Mi estúpido vecino.

Capítulo 3: ¿Eso que fue?.

El silencio embargaba la casa, estaba sola, dejé a un lado el libro en mis manos, estirándome.

Mi teléfono pitó indicándome que tenía un mensaje de Aidan, lo tomé, y charlamos un rato, hasta que se despidió diciendo que lo estaban llamando.

Hacia más o menos una semana que los Lambert se habían mudado al lado y mi madre no paraba de hablar de lo atractivos y lindos que son los hijos, lo cual me era extraño ya que tanto como mamá como papá no eran de amistades, incluso papá se llevaba bien con el señor Lambert, eso sí no me pareció extraño ya que el señor Lambert compartía los chistes de mi padre que yo muy pocas veces entendía.

Con Matteo no había vuelto ha hablar desde lo del club y ni con ningún otro miembro de dicha familia además de Jason cuando le mandé la receta vía WhatsApp y el me agradeció, luego de eso : Nada, lo cual no molestaba en lo absoluto.

Aunque si los veía cuando salía a sacar la basura o a veces por las mañanas cuando salía a despedir a mis padres, a Matteo algunas otras veces por la ventana.

Mi vista se poso en el pequeño radio en mi mesa de escritorio , me acerque a el gateando sobre la cama, desconectandolo del cargador, volví a mi posición inicial tomando mi teléfono, encendí el Bluetooth de ambos, para sincronizarlos, cuando lo hice en mi teléfono busque Spotify , dándole play a mi playlist .Justo empezó una de mis canciones favoritas.

—Yo te miro y se me corta la respiración. Cuando tú me miras se me sube el corazón. (Me palpita lento el corazón) — empece a cantar en unisono con la música — Y en un silencio tu mirada dice mil palabras. La noche en la que te suplico que no salga el sol.

En un dos por tres me encontraba de pie con el cepillo de peinar en las manos , simulando un micrófono.

—Bailando,bailando,bailando, bailando. Tu cuerpo y el mío llenando el vacío subiendo y bajando (subiendo y bajando)

Empece a mover mis cadera al ritmo de la música.

— Bailando ,bailando, bailando, bailando. Ese fuego por dentro va enloqueciendo, me saturando. Con tu— y justo cuando empezaba la mejor parte unos golpes en mi ventana interrrumpieron mi concierto privado.

Apague la música desde mi celular. Abrí la ventana buscando el/o la causa de los golpes, y me encuentro a mi "encantador" vecino sin poloche observandome desde su ventana.

—¿Qué? — mi voz salió gélida.

—¿Podrías bajarle a tu música? —pregunto con voz arisca, pareciendo más bien una orden

— ¿Por qué haría eso?

—Te lo estoy pidiendo amablemente, además de que estoy con una chica y necesitamos silencio — en eso detrás de el aparece la pelirroja del club.

—Hola, niña —exclama con una voz excesivamente melosa — ¿Que no me escuchaste?, acabo de saludarte — volvio a hablar pero está vez como si quisiera intimidarme.

—Si te escuche, que no quiera responderte es otra cosa — le contesté hostil.

—Eres muy inmadura — declaró — Aunque es lo más obvio, no tienes dieciocho años siquiera.

— Define madurez. — Le pedí burlona.

—¿Por qué no buscas en Google?, Seguro que encuentras algo, no olvides aplicarlo en tu vida diaria.

Me siento re ofendida — pensé sarcástica.

—Seguro. — conteste con intención de cerrar la ventana — Ah y Matteo, no te sientas mal por la música, tómalo como un regalo mío. Música de fondo.

[...]

Eran aproximadamente las cuatro de la tarde cuando mi teléfono sonó indicándome que tenía una llamada.

Salí disparada de la cocina dejando a un lado el maiz con el que tenía intenciones de preparar unas palomitas.

Llegando a la sala, tome mi celular de encima de uno de los sofás.

Tenía una viodellamada perdida de: Jason. Justo cuando se la iba devolver, me llamo nuevamente, por lo cual le atendí.

—Hola, Amaya — canturreo sonriente , apenas conteste — He intentado hacer la tarta y me ha quedado horrible.

—Hola, ¿Tan mal ha quedado?, Talvez has puesto algún ingrediente de más.

—Si, talvez ha sido eso. —lo ví caminar — Díganle a Amaya como esta la tarta — le hablo a sus padres y a su hermana menor, quienes estaban sentados en un sofá de lo que supongo es la sala de estar.

—¡Estaba rico! — exclamó la pequeña dando un pequeño salto aún sentada en el sofá, haciendome sonreír.

Por la expresión en el rostro del señor Lambert no creo que pensará lo mismo, y cuando hablo me lo confirmó — Pues tan ¡Rico! No estaba — exclamó imitando a su hija.

Desde la posición de la cámara pude ver cómo la señora Lambert piso al señor Lambert.

—¡Au!— exclamó con un sonido gutural.

—No estaba tan mal hijo,solo debes de ensayar un poco más, ya sabes , ¿Verdad Julio? — le dedicó una sonrisa afable.

—Si, claro — expreso con sarcasmo, el señor Lambert sonrió abiertamente mirando hacia la cámara.

Caleb dejo de enfocarlos, volteando la cámara hacia si mismo.

—Y ahí...Matteo,¿Qué tal estaba? — se interrumpió de la nada enfocándo a Matteo, quién venía bajando las escaleras.

—Casi vomito.

— Y ahí está — Caleb volteo la cámara hacia el — ¿Puedes venir?

No pierdo nada — Claro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 






 



 



 



 






 



 



 



 

 

 

 

 

 




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