Mi gato

Capítulo 38: ¿Por qué estoy aquí?

Pov Dylan :

Después de unos segundos, recordé que debo mantener mi postura, no puedo estar cerca de los hechiceros. Así, que sin delicadeza alguna la aparté de mi.

—¿Qué sucede? — Ella preguntó. Sus ojos aun se encontraban cerrados y su respiración se encontraba agitada.

—Sucede que me das asco —La mentira mas grande de mi vida, lo que ella me transmitía y me representaba era de todo, menos asco.

—¿Eh? 

—Creo que hoy dormiré entre las ropas de allá  —señalé. 

—¿Cómo puedes decirme eso? Recién me estabas besando y lo que menos parecía era que querías dejar de hacerlo —Su mirada me mataba, sus ojos se veían tan tristes.

—Para empezar tu me besaste, y te repito, los hechiceros y los gatos no se llevan —grité.

—Eres injusto —se sentó en el bode de la cama y se cruzó de brazos molesta.

—Tu eres la que esta mal. El beso era por si ganabas la apuesta y recién es el segundo día. 

—Es que, eres tan hermoso  —el brillo regresó a su mirada.

¿Qué se supone que haga ante esa declaración? No tengo palabras. Maldigo a esta mierda, esta regla de mierda. Los hechiceros y los hombres gatos no pueden formar relación alguna. 

—Eso es obvio  —guiñé uno de mis ojos e intenté ocultar mi verdadero pesar.

Ella rodeo los ojos. 

—De acuerdo, en ocho días me darás mi beso del triunfo. 

—Si es que antes no mueres por desobedecer ordenes  —reí.

El rostro de ella se tensó y el miedo se olía a kilómetros.

—¿Morir? —se cuestionó en un susurro.

—Era una broma —aclaré —Además si me dejas curarte luego  de cada castigo estarás bien. Mas importante todavía  —la miré fijo —, nunca dejaría que mueras. 

—Eso espero —su mirada se encontraba divagando.

Se recostó nuevamente sobre la cama y me dio la espalda. No volvió a dirigirme la palabra en lo que restaba del día.

Me dirigí al cumulo de ropa, que aun no había ordenado, y me acurruqué allí.

*al otro día*

*toc* *toc*

—¿Quién mierda molesta a esta hora?  —gruñí por lo bajo.

—Dylan, entrégala. Ella es mía.

—¿Dean? —pregunté obvio.

—¿Quién más si no?

—Cierto —reí — él único que es tan insoportable eres tu y, además, apestas a perro.

—Si eres tan guapo abre y dímelo en la cara —golpeo fuerte la puerta.

—No quiero, se esta muy bien recostado al lado de ella, ademas su calor es tan.. —reí  —ya sabes —carcajeé —¿Reconfortante? 

Lentamente se la respiración de Dean iba en aumento junto con sus gruñidos.

—Maldito gato, seguro que el motivo por el que estas aquí, en el reformatorio, es  por tu estupidez —rió —¿Cierto?

—La verdad, amigo perruno, es que ni se por que estoy acá —hablé confundido.

—Ves, eres un estúpido.

—¡Hay! ya vete, despertaras a Cornee con tus traumas —hable molesto.

¿Por qué estoy aquí?  ¿habré matado?. No, no me creo capaz, ¿engañado?, ¿traicionado? ¿Cómo es que estoy en este espantoso lugar y ni siquiera se el motivo?, algo anda mal y si ella decía la verdad, si yo estoy aquí por ella, Realmente tengo que averiguarlo, la curiosidad me mata.

—¡Cornelia!

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?

—¿Qué? ¡Que despiertes! ¿Cómo? abriendo tus ojos y saliendo de la cama, ¿ cuándo? ¡ahora! o llegaremos tarde a clases y ¿dónde? en mi ¿cuarto?

—Ah  —limpió baba de la comisura de su labio y luego rasco su cuero cabelludo.

—Reacciona niña   —la tomé fuerte del brazo y la levanté.

—Si, si iré a bañarme.

Lo que faltaba, nos van a castigar. A este ritmo yo terminaré muerto.

 




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