Mi gato

Capítulo 29: Aliadas

—Tu, singapura, me explicaras ahora ¿Qué hacías siguiendo a mi hermano? —ordenó la tal Rebeca

—Miau

—No te hagas la idiota gatita, dime, ¿Quién eres? o te haré hablar a la fuerza —habló y siguente me agarró del pellejo.

—...

—Bien, ya que, te rapare y quiero que sepas que cuando vuelvas a tu forma humana estarás palada, así que olvidate de tu cabello lindura —incordió con maldad.

Tomó la maquina de cortar el pelo y lentamente comenzó a acercarse.

—¡Te diré!,so-solo si me ayudas —exclamé asustada cuando comencé a sentir el vientito en mis pleitos de gatita hermosa.

—De acuerdo —no sonó muy convencida.

—Gracias, dime, ¿Qué pasará si el se enamora de una hechicera?

—Eso no esta permitido, así que no va a pasar —se encogió de hombros.

—¿Y si? ¿Pasase?

—En el hipotetico caso de que pasase si él no esta dispuesto a olvidarla y seguir con su vida, va a tener que pasar un año en un reformatorio para gente con habilidades diferentes, si él en ese año sigue queriendo luchar por ese amor, va a tener que firmar unos papeles que dicen que queda fuera de la jauría de gatos y que cualquier cosa que le pase va a tener que arreglárselas solo —suspiró cansada.

—¿Cuánta maldad? —susurré

—bien, dime lo que eres —ordenó.

Pasaron unos segundos hasta que volví a mi forma humana.

—Hola, mi nombre es Cornellia, Dylan y yo estamos enamorados. Viaje en el tiempo para poder entender por que Dylan desapareció, y ahora creo que se esta preparando para ir a ese reformatorio.

—Tu eres... Pero si dijo que solo eres una humana.

—Mi yo de estos mementos también creé eso, mi madre me lo oculto hasta que cumplí mis 16 años.

—No puede ser, Dylan ira al reformatorio —puso su mano en el pecho y me miró angustiada.

—¿Cómo puedo hacer para entrar ahí? —pregunté curiosa.

—Tu ya puedes entrar, si cuentas que te enamoraste de un hombre gato, los hechiceros superiores te enviaran sin titubear.

—Entonces, para poder volver a verlo, tengo que ir a ese reformatorio.

—Si, pero -me escneó con la mirada- para una chica como vos -ladeo la cabeza disgustada- Te ves muy devil, se aprovecharan de ti.

—No me interesa eso, yo solo quiero verlo y estar con él, aunque tenga que soportar una paliza todos los días, quiero estar con él.

—De acuerdo, suerte y cualquier cosa que necesites creo que te mereces mi ayuda, si se aman hasta ese punto creo que los dos lo podrán superar.

—Gracias Rebeca.

—Ahora vuelve a tus tiempo, y haz lo que tengas que hacer para ir a ese internado.

—Eso haré.

Me despedí de Rebeca y regresé a mi tiempo.

—Cornellia, me asustaste —mi madre tiró el homeleth del susto.

—Madre, tengo que confesar algo.

—¿De que se trata?

—Me enamore de un hombre que se transforman en gato.

—¿¡Qué dices!? Cierra la boca antes que alguien te escuche —gritó asustada.

—Digo que amo a un hombre gato.

—Cornelia no sabes de que hablas —me cubrió la boca enojada.

—Si se de que hablo —quite su mano furiosa.

De la nada la habitación comenzó a temblar y aparecimos en un cuarto blanco y vacío.

—Bienvenida Cornellia —habló un señor con una capelusa negra.

—Hola —respondí amargada.

—Señor, por favor ella no sabe lo que dice.

—Si se lo que digo.

—Si es así Señorita cornellia, tendrá que asistir a un reformatorio especial para gente especial.

—De acuerdo solo déjeme empa...

El cuarto blanco comenzó a temblar.

—No voy a dejarte empacar, ahora mismo entraras en ese reformatorio.

Sin decir más me encontraba frente a una terrorífica entrada con puertas oxidadas y una mansión de cuento de terror.

Toque las puertas y las arregle para que no sea tan depresivo el primer encuentro.

—Mm una hechicera que arregla, no duraras ni una semana.

—¿Disculpe ?

—En sima con modales —negó con la cabeza —Soy la directora del reformatorio.

—Ho-hola.

—Tu habitación sera la 505.

—Tantas habitaciones hay —susurré sorprendida.

—Si es increíble la cantidad de seres mágicos que cometen atrocidades.

—Claro, por que enamorarse es una atrocidad.

—No, no todos los que están aquí son unos tórtolos, la mayoría están aquí por lastimar a humanos o hasta matar —enarcó una ceja.

Me miro con desesperanza y entramos a aquella mansión.
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.