Mi Ex, Mi Roomie : Reencuentro Inesperado

Capítulo 2 – Primera noche

La primera noche en el departamento comenzó con un silencio inquietante. Camila dejó caer la maleta en su nueva habitación, un espacio pequeño pero acogedor, con paredes de un tono beige suave que la hacían sentir… moderadamente optimista. Todo parecía en calma, hasta que recordó que no estaba sola.

—Bueno, supongo que este será mi territorio —murmuró para sí misma mientras abría el armario y revisaba los estantes.

Un golpe seco desde la cocina la sobresaltó. Corrió para asegurarse de que Julián no hubiera hecho de las suyas con la cafetera o la tostadora. Como era de esperar, él estaba allí, intentando calentar agua en un microondas que no parecía cooperar.

—¡Ey! —gritó Julián mientras una nube de vapor escapaba del microondas—. ¿Sabías que los microondas modernos son unos rebeldes?

—No —dijo Camila con voz cargada de sarcasmo—. Pero ahora lo sé, gracias por la demostración.

Mía apareció de repente, su bolsa de compras todavía medio vacía, con un paquete de galletas en la mano.

—¡Cuidado con la electricidad! —exclamó mientras tropezaba con un cable y casi derriba la lámpara de pie—. Esto va a ser la muerte de alguien… probablemente mía.

Camila suspiró y miró a Julián, quien apenas contenía la risa.

—Tu amiga es… adorable —dijo, con un tono que mezclaba diversión y malicia—.

—Adorable y destructiva —replicó Camila, cruzándose de brazos—. Bienvenida a la primera noche del desastre.

Después de organizarse un poco y cenar algo rápido, el departamento quedó en silencio. Julián se sentó en el sofá, mirando su teléfono, y Camila revisaba las fotos de su última mudanza, pensando en lo diferente que era esta noche a cualquier otra.

De repente, se escuchó un golpe desde la habitación de Camila. La joven giró, confundida, solo para ver que una caja que había apilado anteriormente se había caído. Julián saltó de inmediato:

—¡Hey! —dijo mientras la levantaba con cuidado—. Todo bajo control, nadie sufrió daños… todavía.

—Gracias —susurró Camila, con una mezcla de irritación y nerviosismo. Su proximidad la hizo sentir… extrañamente nerviosa.

Mía, desde la cocina, soltó un “¡wow, qué romántico!”, sin darse cuenta de que sus palabras solo intensificaban la tensión.

Mientras el reloj avanzaba, la oscuridad del departamento se hizo más evidente. Camila estaba a punto de apagar la luz cuando escuchó a Julián suspirar desde el sofá:

—Nunca pensé que vivir solo sería tan… complicado.

—Complicado es tu sonrisa —replicó Camila sin pensarlo, sintiendo un calor subido por el rostro—.

Él levantó la mirada, sorprendido por la respuesta. Durante unos segundos, el silencio se llenó de electricidad. Y entonces… un pequeño accidente: Mía tropezó nuevamente con una alfombra en la sala, tirando un vaso de agua que terminó salpicando cerca de Julián.

—¡Ay, mi vida social! —gritó Mía mientras se incorporaba—. Esto será épico.

Camila no pudo evitar reírse. Julián también lo hizo, aunque tratando de mantener la compostura. Por un instante, las tensiones y recuerdos incómodos parecieron disiparse, dejando un extraño pero cómodo espacio entre ellos.

Cuando finalmente Camila se metió en la cama, escuchó la voz de Julián desde el sofá:

—Buenas noches, caos ambulante.

—Buenas noches, desastre con patas —respondió ella, con una sonrisa que no quería desaparecer.

Y así, en esa primera noche, entre risas, golpes accidentales y miradas que decían más de lo que deberían, Camila entendió que esta convivencia iba a ser un desastre… delicioso y entretenido a partes iguales.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.