otros
escribiéndose pequeñas «ayudas» en los pupitres. Apenas
rozan el lápiz en la madera y cuando los profesores pasan a
repartir los exámenes, ellos colocan los brazos sobre la chuleta
para que no ser descubiertos.
Me sorprendo al ver a Caroline recostada en su pupitre. Su
larga cabellera rubia le cubre los brazos, que están sobre este.
Ella estudia con mucho tiempo de anticipación, tanto que no
pasa por ese típico ataque de nervios antes del examen. Pero
nunca toma una siesta antes de comenzar.
—Despierta, bella durmiente —le digo al sentarme en el
pupitre que está al lado.
—Ojalá pudiera dormir —me dice incorporándose un poco.
Se aparta el pelo de la cara para verme—. No pude dormir
anoche. Me siento fatal.
—¿Qué tienes? —le pregunto fijándome en sus ojeras y en
su palidez. Por lo general, Caroline siempre tiene buen
aspecto. Pero ahora no.
—Algo me ha sentado mal. Tengo unas náuseas horribles…
—Me habla con los ojos cerrados y sin ganas—. Mezclé un montón de bebidas en la fiesta de Daniela. Es normal que me
sienta así.
—¿Estás segura de que es por eso…? —pregunto dudando
un poco—. ¿No estarás…?
—Tomo la píldora, Sam —me interrumpe de mala gana—.
Además, hace mucho que no tengo relaciones.
Me alivia un poco saber que no hay posibilidad de que se
trate de un embarazo. Caroline querría desaparecer si se
quedara embarazada. Es decir, creo que cualquier chica en su
último año de secundaria querría desaparecer de la faz de la
tierra si algo así llegara a sucederle.
—De todas formas, creo que tendrías que ir al hospital.
No soy médica, ni mucho menos me interesa la medicina,
pero creo que es prudente que vaya para confirmar que no es
nada grave.
—Ya se me pasará —me dice, apoyando la espalda en el
respaldo de la silla—. Estoy bien —me asegura con una
sonrisa cansada.
Asiento sin creerle del todo.
El profesor Hemingway entra en la clase para comenzar el
examen, así que damos por finalizada nuestra conversación.
El resto del día Caroline se sintió mejor. Su aspecto no
mejoró, pero, según ella, las náuseas desaparecieron. Aun así,
estuvo decaída todo el rato. Es normal después de no haber
dormido en toda la noche. Luke se nos unió en el almuerzo, y
Daniela también, pero Caro estaba lo suficientemente cansada
como para no hacer ningún comentario al respecto. Apenas
participó en la conversación.
La campana suena indicando el fin de la última clase. Ese día tuvimos tres exámenes: Literatura, Historia y Física. Algo así
debería ser ilegal. No pueden juntar tres cosas completamente
distintas el mismo día. Mientras pensaba en una obra de Oscar
Wilde, en mi mente aparecía la imagen del presidente
Kennedy realizando ejercicios de caída libre. Mi mente casi se
cortocircuita, pero sobreviví a ese día mortal de exámenes.
—¿Que Tyler no se había graduado? —me pregunta Caroline
haciendo una mueca.
Le conté muy por encima todo lo que ocurrió el día de ayer.
—Así es —contesto buscando mi móvil en el bolso.
—Entonces, ¿por qué está aquí?
Levanto la mirada para mirar en la misma dirección que
Caroline. Tyler viene caminando hacia nosotras con una
sonrisa en el rostro. Me pregunto lo mismo que mi amiga.
—Caroline, te ves… —dice Tyler acercándose a nosotras.
—Cierra la boca —le interrumpe ella de mala gana—. Nos
vemos más tarde. Me iré a dormir.
—¿Seguro que estás bien? ¿Te acompaño? —le pregunto.
—Estaré bien —escucho que dice sin ánimos.
Me quedo viendo cómo se aleja de nosotros, preguntándome
si es buena idea dejarla irse sola en ese estado.
—Qué simpática es Caroline —se burla Tyler una vez que
mi mejor amiga está lejos de nosotros.
—Tiene un mal día —le explico, comenzando a caminar—.
¿Qué haces aquí? ¿Ya te han dado tu diploma?
—Aún no, pero en unos días me lo darán. ¿Tienes algo que
hacer ahora? ¿Estudiar?
—No, creo que no. ¿Qué tienes en mente?
—La playa.
—¿La playa?
—La playa —me repite sonriendo divertido.
Cuando Tyler dijo playa, en serio quiso decir playa. Ahora
estamos en la playa de Venice. A lo lejos, puedo ver un grupo
de skaters en el parque de patinetes que hay aquí. Me encanta
venir por aquí. Todo es tan colorido, con los murales artísticos
de los artistas callejeros o los músicos que tocan alguna que
otra canción sentados en un banco.
—¿Por qué estamos aquí? —le pregunto al bajar de su auto.
—Nunca habíamos ido a la playa juntos —me dice
girándose, pero sin dejar de caminar.
—Tampoco hemos ido a Disney juntos —digo ladeando la
cabeza—. ¿Vas a llevarme? —bromeo sonriendo.
—¡Anotado! —exclama, y se quita las zapatillas de deporte
para comenzar a caminar descalzo en la arena—. Vamos a
nadar —dice.
—¿Vamos? ¿Estás loco? —le pregunto—. No llevo biquini.
—Pero sí ropa interior, ¿no? —Se ríe mientras se quita la
camiseta y la deja tirada.
Miro a nuestro alrededor, no hay muchas personas en la
playa. Sigo a Tyler, quien se va corriendo al mar. Lo miro
divertida, y dejo ahí tiradas sus zapatillas y su camiseta.
Cualquiera podría llevárselas, pero a él parece no importarle.
—¡Está helada! —se queja con una sonrisa. Me cruzo de
brazos observándolo allí, en el mar—. ¿No piensas meterte?
—me pregunta.
—Estoy bien aquí —le digo, sentándome en la arena.