—No me di cuenta —respondí.
—¿Qué te traes con esa hechicera? —preguntó notoriamente molesta.
—Nada, solo me causa asco.
—Tu cara de idiota, no me dice lo mismo —se quejó.
Leila era uno de nosotros, ella era un gato negro al igual que yo. Los gatos negros somos lideres desde que nacemos y, según nuestra especie, solo podemos emparejarnos con otros gatos negros. En mi caso, mi padre, quiere que me empareje con Laila pero, ella no me agrada para nada, es muy creída y no tiene nada de humildad.
La detesto mas que a los hechiceros ¿por qué tenia que venir a este internado también? .. ashh no la soporto, su vos es tan irritante, todo en ella es irritante.
—Anda Dylan, acéptame como tu compañera de vida —suplico mientras me retenía del brazo.
—No —respondí cortante, ella no merecía mas palabras ni explicaciones.
—¿Es por esa estúpida y mugrienta hechicera? ¿Por qué diablos esta usando ropas tuyas? —Leila estaba que echaba humo de la rabia.
—No esta mugrienta, se baño hoy —la defendí.
El resto de las horas ella no me dejó ni un segundo solo, estaba pegada a mi como un chicle, y lo peor, es que las miradas que Cornee me dedicaba cada vez eran mas tristes. Eso me estaba poniendo tan mal, ¿por qué por una estúpida gata ella tiene que poner esas caras tan feas? Tengo ganas de sacarla volando lejos de mi.
—Leila, ¿cuándo dejaras de seguirme?
—Cuando esa de cabeza oxigenada deje de verte —chillo molesta.
—No la llames así —hablé histérico.
—Yo llamo como quiero a los inútiles hechiceros.
—Si no la cortas, tendré que lastimarte —ya no la soportaba más.
—No serias capaz —me desafió.
Levante una ceja y sin perder tiempo le di un golpe seco en la nuca, logrando así que perdiese el conocimiento. La dejé allí y llamé a Reynaldo, él esta enamorado de ella desde que nació por así decir.
—Hola —susurré en el oído de Cornelia.
—Mmh —me miró triste.
—No es lo que tu crees —me defendí.
—¿Y qué es lo que yo creo? —preguntó
—¿Qué me gusta? —sonreí confundido.
—No, no creo eso.
—¿¡No!? —realmente me sorprendió.
—No, yo creo que ella esta muy enamorada de ti. La diferencia entre ella y yo es que, legalmente si pueden estar juntos. Sin romper ninguna clase de reglas, ni tener ningun inconbeniente. Si lo quisieran ambos podrían ser muy felices. Saber eso me da mucha rabia y me entristece de una forma
—Oh ...¿De que sirve estar con ella, si voy a vivir triste?
—¿No era que yo no te agradaba ? —sonrió.
—Si, no me agradas, pero a ella la odio mas, además es insufrible y fea.
Ella rió ante ese comentario.
—Cornelia —gritó la directora.
—¿Qué? —se volteó asustada.
—Hora del cuarto oscuro —sonrió con maldad.
Me miró con pánico, pero antes de que pudiese hacer o decir algo, un trol la tomo por sus cabellos y la arrastro por el suelo.
—Y tu —rió —asqueroso gato.
—¿Yo qué? —hablé desafiante.
—Tu gran amigo, el hechicero esta esperando por ti.
Malditos hechiceros.
De un momento a otro me encontraba en aquella sala de tortura que tanto odiaba, mi cuerpo estaba atado a una silla de metal.
—Hoy es tu día de suerte —murmuró.
—¿Por qué? —sonreí.
—Por que esta vez no me veras usar ningún tipo de truco, solo mis puños sobre tu rostro —carcajeó.
Se colocó unas manoplas de acero y comenzó a golpearme.
—Deja a Cornerllia Websther en paz, gato sucio.
—Lo siento, pero es ella la que no me deja en paz —sonreí con diversión y escupí sangre.
—Ella es un miembro muy importante de nuestra especie, ¿tienes idea quien fue su padre? —gritó.
—No, y realmente no me interesa saberlo.
—Él, fue el nieto del creador de nuestra especie. Ella es como una princesa entre nosotros y, no soportamos la idea de que un gato tan asqueroso como tu nos la robe. Y mucho menos que por su culpa se encuentre sufriendo en este mugroso lugar.
—Ella es la que se me pega como moco —reí.
Su rostro se enrojeció de la furia y sus golpes comenzaron a ser mas fuertes y mas constantes. Sin poder aguantarlo mas caí inconsciente.