Mi final feliz

Agua y aceite

Cruzando la esquina, comencé a correr. Tenía que ir a buscarlo. Tenía que encontrar a Emmett y escapar con él a algún lado, lejos de todo esto. La gente me miraba al pasar pero poco me importó. Por muchos años guardé las apariencias pero ahora sólo verían a una mujer corriendo como loca por las calles buscando a su amor. Las piernas me temblaban pues no estaba acostumbrada a hacer éste tipo de ejercicio. Pero la cara de Emmett en mi cabeza me hacía continuar. Llegué con mucho vuelo al restaurante y me tuve que afirmar de una pared. Regularicé mi respiración por un segundo y entré.

-¡Emmett! – lo llamé bajo la mirada de una pareja y una familia que me vieron como si estuviese loca. -¡Emmett! – pero él no aparecía por ningún lado. Las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas, pero él no se asomaba por aquella puerta en la que le había confesado mi amor.

-¿Señorita? – no me había fijado que tenía a un mesero a mi lado.

Lo miré tratando de explicarle con los ojos todo lo que sentía. Las palabras ya no eran mi medio de comunicación. Salí corriendo de nuevo. La luz del día me encandeció y tuve que frotarme los ojos, los cuales estaban empapados del llanto.

¿A caso todo esto había sido un sueño? ¿Un cruel y masoquista producto de mi imaginación? ¿Emmett sólo existía en mi mente? No, él era real. Su sonrisa me lo decía. Su mirada me gritaba que todo esto era real. Que lo nuestro era verdadero. ¿Pero dónde estaba?

Caminé sin cesar, rendida. No podía volver a mi hogar. Si no es con Emmett, no me voy a ningún lado. Inhalé profundamente tratando de olvidar todo por un minuto. Para darme un momento de tranquilidad. Levanté la vista del camino de tierra que estaba a mis pies. ¿A caso desear tanto verlo había hecho que mi mente lo imaginara tan bien? Ahí estaba mi Emmett, a unos cuantos metros de mí, detenido. Mirándome con los ojos llenos de ansiedad. El viento corría en su dirección así que mi cabello se revoloteaba todo. Podía sentir la tela de mi vestido blanco deslizarse por mis piernas. Y luego su aroma me llegó. Su dulce aroma golpeó en mi nariz. Era una invitación. La mejor y más esperada de todas. El destino me llamaba a estar con él. Ya no se trataba sólo de lo que yo quería. Era una fuerza mucho mayor la que nos unía. Era amor.

Emmett dio un paso hacia mí y lo imité. Luego otro y otro. Nuestros pasos se aceleraron y corríamos al encuentro del otro. Nuestros cuerpos chocaron como dos rayos cargados de energía. No lo pensamos dos veces. Nuestras bocas al fin se encontraron en un beso lleno de pasión y ternura. Era desesperado, pero amable. Fogoso pero inocente. ¿Era posible que el agua y el aceite por fin se hayan unido? La respuesta la tenía en ese momento. Éramos tan distintos pero ahí estábamos. El viento nos juntaba aún más. Sus manos instaladas en mis mejillas para juntarme más a su boca. Mis manos se aferraron a su espalda con fuerza, para no dejarlo más.

-Te amo Rosalie – me besaba la mejilla, luego la boca y así en un juego interminable. Secó mis lágrimas con su mano.

-Llévame contigo. Donde sea. – junté nuestras frentes mientras nuestras manos estaban en la cara del otro.

-Dime dónde y ahí estarás. Moveré montañas y cascadas para llevarte donde tu quieras.

-No necesito un palacio, ni grandes terrenos. Sólo… sólo te necesito a ti.

Emmett me besó nuevamente. Noté que su ceño estaba fruncido, sólo para darme cuenta que el mío también. Tanta pasión, tanto amor dolía.

-Te amo Emmett. Tú me has abierto los ojos. Te debo más que mi vida.

-No me debes nada amor. Yo soy el que te debe a ti tanto. Te debo mi existencia. Tu me has dado un motivo para vivir.

Nos refugiamos el uno al otro en un abrazo furtivo. Desesperado. Como si el mundo se acabase en cualquier minuto. Como si nuestra felicidad se fuese a esfumar. Y eso podía pasar. Tenía que irme ya. Si me quedaba me arriesgaba a lo peor. Tomé su mano y me dejé llevar. ¿A dónde? No lo sé. Mientras estuviera con Emmett no habría problemas. El sol nos daba fuerte, iluminando nuestro camino. Sus dedos entrelazados con los míos se sentían aún mejor que en el sueño que tuve. Mucho mejor.



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En el texto hay: amor

Editado: 31.08.2023

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