Mi gato

Capítulo 9: Confesión

—El me miró, ladeó la cabeza… y me besó.

No podía creerlo. Me quedé completamente paralizada. Mi cerebro hizo cortocircuito.

Lo aparté, sin violencia, pero con sorpresa, y lo miré fijamente.

—No te pongas nerviosa —dijo Dylan, tranquilo, con una voz suave.

Lo seguí mirando, sin saber qué decir. Las palabras no salían. Mi última relación fue un desastre, y aunque esto se sintiera diferente, me daba miedo.

—No tenés que responderme ahora —agregó, como si pudiera leerme la mente—. No voy a lastimarte. Solo… me gustaría intentar algo con vos.

Le toqué la frente con suavidad.

¡Ya no tenía fiebre!

¿Ese beso fue... consciente? ¿Planificado? ¿No fue un delirio febril?
Preferí no preguntar.

—Bueno... —susurré después de un largo silencio.

Sus orejas de gato, sus garritas y la cola desaparecieron de golpe, como si esa palabra fuera mágica.

—¿Ya te sentís mejor? —pregunté.

—Sí. Mucho mejor —respondió con una sonrisa enorme.

—¿Y cómo es que te curaste tan rápido?

—El afecto y el cariño son la mejor medicina —dijo, guiñándome un ojo.

—Ajá —resoplé, tratando de no sonreír.

—Creo que necesito otro beso. Para prevenir recaídas, ¿viste? —agregó con una sonrisa de medio lado, acercándose.

Antes de que pudiera intentarlo, me levanté bruscamente de la cama.

—¡Tengo que bañarme! —grité, escapando al baño con el corazón a mil.

Desde atrás escuché su risa burlona.

Este chico está completamente loco…
Dios, necesito una ducha. Y meditación. Y quizás una terapeuta.

(...)

—¡Soy una tontaaaa! —grité en voz baja—. ¡Me olvidé la ropa!

Me envolví con la toalla, abrí la puerta con cuidado y asomé la cabeza. Dylan estaba en forma de gato, dormido. Bien. Si me movía despacito, podía cruzar hasta la cómoda sin ser detectada.

Avancé en modo ninja.

Llegué. Ropa interior: check. Solo faltaba el pijama.

—¡¿Qué hacés así vestida?! —gritó una voz masculina.

Me giré en seco.

¡Dylan! En forma humana. Y observándome de arriba a abajo con una expresión entre alarma y... ¿algo más?

—Amm... —no me salían las palabras.

—Ponete algo. Ya —dijo, dando un paso hacia mí.

No podía moverme. Sus ojos... tenían las pupilas alargadas, como las de un felino. Había algo extraño en su energía, como si luchara por contenerse.

—¿Qué pasa? —pregunté, temblando.

Cuando estuvo frente a mí, me miró de arriba abajo, apretó los puños y me abrazó con fuerza.

—¡Me asfixiás! —tosí.

—Perdón... no quiero lastimarte —murmuró, pero no me soltaba.

—Bueno, pero… cof cof... ¡soltame, Dylan!

—Solo un segundo —dijo, casi rogando.

Y entonces… todo se volvió negro.

POV DYLAN:

¡Ay no! ¡Se desmayó!

¡Pero no es mi culpa! ¿Quién sale del baño sin ropa sabiendo que tiene a un gato-humano-loco en casa?

Mi instinto se volvió loco. El animal dentro de mí rugía. En serio, la estaba asfixiando… y ahora está inconsciente.

La recosté en la cama con cuidado. Se veía tan hermosa. Tan frágil.

Y yo, un animal.

Me senté al borde y no podía dejar de mirarla. Gotas de agua se deslizaban por sus hombros. La acaricié con ternura, y sin pensarlo, me incliné lentamente hacia ella…

¡DETENTE!

Me alejé bruscamente, como si me hubiera quemado. La cubrí con el acolchado sin mirar más. No podía verla. No debía verla.

Respiré hondo, cerré los ojos.

Me transformé en gato y me acurruqué a sus pies.

Hacía frío.

Me metí dentro del acolchado buscando calor, pero apenas vi su cuerpo… salí disparado otra vez.

¡Idiota! ¡Controlate!

Finalmente, me escondí entre sus peluches.

Ahí pasé toda la noche. Enroscado. Tiritando. Pensando que, con esta chica, no puedo permitirme cometer ni un solo error...

Porque creo que, de verdad, la amo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.