Mi futuro asesino

Naranja

Prosiguió la mamá leyendo después de beber un sorbo de café:  
“Recuerdo poco más que correr a mi casa y cerrar con candado todas las puertas que tuviera. Agitado me senté en el suelo a tratar de pensar que todo era parte de mi imaginación, aunque no podía marcarle a ninguno de mis amigos, 3223 podría escuchar cualquier cosa que pudiera decirles. Así que traté de calmarme con dos o tres Chesterfield. Ya más tranquilo y agotado de cansancio quedé dormido en el suelo de mi casa, tratando de evitar volverme loco; me llamaron mis amigos con los que salí anoche, pidiendo que nos reuniéramos en un punto, que la noticia no podía dármela por teléfono. Preocupado y sin color en la sangre me dirigí hacia allá, con un poco de paranoia aún, sentía por momentos como si todos me observaran de lo raro que me veía, pero como probablemente todo era un producto de mi imaginación, actuaba “normal” en mi cabeza.  

—Quiero darles la noticia de que anoche Michael fue, probablemente, victima de un intento de asalto. Supongo que al no poder quitarle nada de sus pertenencias, fue apaleado de manera brutal e inimaginable— dijo Ellie con una tristeza enorme pintada en su cara, mientras yo por dentro quería romperme a pedazos en toda clase de emociones. Jonathan, que siempre estaba un poco inexpresivo, quedó boquiabierto de la sorpresa, —Si alguno tiene alguna idea o información de algo que sepa o haya visto anoche, será de lo más bienvenida. Michael ahorita está en el hospital, y mi idea es que vayamos todos a visitarlo. 

Jonathan, Ethan y Ellie se pararon de la mesa casi con una expresión vacía y dijeron “vamos” los tres al mismo tiempo, echando una pequeña sonrisilla que rompía un poco la tensión del asunto. Yo, claramente me encontraba de una manera indescriptiblemente aterrorizado y perplejo ante la situación.  

—Vamos, hombre; no te agobies, vamos a verlo, hay que apoyarlo como sus amigos que somos— dijo Ethan dándome palmadas en la espalda. 
A lo que me levanté de la silla en la que nos encontrábamos y decidimos dirigirnos al hospital, cabía a resaltar que Michael era un hombre de dinero, así que no lo mandaron a cualquier hospital, fue enviado a uno de alto costo. Llegados, nos recibieron y empezaron a explicarnos las instalaciones una clase de “guía” llamada Ángela, —Este es el estacionamiento del hospital— explicaba mientras le seguíamos— de aquel lado se encuentra el hospital psiquiátrico “Murdock”, puesto ese nombre por un hombre muy famoso encargado de la psicología humana, contamos con toda clase de personas, desde la primer sala, que es donde se encuentran los pacientes con menos desequilibrios mentales, hasta la sala tres mil doscientos veintitrés, que a partir de cierto punto, comienza la gente con casos más severos a verse— Y continuamos caminando, pero ahora adentrados en el hospital, —Dentro de este hospital contamos con toda clase de cosas, desde personal de calidad, hasta recursos extras en caso de escases de algo. Pero, como es obvio, ustedes están interesados en su amigo. Y los llevaré, solo les pediré traten de no entrar a ninguna otra sala mas que la asignada, sino serán vetados del hospital.  

Decía la señorita mientras nos dirigíamos a la sala donde se encontraba Michael, que éramos llevados por un pasillo enorme con puertas a los lados, hasta llegar casi al final. Una vez ahí, estaba Michael en la camilla lleno de moretones, con un yeso en la pierna, heridas profundas, cables conectados, vendas, con una maquina que detectaba el ritmo del latido cardiaco, estaba hecho un desastre  

—Su amigo por el momento se encuentra estable, pero en coma. No sabemos si despertará pronto, pero recibió muchas contusiones cerebrales, que harán difícil se despierte sabiendo lo que le sucedió. Traten de no hacerle mucho ruido—, dijo la enfermera saliendo de la sala 
Ellie, que era la más sentimental comenzó a llorar mientras abrazaba a Ethan, quien al ser muy alto, le podía abrazar bien. Jonathan sólo se acercó, pues era el más “frío” de algún modo, pero sí rodó alguna lágrima de esas que se ven pocas veces, yo, me quedé atónito y blanco. Sólo pude sentarme y susurrar “perdón” lo más bajo posible, con un nudo en la garganta que quería hacerme llorar desconsoladamente.  

Después de salir de ahí, no me sentía el mismo, me sentía incluso un poco muerto por dentro, con miedo, desesperación, paranoia, incluso claustrofóbico de estar existiendo. Quise ir a casa y encerrarme a llorar y lamentarme el haber nacido, pero me llamó 3223 al teléfono: 

Alex, recuerda que tenemos aún un trato de fidelidad entre nosotros, y, si quieres seguir luchando por tu bienestar, vas a tener que seguir haciendo un par de tareas que te tenemos asignadas 

Dijo la voz robótica de la grabadora, me hicieron subir a un Cadillac DeVille de 1990 viejo y negro, que no era mío, pero tenía llaves puestas; me dieron coordenadas y me hicieron dirigirme a un lugar especifico, unas coordenadas.  
Sin mucho que argumentar me encaminé y esperé no fuera mi muerte, aunque lo dudaba, pero tan largo era el camino que si era tarde, ahora se había puesto ya oscuro y daba casi la noche, cuando cerca del lugar dicho, me volvieron a llamar: 

Dentro de un kilometro y medio llegas a tu destino, encontrarás un bosque del lado en el que bajas del carro. Caminarás recto lo suficiente para ver en el suelo una bolsa negra de basura en el suelo, es un cadáver, vas a recogerlo, echarlo al maletero y regresar, después lo tirarás al río que está de regreso. Recuerda que nadie debe verte, encárgate de que no quede ningún testigo. Fin del mensaje. 

Yo seguí manejando, tratando de auto consolarme pensando que aunque se estaba saliendo todo de control, no era yo quien estaba muerto. Y cuando llegué, tengo que admitir que me quedé dos segundos pensando, pero quise hacerlo sin miedo ni remordimiento, quizá era darme miedo lo que ellos buscaban. Cuando bajé, escuché un campaneo, pero al no ver mucho movimiento a mi alrededor, mas que las hojas moverse por el aire que hacía, decidí seguir caminando.  
Cuando por fin me encontré con el cuerpo sin vida, quise no ponerme nervioso, o algo así, así que lo hice todo sin escrúpulos, levanté al cuerpo porque quizá si lo arrastraba hacia demasiado ruido. Pero cuando llegué a estar cercano al carro me tropecé con un montón de ramas que no había visto en el suelo, haciendo así que el cadáver cayera al suelo, con raspones me levanté, sin hacer mucho ruido, pero al asomarme parte de la bolsa se había roto, había roto lo que cubría la cabeza, ahora estaba descubierto, y se veía cómo había sido probablemente golpeado con un martillo, o un maso, por la forma en que había sido aplastada su cabeza. Perplejo me quedé parado con las manos temblando, tratando de no gritar, pero me interrumpió el crujir de unas hojas aplastándose detrás de mí…, un niño con su triciclo observaba el acto que acababa de suceder. Y yo sin saber qué hacer, volteaba a ver al niño, pensando en que me habían dejado claro no dejara ningún testigo, pero el niño se echó a la fuga dejando su triciclo con la campana abandonados en el lugar, el niño comenzó a correr y yo detrás de él, sin saber completamente lo que estaba haciendo, pero siendo evidentemente obvio que era más rápido que él, así que cuando lo alcancé me lancé a detenerlo, y tirados en el suelo él comenzó a patearme la cara. Enfurecido y confundido con la situación que estaba aconteciendo en ese momento estrellé su cabeza contra una piedra grande y filosa que se encontraba cerca, llenando mis manos de sangre y abriendo su cabeza como si fuera una naranja".
 



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En el texto hay: horror, sangre, suspenso

Editado: 07.07.2019

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