Para como estába el día de hoy, no pareciera que ayer estaba nublado.
Terminó de bajar mis maletas en espera de que pasarán por mi. Mis padres ya se habían marchado hace al menos unos treinta minutos.
Sin nada más que hacer decido llamar al desaparecido de mi amigo, del que no sé nada desde el inicio de las vacaciones. El celular esta apagado. Así que llamo a los gemelos.
— Hola chicos — saludo al verlos.
— Hola — saludan ambos
— ¿A ustedes les contesto?
— Lo hemos intentado muchas veces y nada.— contesta Adan.
—¿Y si le pasó algo?
— ¡Limpiate la boca! — gritaron al unisono.
— Lo llame hace un rato, por qué ya saben que no estaré disponible por dos semanas y nada. Eso no me es normal.
— Seguro Annie, hizo una de las suyas — comenta Aidan, refiriéndose a su prima.
— Espero a que sea eso. Bueno hablamos en dos semanas — me despido en cuanto escuchó el claxon.
— Suerte.
Cuelgo el teléfono con un mal sabor de boca. Finalmente un claxon suena afuera indicándome que ya han llegado por mi. Arrastró ambas maletas hacia afuera, me aseguro de no haber olvidado nada y de que la puerta este bien cerrada y finalmente camino hacia el gran autobus estacionado afuera.
Subo las maletas hacia dentro del autobús en dónde me esperan mis primos y algunos de sus amigos junto con Víctor, el chófer.
— Hola, Vito — saludo al conductor con una sonrisa mientras termino de entrar.
—Hola, Maya e devuelve el saludo con una sonrisa amable.
Camino hacia mi lugar habitual al lado de Caleb cuando notó que este año Surye ha traído consigo a sus amigas.
Estoy a punto de llegar cuando las puertas del autobús vuelven a abrirse dejando a la vista a un Matteo con el pelo alborotado y con una maleta en mano.
Vito voltea a verme en busca de una explicación — Es mi vecino.
—¿Saben sus padres? — cuestiona preocupado.
— Si — miento parcialmente,después de todo no es una mentira mis padres fueron quienes sugirieron que lo invitará aunque el allá dicho que no, no creo que les moleste, espero.
Las puertas finalmente cierran y doy vuelta hacia Matteo — No que no.
—Cambie de opinión — justifica con una sonrisa burlona.
—Chicos, siéntense, por favor — nos pide Vito, a lo que obedecemos sin rechistar, tomo asiento a un lado de Caleb y Matteo al lado de Apolo. Noto como Apolo empieza a cuestionar a Matteo mientras yo plático con Caleb. El viaje se hace tardado pero finalmente llegamos al lugar de siempre.
Todos bajamos del autobús con nuestras maletas en mano y como es costumbre de todos los años, los señores Buller nos esperan en la entrada.
—¡Señora Buller! — grita Apolo corriendo hacia ella, causando la risa de todos.
Saludamos como es debido y ellos nos dan la bienvenida, sin tardar mucho ya nos encontramos en la cabaña de siempre, Caleb, Apolo y yo nos dirigimos a nuestra habitación siendo seguidos por Matteo. Ocupo mi lugar mientras Caleb vitorea el haberse quedado con la cama de arriba.
—Aun no captó por qué corres hacia ella, si sabes que igual no la quiero — hablo mirando hacia arriba.
—Tu, no, pero Apolo, si — argumenta desde la altura del camarote.
Ruedo los ojos en su dirección — Se supone que eres el mayor y que deberías ser un ejemplo de bondad y compañerismo.
—Lo soy —asegura.
—Claro.
—Maya, cómo soy una buena persona le he cedido mi cama a Matteo a cambio de dormir contigo — admite Apolo ya que su cama es individual.
—Ustedes los Wood, son la mayor muestra de honestidad y bondad desinteresada existente — me ironizó abiertamente.
—Tambien somos Durand.
—Claro pero la parte buena y bondadosa está del lado Wood.
Ignorandome Apolo deja sus cosas en mi cama mientras Caleb se baja de su lugar y ambos se van de la habitación mientras bromean. Al notar esto Matteo no tarda en hacer un comentario de los suyos:
—Si te molesta dormir con Apolo, puedo reemplazarlo — dice con una extensa sonrisa en el rostro, ruedo los ojos, sacudo levemente la cabeza mientras lo dejo solo en la habitación, al cerrar la puerta escuchó su risita desde fuera. Imbécil.
Un imbécil que la está pasando fatal y lo disfraza con una sonrisa. Me recuerda la voz en mi cabeza lo que me lleva a cuestionarme: ¿Y si siempre ha sido así?
Sacudo la cabeza y vuelvo a la realidad que es la sala del lugar en dónde los señores Buller nos dan las palabras de bienvenida, de un momento a otro siento una mano en la parte baja de mi cintura que me causa un escalofrío por la sorpresa. Sin siquiera mirar atrás se que es Matteo, golpeo su mano logrando que la aparté.
—¿Y el joven, como se llama?— curiosea la señora Buller en dirección a Matteo.
—Matteo — simple y conciso responde Matteo.
Los señores Buller me dedican una mirada al notar que ha venido conmigo. — Pensamos que ya no vendría, joven — comenta está vez el hombre.
— Cambio de planes.
—Oh, pues bienvenido, le aseguro que se va a divertir mucho en estás semanas.
—Muchas gracias.
Después de eso el resto del día transcurre tranquilo, los chicos están en la sala de la cabaña conversando y haciendo bromas, mientras yo estoy sentada en la cocina mirando la pantalla de mi celular, lo cual es una perdida de tiempo por qué aunque me llamara, no tengo señal. Quiero hacer caso a los gemelos y convencerme de que está bien pero no puedo. Simplemente no puedo, la angustia me consume.
Con la intención de despejarme un poco salí por la puerta trasera en dirección al bosque.
El camino por el bosque había sido tranquilo y ahora que le había cruzado estaba a punto de llegar al río, desde mi posición podía escuchar las corrientes de agua.
Al salir del bosque ante mis ojos se encontraba el río, la gran piedra acompañada de unas pequeñas que ella, todo seguía igual al año pasado, pero había algo especial está vez,allí estaba ,Mikail.
Tenía mucho sin verlo, casi un año. El pelinegro de aspecto intimidante miraba hacia el río dejando a la vista su perfil en dónde resaltaba su marcada mandíbula.