¡Al fin salgo de ese horrible lugar!, aunque no la pase tan mal, me hice una nueva amiga y, ahora que lo pienso, ya pasaron cuatro días desde que no puedo usar la magia. Todavía me quedan dos días. Maldita semana , no es que me muera por usar los poderes, pero necesito practicar así puedo recuperar la memoria de Dylan, espero que no sea muy complicado.
Desvié mi vista al reloj y vi que eran las cinco de la tarde, hora de la merienda. Apuré mi paso ya que luego de no comer por tanto tiempo mi estomagó pedía a gritos alimento.
*En el comedor*
—Dylan —grité corriendo hacia él.
—Hueles a mugre —mostró un gesto de asco.
—Si, es que no he podido bañarme estando en ese cuarto oscuro —hablé irónica.
—Me enteré de que eres como una princesa para los hechiceros —escupió molesto.
—¿En serio ? —estaba sorprendida, nunca en la vida imaginé ser princesa de algo y menos de hechiceros.
—Si, una sucia princesa de los hechiceros —realmente estaba enojado.
Termine de agarrar lo que iba a merendar y alce la vista para verlo.
—Espera, ¿Qué te sucedió en tu hermoso y perfecto rostro?
—Tu fiel súbdito me dio una golpiza para que me aleje de vos, y no entiende que eres tu la que se me pega como garrapata.
—Yo no tengo un fiel súbdito —coloqué mi mano en mi mentón intentando pensar en alguien.
—Créeme el parecía muy devoto a su princesa —gruñó.
—Créeme, yo soy muy devota a ti —sonreí.
Las mejillas de Dylan tomaron una suave tonalidad rojiza y empezó a caminar hacia una de las mesas, nos sentamos y empezamos a merendar.
—Sabes —hablé mientras comía —, en dos días gano mi beso —sonreí divertida.
—¿¡Ya!? Que rápido paso
—Si, lo estoy esperando con ansias —reí.
—Aléjate de mi Dylan —la chica del otro día se abalanzó sobre él después de terminar de hablar.
—Leila, deberías saber que no te soporto —habló sin expresión alguna.
—Anda mi vida, pero si nuestros padres quieren que nos casemos y lideremos a nuestra manada.
—Eso no sucederá Leila. Espabila.
—Yo se que si —chilló y luego lo besó desprevenido.
Abrí los ojos sorprendida y sin dudarlo me levanté decidida a irme.
—Espera, Cornelia —Dylan intentó retenerme —Leila mataré a toda tu familia si vuelves a hacer algo como eso, y tu serás la ultima así disfrutas del show.
Seguí mi camino intentando no derramar lagrimas hasta llegar a mi cuarto.
—Sabes Cor, ayer pude hablar con mi princesa y ... —se detuvo diana al ver mi rostro.
—¿Qué ocurre? —se acercó a mi —¿Dónde ibas? —volvió a hablar.
—A mi cuarto.
—Está bien, te acompañaré y ahí hablamos.
—Si —susurré.
Apenas dimos unos pasos y choqué con Sebastian.
—¡Oh no! ¿My lady que le sucede?, ¿dónde se hirió? ¿qué le paso? yo te ayudo —sondaba triste y desesperado. Luego me alzó como recién casados.
—Por favor, llévanos a mi cuarto.
—Por supuesto —Diana lo tomó del brazo y él comenzó a caminar.
—¡Oye! Deja de tocarla —Ordenó Dylan.
—Lo siento gato, mi ama no desea verle ahora —afirmó enojado.
Al llegar a mi cuarto, Sabastian, me dejo suavemente en el suelo e hizo una reverencia. Luego me pidió que le llamase si necesitaba algo.
—Cuéntame Diana —por fin hablé.
—¿Por que no hablamos de lo que te sucede a ti? —cuestionó.
—Lo mio no es algo importante, solo soy yo que exagero todo, en cambio, tu princesa si es importante — intente sonar creíble.
—Mhm, de acuerdo.
—Bien, cuéntame.
—Ayer logre hablar con mi princesa —Rio —dijo que en tres días pasara a buscarme, y que este lista —sonrió, realmente se la veía contenta.
—Genial Diana, eso si es una buena noticia.
—Si, ella dijo que primero intentara hablar con la Directora del reformatorio, y que si eso no sirve me sacara a escondidas —sonrió con picardía.
—Espero que la directora pueda entender la situación.
—Yo igual, aunque suena emocionante fugarse —volvió a reír —ahora tu dime, ¿por qué tenias esa cara tan triste cuando te encontré?
— No es nada importante Diana no te preocupes, en serio.
—Para mi si lo es —dijo enojada —¡Ya dime! —ordenó.
—¿Te acuerdas que te conté que estaba aquí por un chico?
—Ajam —asintió.
—Bueno, hoy ese chico, mi novio , aunque el no se acuerde, se beso con otra chica delante mio.