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Capitulo 2: Comienzo
 

6:30 am

La alarma sonó y a regañadientes me levanté de mi cómoda cama, estruje mis ojos tratando de adaptarme a la claridad que se asomaba por mi ventana. Mi novio Harry seguía dormido, era la única que estaba deambulando a altas horas de la mañana.

Debía ir a la empresa, tenía muchas cosas por hacer, juntas que debo asistir, papeles que debo firmar, nuevos accionistas que atender. La empresa es de mi familia, pero yo soy la que se encarga que todo se maneje como se debe. Mi abuelo cuando falleció la gran empresa pasó a manos de mi padre, éste ultimo cuando decida Dios llevárselo, la empresa pasara a mí, mis dos hermanas no tenían problemas con que la empresa quedara a mi nombre. No solo existía una empresa, hay como unas tres más en distintos países. La principal queda aquí en Miami, hay una que se encuentra en Italia, otra está ubicada en Londres y la última está situada en chile... Todas son manejadas por socios de confianza, son muy eficaces en lo que hacen; nunca ha habido desmejoras.

Por tener empresas en otros lugares me ha tocado viajar innumerables veces, solo tengo veinticinco años de edad, bastante joven, siento que soy una mujer exitosa de negocios. Lo cómico de todo esto es que yo no tenía idea de que iba a lograr una hazaña como esta. No sabía que estudiar, lo que quería era ser feliz sin tener que vivir bajo las incesantes órdenes de mi papá.

Verona estudia finanzas.

Verona estudia contaduría.

Verona estudia economía.

Verona debes dirigir la empresa familiar por ser la mayor.

Esos dias fueron estresantes para mi, cada vez que mi padre hablaba lo único que quería hacer era lanzarme de una acantilado, estaba cansada de que mi padre me dijera que debía hacer. Me decidí por administración de empresas.

Antes de comenzar a estudiar estaba a punto de cometer una locura, iba a escapar con uno de mis ex novios a las vegas para casarnos, imaginen a dos jóvenes enamorados con la idea de casarse y fugarse juntos.

Todos esos planes quedaron declinados cuando me dejo una carta diciéndome que no podía hacerlo, me pedía en la carta que lo perdonara pero que no podía más con la relación. Una carta, fue lo único que dejo, hasta el sol de hoy no lo he vuelto a ver. Lo que pasó fue lo mejor, me reivindique deje un lado mis niñerías y me puse a estudiar.

Me gradué a los veinticuatro años de edad, mi padre a pesar de que estaba aun estudiando me dejaba a cargo de la empresa, así fue que aprendí como manejarla mejor; mientras estudiaba también dirigía la empresa junto con mi padre. Fue una experiencia única, era divertido ver como los accionistas y socios de la empresa te prestaban mucha atención y hacían lo que tú decidieras que era lo mejor y lo correcto, muchos me miraban mal por ser la más joven, pero ninguno dudaba de mis habilidades adquiridas por mi padre y mis estudios.

-Verona, amor-susurro mi novio Harry al verme parada en la ventana viendo al horizonte. Me tumbe nuevamente en la cama y comencé a darle pequeños besos en su linda cara-Pensé que te habías ido.

-Aún no estoy lista, amor. Me perdí en mis pensamientos mirando al horizonte. -El me sonrió devolviéndome cada beso que le había dado.

Harry howland era el novio más tierno y simpático que una mujer pueda tener. La forma como conocí a mi Harry fue única.

Tiempo atrás...

Estaba en una cafetería tomando mi desayuno cuando un individuo entró captando la atención de todos los presentes, especialmente de las mujeres. A mí a simple vista me parecía otro chico lindo con complejo de superioridad, no negaba que estaba bueno. Fue a comprarse su desayuno, su vista se poso en mi por unos segundos y me sonrió de manera picara, acto que me hizo poner los ojos en blanco; en cuanto él vio mi reacción comenzó a reírse de mí, lo ignore por completo.

Mientras estaba concentrada leyendo algunos papeles de todas las empresas me di cuenta que debía ir a la oficina, se acercaba la hora para una junta importante que no debía faltar por ningún motivo. Cuando me levanté tropecé a alguien y ese alguien era aquel individuo, hice que tirara su café en su impecable camisa blanca.

—Lo hiciste a propósito— me acusó

—Por supuesto que no—me defendí

—Sé que me viste venir y tiraste mi café apropósito.

—No te vi, además... ¿sabes qué? olvídalo piensa lo que quieras, diga lo que te diga creerás que fue apropósito

Ya fastidiada de la escena que se estaba llevando a cabo frente a muchos, le pase por un lado y me dirigí a la salida; él al verme en la entrada me tomó del brazo con delicadeza haciéndome encararlo. Estaba muy cerca de su rostro, más de lo que me gustaría estar

—Se que no fue apropósito-musito cerca de mi cara

—Entonces... ¿por qué demonios hiciste esa escena tan estúpida delante de todos?-pregunté alejándome un poco de él

—Para molestarte, pero veo que me pase de la raya—me dio una mirada de arrepentimiento

—Como sea, me tengo que ir.

Justo en ese momento mi teléfono comenzó a sonar, se dio cuenta que no había logrado nada con lo que dijo. Me arrebato el teléfono de las manos y comenzó a correr

—Imbécil, ¿qué crees que haces? —Le grité. No me importó que me vieran todos los que pasaban por allí, como una chiflada

—Hago que me sigas, si quieres tu teléfono ven por el—me grito de vuelta

Molesta, me quite mis tacones y comencé a correr detrás de él. El infeliz corría rápido; cuando por fin lo alcancé el no paraba de reír, el aun no me daba mi teléfono. Me contuve las ganas de patearlo en su entrepierna y perderme.

—Dame el teléfono—le exigí

—No hasta que me digas tu nombre

—No te diré una mierda, dame mi teléfono—volví a exigirle

—No, no, así no se ganan las cosas

El muy imbécil estaba haciendo que mi paciencia se agotara. Respire profundo y pensé que si solo quería saber mi nombre se lo diría, necesitaba mi teléfono de vuelta, iba tarde para la junta.