Mi gato no es lo que esperaba

Capítulo 2

CAPITULO 2.

 

-Rebeca- La pelinegra se despertó cuando tocaron la puerta de su cuarto, miro hacia los lados y lo primero que distinguió fue una bola de pelo a pocos centímetros de su cabeza y achino los ojos- Ya me voy, se te va a hacer tarde si no te vas a la universidad ya- Le aviso. Sentía el cuerpo bastante pesado como para levantarse y alistarse.

Oh demonios. Pesque un maldito refriado. Pensó con pesadez. Le dio la espalda al gato y estiro la mano para tomar su teléfono y ver que día era. Con un poco de suerte podría faltar por no tener materias importantes. Aunque las faltas de la lista de asistencia nadie se las iba a quitar.

Está bien, cálmate. Tampoco es que le vayan a hablar a mis padres. pensó con pesadez sentándose en la cama. Miro su teléfono y se dio cuenta que ya era bastante tarde para irse a la escuela, así que solo volvió a dejar el teléfono de lado, ignorando las llamadas perdidas que tenía y miro al gato, que seguía dormido.

Lo tomo con cuidado y lo bajo de la cama, el animal se despertó ante el movimiento y maulló molesto por haber sido quitado de donde dormía, volvió a subirse de un salto y Rebeca ya no tuvo energía para volver a bajarlo. AL menos no se le encimo y se acostó a los pies de la pelinegra.

Se levanto de la cama y abrió un cajón del escritorio para sacar una pastilla y un bote de agua. El gato la vio beber el agua y la vio regresar a la cama para dejarse caer sobre esta, casi aplastándolo. Le minino le maulló en amenaza mientras los pelos de su espalda se le erizaban, pero al notar que ella realmente no tenía malas intenciones solo volvió a hacerse bolita.

Los humanos son tan raros, pensó el gato.

-Mañana te llevare al refugio- Prometió Rebeca arrastrándose hacia la cabecera para volver a acobijarse- Al menos ya no estas apestoso y no ensuciaras mi cama- Dijo cerrando los ojos y acomodándose en la cama, el gato la miro achinando sus ojos verdes y le soltó un bufido- cierra el hocico- Murmuro enojada.

¡Humana, eres una desconsiderada! Pensó Umar mientras muy dignamente se estiraba ignorando sus palabras. Pero no sentía ninguna mala intención de su parte. Solo la vio volver a dormir.

Genial, ahora tengo hambre. Se lamento el gato, bajo de la cama en un salto y fue hacia el baño, ya que había visto la ventana superior abierta. La puerta del cuarto estaba cerrada y esa era la única salida viable. Umar se acomodó y dio un salto lo suficientemente largo como para sostenerse y salir a cazar algunos ratones. Si la humana no iba a despertar para alimentarse a sí misma, menos despertaría para alimentarlo a él.

Vio a Jesica salir de la casa con un bolso grande y la siguió dejando una distancia lo suficientemente larga para que no lo viera. La vio entrar a un camión después de salir por la caseta de la entrada. Era un camión amarillo lleno de personas jóvenes.

Los humanos viven en promedio menos de 100 años. Así que esos apenas van a ser adultos. Pensó Umar regresado al fraccionamiento. Un guardia lo vio y le arrojo algo al suelo, él se acercó a olfatear. Se trataba de un pedazo de carne, no dudo y se lo comió al no oler nada raro con este. Se dio cuenta que trato de acercarse a él y salió corriendo antes de ser atrapado.

Tenía que regresar al punto de reunión. Pero aún estaba débil y el lugar vacío donde debía estar su ojo de vez en cuando le daba punzadas que lo hacían quejarse. De pronto se dio cuenta que ya no sabía dónde estaba, miro a los lados y soltó un maullido bastante alto, vio a niños a lo lejos y se asustó, así que corrió hacia unos arbustos y se metió dentro. Se que me queje de ti, humana, pero por favor. Despierta de una vez y ven a buscarme rogo haciéndose bolita entre las ramas.

Rebeca había despertado unos minutos antes. Se levanto de la cama y se estiro, gracias a la pastilla ya no sentía todo su cuerpo como una roca. No la iban a dejar entrar al instituto si llegaba a esa hora, aun así, no quería quedarse en cama todo el día. Se levanto y se estiro, se sorprendió al no ver al gato, así que supuso que ya se había ido, lo cual era una pena para ella.

Aun así, no se sorprendía, no había ningún ser vivo que quisiera pasar más tiempo con ella que una sola noche. Lo tenía bien claro. Salió de su cuarto y fue hacia la cocina para prepare un emparedado. La casa estaba sola o eso creía, ya que no estaban las bolsas de las otras 3 que siempre dejaban en el perchero.

Salió de la casa por el periódico después de dejar el pan en la tostadora cuando vio a un grupo de niños jugar, paseándose entre las calles con sus bicicletas.

-Solo nacieron con suerte- murmuro Rebecca. Había niños que nacían con mucha suerte, en un hogar cariñoso, con padres trabajadores y rodeados de buenos pensamientos. Había niños que nacían en condiciones peores que las de ella. Aun así, vio a los niños jugar entre ellos, los envidiaba.

- ¡Buenos días, miss Rebeca! -Saludo uno de los niños que pasaba en bicicleta frente a su casa, ella le sonrió y le regreso el saludo con la mano- Miss Rebeca- El niño bajo de la bicicleta y corrió hacia ella- ¿Es cierto que ayer trajo un gato? -Pregunto sorprendido, ella asintió. EL pequeño Robin la miro con los ojos brillantes de asombro- ¿Puedo verlo?

-Me temo que el gato ya se fue, Robi- Dijo Rebeca con una mueca de tristeza.

- Oh- EL niño se desanimó- ¿Cómo era? -Pregunto a un curioso mientras Rebeca revisaba la correspondencia que tenía en su buzón. Ninguna para ella.

-Era un gato negro, Robin- Respondió mientras leía las cartas- Y no tenía un ojo- EL niño se quedó pensando, esa descripción se le hacía conocida, entonces se acordó haber visto al mínimo cerca de ahí.

- ¡Ya lo recuerdo! ¡Lo vi, Miss Rebeca! -Aquella frase capturo la atención de la morena, que lo vio confundida- ¡Esta en la calle de alado! ¡Estaba escondido en los arbustos! Creo que estaba perdido- Dijo sin prestar atención a la cara de sorpresa de Rebeca.



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En el texto hay: magia, guerrero, mascotas y animales

Editado: 27.03.2023

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