Mi gato

Capítulo 34: Sin Magia

Como lo suponía estar sin magia no era una tarea difícil, después de todo la magia es algo reciente en mi vida.

Para mi desgracia, en la tercera hora, tenia clase de habilidades. Aunque sea un reformatorio no dejábamos detener un par de clases. Como es obvio en clase de habilidades tenia que utilizar mi habilidad... y mi habilidad, era la magia, espero que no tenga que usarla. 

La primera hora de clases de ese día era de matemáticas, las adoradas y únicas matemáticas; por favor noten el sarcasmo. Lo único bueno es que Dylan esta en mis mismas clases.

—Clase  —el profesor entró al aula —El tema de hoy será ecuaciones e in-ecuaciones —nos miró divertido, como si supiese que cada uno de los presentes en ese salón odiaba sus clases.

Como es normal, en todas las clases, cuando comienzas a anotar lo que el profesor escribe en la pizarra este ya esta borrando sin dejarte terminar.

—Bien, ¿ya puedo borrar?

—¡No!  —gritamos al unísono.

—Perfecto, borraré.

—Pero si seras maldito —me queje para luego tapar mi boca, ¡Lo había dicho en voz alta! 

— Con que si —rió divertido. 

—Perdone, yo no quería... 

—Profe, ella me hablaba a mi ¿no?  —habló Sebastian. Sonaré mala y mas ahora que me salvó el pellejo, pero hasta ese momento no había notado su presencia.

El profesor lo miro confundido.

—Lo que pasa, es que ayer, le robe su comida y recién se acaba de dar cuenta que estoy en su misma aula. Entonces se sorprendió al verme y se expresó así   —mintió.

—Hum.. Es mas que obvio que no les creo, pero haré de cuenta que si,  solo por que esta niña  — me señaló —parece muy débil como para el castigo correspondiente —me examinó con la mirada.

—Gracias —Sebastian sonrió.

—Gracias —susurre.

—Entonces, ya aclarado esto, continuemos con la clase.

Cuando el profesor se volteó, tomé un papel y le agradecí a Sebastian en el.

  —Toma  —susurré y le lancé aquel papel. 

Él, con esa sonrisa picarona, respondió.

No hay de que mi hermosa ama  —leí para luego ruborizarme. 

Devolví el papel —No me digas hermosa.

Ese chico me esta mirando feo - respondió el mensaje.

—¿Qué chico?  —escribí curiosa. 

Tres bancos atrás tuyo, y uno a la derecha. 

—Oh, es Dylan  —sonreí.

¿Es tu novio ama? —su expresión se entristeció. 

—Lo era  —escribí y junto a ello dibujé una cara  triste.

—Adiós clase —se despidió el profesor.

Sin darme cuenta las primeras dos horas de matemáticas habían transcurrido. Miré a la puerta nerviosa, ahora si que estaba en aprietos.

A los diez minutos de espera llegó la profesora correspondiente.

—Sepárense por habilidad, y luego muestren lo que les enseñe la clase pasada. 

Estoy muerta, no podía hacerlo, no cuando le prometí a Dylan que no usaría magia, estoy perdida. ¿Qué es mas importante?  ¿ganarme un beso de él? o ¿la clase? . Es que cumpliendo mi promesa no solo ganaba un beso, sino, que el pueda confiar mas en mi. Con eso él se daría cuenta, de que no quiero hacerle daño. Decidido ¡no usare magia!

Primero fueron los Singapura, la profesora les había enseñado a esconder sus orejas por un tiempo de 10 minutos, esto para ellos era útil, de algún modo. Luego iban los hombre gato, creo que lo que habían aprendido, era a transformarse en el aire, o algo así no me quedo muy claro; los hombre lobos aprendieron a no transformarse obligadamente por la luz de la luna va, solo algunos lo lograron.

—Ahora los hechiceros —ordenó.

Nuestra tarea era cambiar de forma, mas especifico a un búho.

—Cornellia es tu turno —habló la profesora. 

Dylan me miro con una sonrisa de yo ya gane.

—No puedo —respondí. 

—¿Cómo dice?

—Digo que no lo voy a hacer. 

—Como se atreve a desobedecer una orden de su maestra.

—Lo siento. 

—Con un lo siento no aprenderás la lección, pequeña mocosa.  

—¿Qué debo hacer entonces? —pregunté

—Seras castigada a delante de todos tus compañeros para que aprendas, y ellos vean lo que pasa por no hacer caso. 

—¿C-castigada ? —parpadee repetidas veces —¿Qué me harás?

—Señorita, no lastime a my lady. Castigarme a mi —Sebastian se puso delante mio protegiéndome.

—¿My lady? —cuestionó confundida.

—No Sebastian, esto es cosa mía, no te metas —oredené.




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