Mi final feliz

Burbuja rota

Estaba asustada y tenía miedo. El hombre seguía pateando a Royce en el suelo, mientras los otros yacían malheridos producto de la golpiza. Empecé a temblar del frío. Eso es buena señal; al menos estaba saliendo de mi shock.

-De..tente – susurré como pude.

El hombre de pronto cesó las patadas a Royce quien ya botaba sangre por la boca. Se dio la vuelta y me miró con compasión. Había empezado a nevar y el frío me consumía.

-¿Estás bien? – dijo acercándose. Por un acto intuitivo me alejé para evitar que me tocara. -¿Te hicieron algo éstos canallas? – me examinó con la vista muy preocupado.

-No…no me hicieron nada…- titubeé y mis dientes sonaron del frío.

-Estás congelándote. –

El tipo se sacó la chaqueta de cuero que traía. No era de un aspecto fino, más bien parecía muy humilde. Colocó la chaqueta sobre mis hombros y me ofreció su mano. La miré por un minuto antes de tomarla. Estaba muy asustada pero él había salvado mi honra, y sentía que podía confiar en él.

Me dejé llevar por sus manos mientras me alzaban. El cuero cabelludo me dolía mucho.

-Me … las vas…a ….pagar…- la voz de Royce me asustó haciéndome estremecer de miedo. Mi héroe le propinó una patada en la boca que lo dejó totalmente inconsciente.

Abracé a aquel extraño, como si él fuese un escudo protector. Me sentí pequeña a su lado pues era muy grande de contextura.

-Tranquila…- me devolvió el abrazo.

Era extraño pero me sentía aliviada con él. Nos quedamos bajo ese farol roto, por unos cinco minutos, abrazados, acompañados más que por la fría noche, la nieve y cinco hombres inconscientes en el suelo.

-Debo irme…- le dije apartándome de él. No era prudente abrazar a un extraño por muy cómoda que me pareciera la situación.

 

-Te llevo – me ofreció. En otra oportunidad le hubiera dicho que no, pero sentía tanto miedo que acepté. Él tomó mi chaqueta y sombrero. Me saqué su gran parca de cuero y se la entregué. Me coloqué la mía sobre los hombros. Estaba toda rasgada y sucia pero al menos servía para llegar bien.

El sombrero me lo puse no sin antes peinarme un poco. Me dolía cada vez que movía un pelo. Caminamos en silencio hasta mi gran casa. A unos metros decidí que no era apropiado que me viesen llegar con él a estas horas de la noche.

-Te veré desde acá entonces – dijo con un tono preocupado. No pude decirle que no. Me daba tanta confianza.

-Gracias…- dije en un tono apenas audible.

-Sólo… cuídate…- hizo una mueca de dolor en su rostro.

Asentí en respuesta y me di la vuelta. Sentí su mirada constante sobre mí todo el camino que hice hacia la puerta. Suspiré y me revisé la ropa por última vez antes de que me vieran mal. No sabía cómo explicarle a mis padres que mi futuro esposo junto con mis amigos casi me violan y que ahora estaban tirados en el piso porque un desconocido les pegó y me salvó.

 

-¡Rosalie Hale! ¿Dónde diablos estabas metida? – me regañó mi madre apenas pisé el hall.

-Mamá…- titubeé.

-¡Claro, quizás estabas en la casa de tu amiguita esa…!

-Vera – le recordé.

-Cómo sea… Te he dicho que no me gusta esa niña. No es de tu clase Rosalie. ¡Pero mira que facha tienes! Ojalá Royce no se le ocurra venir a verte ahora… Mírate tu chaqueta… ¿Qué le hiciste? – me la arrancó para examinarla.

-Yo…yo…- Me debatí en ese momento. No sabía cómo decirle…

-¡Ya no digas nada mejor! Y ve a darte un baño y duérmete… Mañana verás a Royce y tienes que estar hermosa.

 

-Si mamá…- le obedecí. Subí a la habitación y me sentí fatal por no haber contado lo que realmente sucedió. En el baño, dejé correr el agua caliente en la tina para que se llenase. Me saqué las prendas y me miré al espejo preguntándome qué habría pasado si ese hombre no me hubiera salvado.

Saqué ese pensamiento de mi mente y me introduje en el agua caliente. Se sentía muy bien. Me sumergí en mis pensamientos. Quería olvidar todo lo que pasó esa noche. Sacar de mi mente la idea de que Royce casi me viola. Mi príncipe no era lo que yo pensé. No vino a convertirme en una princesa.

De pronto las sirenas de la sonora ambulancia hicieron eco en las calles. Me senté en la tina y abracé mis piernas. Escondí mi cabeza y me repetía una y otra vez "esto no verdad". En algún lado de mi mente quería creer que nada de esto había pasado y que todo seguiría su curso. Que en una semana más yo me casaría con Royce y que me cambiaría a una hermosa casa y sería feliz de por vida.

-¡Rosalie! ¡Sal de ahí y vístete! ¡Rápido! – mi madre me sacó de mi trance.

Hice lo que me ordenó. Fui a mi habitación y me puse un vestido simple. Aunque me veía hermosa de todas formas, no quería mostrar mucho. De seguro ahora nos tocaría ir a ver lo inevitable.

-¿Qué ocurre mamá? – llegué al living.

-Es Royce… Al parecer alguien le pegó a él y sus amigos…¡Pobrecito! – se compadecía de él.

Intenté parecer preocupada pero no pude. No me salía ni siquiera fingir.

-¡Rosalie! – me sacudió mi madre recordándome los hechos pasados. –Debes estar en shock… Pero Royce está bien. Tu padre salió a averiguar todo y …

Su voz se hizo eco en mi cabeza. No quería escucharla más parlotear sobre el hombre que casi destruye mi vida.

-…No sé cómo puede haber gente así suelta en las calles… Ojalá metan preso a los tipos q les pegaron. – esas palabras me llamaron la atención. Mi madre estaba lejos de adivinar lo que realmente pasó. No eran varios hombres si no uno. El desconocido que me salvó…

-Mamá…- hablé al fin – Yo…

En eso mi padre entra en la casa sacudiéndose la nieve de los hombros.

-¡Querido! ¿Cómo está Royce? – mi madre se acercó a él.

-Están curándole las heridas. Tiene un par de costillas rotas y muchas lesiones internas. Sus amigos también están así de mal… - dijo mirándome con tristeza. Cómo si me causara pena que Royce estuviera muriéndose.

-Oh cielos santos…¡Qué tragedia! Deberían matar a los que hicieron eso…



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En el texto hay: amor

Editado: 31.08.2023

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