Mi Fiel Theo

CAPÍTULO 3

Paso una semana desde que Theo llego a vivir a casa de Dayana la chica que el siempre miraba, cada mañana, cada día. Desde ese entonces el la acompañaba cuando salía a correr en la mañana, estaba a su lado y cada vez que se acercaba algún desconocido se ponía en alerta para protegerla.

Esa tarde volviendo de la universidad Theo la esperaba en la entrada de la casa, pues ella se había percatado que siempre la seguía a todos lados y debido a eso, le había dicho que se quedara en casa. De todos modos, este la había desobedecido y la perseguía a todos lados, cuidándola como siempre lo hacía.

–Hola Theo ya llegué, has sido un buen perro has cuidado la casa –digo acariciando la cabeza de Theo. Al sentir, como su perro se agachaba pues no podía mentirle –Theo. –dijo seria –ya te dije que debías cuidar la casa y no seguirme a mí –empezó a ladrar en una forma de disculpa –Theo.

De pronto este se levantó y miro atrás de Dayana y gruño enojado haciéndola sobresaltar –hola Dayana –reconoció la voz de Carlos.

Ella se volteó para verlo entendiendo, la razón del gruñido de Theo que empezó a ladrar enseñándole los colmillos al tipo que llego a casa de su dueña –ah era eso –digo Dayana con burla al referirse a Carlos –perdóname Theo. ¿Qué haces aquí?

Theo siguió ladrando con fiereza espantando al tal Carlos que se puso nervioso –aleja a esa bestia de mí –dijo alzando la pierna dispuesto a golpear a Theo si lo atacaba.

–Theo quieto. Siéntate –obedeció –mejor vete, no te quiero ver ni en pintura.

–Lo siento, no quería que esto pasara. Y lo bueno es que este costal de pulgas… –Theo lo gruño mostrando sus colmillos dando un ladrido.

–A Theo no le agradas y tampoco a mí. Mejor vete –se dio la vuelta para entrar a su casa cuando Carlos se puso un poco agresivo tratando de tomar por la fuerza a Dayana a lo que Theo se interpuso de inmediato atacando los pies de Carlos a lo que él lanzo una patada que Theo evadía poniéndose más furioso.

–Aléjate de mí costal de pulgas –agarro una piedra para lanzarle a Theo.

A lo que Dayana salió de su casa con un palo de escoba –atrévete a tocar a mi perro y te caigo a escobazos. –Viéndose en aprietos opto por darse media vuelta e irse –buen chico Theo –se agacho acariciando la cabeza de su perro –te ganaste un poco de carne bien sabrosa –Theo se subió sobre ella y comenzó a lamerle la cara.




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