Mi gato

Capítulo 31: Castigo: Día uno.

—¿Yo amarte? —habló con frialdad.

—Si  —susurré nerviosa —. ¿No recuerdas?

—Nunca te había visto en mi vida. Aparte, nosotros los gatos, no nos juntamos con hechiceros. Esta prohibido.

Lo mire molesta, me incorpore del suelo, tome su rostro entre mis manos y lo mire fijo.   

—¡Mirame! Quiero que recuerdes muy bien mi rostro y que no vulvas a decir que no sabes quien soy —grité con enojo y frustración.

—tsk, estas loca —susurro. 

—¿Cómo es posible que no me recuerdes? —comencé a chillar mientras lloraba desconsolada.

De la nada la  puerta se abre brutalmente. 

—Tu mocosa —grita uno de los trolls mientras me señalaba con su asqueroso dedo.

—¿Qu-qué —tartamudee.

—Eres muy escandalosa —comenzó a acercarse a mi.

—L-lo siento  —lo miré nerviosa. 

Se paró frente a mi y sin dudarlo me proporcionó una sonora bofetada.

Pueden imaginarse, la mano de un troll estampada contra la cara de una niña. Su golpe me llevó hasta la otra punta de aquella habitación. Literalmente.

—Si vuelvo a escucharte —amenazó —sera un castigo peor.

¿Hay algo peor ? —asentí mientras aguantaba con todas mis fuerzas  aquel dolor.

Me dio la espalda y salió del cuarto dando un portazo.

Las lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro silenciosamente.

Dylan me miraba con preocupación y al mismo tiempo rechazo. Algo en el no quería aceptarme, pero por otra parte le dolía verme así.

—Ps —se escuchó.

—Lis —susurré.

—Lo encontré —respondió.

—Yo igual —alcé mi mano para señalar a Dylan.

Él nos miro extrañado, ya que claro, es raro que dos extrañas te estén buscando. 

—Él  —suspiré —, no me recuerda —volví a hablar. 

—Investigue un poco sobre su caso y parece que le bloquearon la memoria, sus castigos son empleados por hechiceros para que así él les tome odio, rencor —se acercó a mi con tristeza.

Suspiré rendida.

—Lis... ¿puedo pedirte otro favor?

—Claro —susurró.

—¿Me ayudarías a buscar algún hechizo para restablecer su memoria? —le rogué con la mirada.

—Si —no dudó un segundo.

  —Gracias Lis, apenas nos conocemos y no dudaste en ayudarme ni por un momento. Te lo agradezco, verdaderamente te lo agradezco.

Ella me sonrió y luego se esfumó como si de humo se tratase. 

—Oye — Dylan volvió a hablar y se lo notaba algo molesto.

—¿Qué sucede? —no pude evitar preocuparme.

—¿Po-podrías darme un poco más de comida? —sus mejillas se enrojecieron y agachó la cabeza apenado.    

—Claro —estaba contenta de poder ser de ayuda para él.

  Otra vez me costó un montón  poder aparecer algo de comida, pero esta vez termine tan agotada que no podía incorporarme. 

—¿Estás bien? —al fin preguntó.

—Si  —sonreí e intenté incorporarme.

Una persona que después de meses se reencuentra con su novio, y este no la recuerda ¿puede estar bien?, a demás después de ese golpe me retumba la cabeza y mi mejilla me arde como si el mismo infierno estuviese ardiendo en ella.

Me metí en un gran lió, pero tengo que hacer todo lo posible para que Dylan vuelva a recordarme, después de todo que este aquí sigue siendo mi culpa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.