Mi gran error.

Capítulo 6.

Llego al refugio antes que Cris y aprovecho para llenar todos los formularios que Cindy, la encargada del refugio me da para poder ser voluntaria, a pesar de que he venido antes con él no soy asidua.  

- Woa, y yo que pensé que había llegado muy temprano – saluda Cris, quince minutos después cuando me ve arrodillada jugando con un pequeño chihuahua.

Me encojo de hombros hacia él y continúo prestándole atención a mi pequeño amigo que corre emocionado de aquí para allá con una pelota que he tirado unas treinta veces desde que llegué.

- … ¿Qué pasó? – se agacha frente a mí y pone su mano en mi cabeza para fijarme en mi lugar. Al ver que la pelota ya no va hacia ningún lado, el pequeño chihuahua comienza a saltar alrededor de él pidiendo atención.

- No tenemos mucho tiempo aquí antes de que vayas a tu segundo trabajo – recuerdo.

Un par de semanas luego de comenzar el semestre consiguió un trabajo en el centro comercial en un local de comida rápida. No pagan mucho, pero se ahorra la comida y a la vez, ocuparse de los gastos diarios ayudando así a su mamá.  

- No sabía que te preocupabas tanto por eso – alza una ceja sin dejarse engañar.

- Lo que sea – escondo mi sonrisa y tomo al perro en mis brazos antes de que comience a morder sus zapatos – deja que lo lleve con los otros, ya se acabó su tiempo – deja que me ponga de pie y se aleja después de hacerme una seña de “esto no ha terminado” hacia las tareas para hoy.

El pequeño chihuahua comienza a ladrar y gemir cuando lo dejo en su jaula y mi corazón se aprieta por él y todos los otros animalitos a su lado, ¿por qué la gente es tan cruel? ¿cómo pueden abandonar a estas hermosas criaturitas?

- Me he preguntado eso desde que comencé a trabajar aquí – Cindy sea acercado sin que me dé cuenta y me remuevo incomoda por haber sido atrapada hablando en voz alta.

- Oh, umm, sí – balbuceo, avergonzada – ojalá todos fueran adoptados pronto - acaricio detrás de las orejas a un gran danés de pelaje grisáceo que saca su lengua para lamer mi brazo en agradecimiento, su cola golpeando fuertemente el piso.

- Oye, Cindy. Justo iba a verte – Cris vuelve y comienza a hablar con ella sobre como casi se acaba la comida y no sé qué otras cosas.

Me escabullo de ellos (más concretamente de él) antes de que vuelva a preguntarme que está mal y camino en dirección a las otras jaulas que me fueron asignadas para limpiar y cuidar. Logro terminar con mi parte antes de que Cris me encuentre y comience de nuevo.

- Entonces… ¿vas a decirme porqué el estado tan melancólico o tengo que sacártelo a la fuerza? – ha pasado cerca de hora y media desde que lo vi y atrás quedaron su camisa y pantalón limpios.

- Te ves ridículo – me río.

- Tu no estas mucho mejor – me quita un par de cosas no identificables del cabello y luego señala mis mejillas.

- ¿Qué? – me las limpio con el dorso de la mano, pero nada sale.

- Dudo mucho que la baba de perro se quite así – se ríe.

Hago una mueca sintiendo lo pegajoso de ellas, es cierto que me han “bañado” de mucho amor.

- Supongo que es un pequeño precio a pagar por estos pequeños amigos – me encojo de hombros.

- ¿Terminaste de evadir el tema? – agarra un trapo húmedo y me lo pasa, agarrando otro para él.

- Gracias – murmuro limpiándome la cara.

- Isis -.

- No estoy evadiendo nada, no sé qué quieres decir – no tengo ganas de hablar de nada, además él no sabe sobre el sr. Clyton y no quiero explicar eso.

- Viniste directo del servicio, ¿no? – prueba otra táctica y ruedo los ojos porque veo que no va a dejarlo ir, sin embargo, no tengo problema con contarle eso, después de todo no es nada nuevo para él, así que asiento en silencio mientras continúo tallándome el rostro.

- ¿Cómo esta Aiden? -.

- Supongo que bien, no lo vi antes de que me quitara – me encojo de hombros y me dirijo hacia el lavabo, el paño no sirvió de mucho para la sensación pegajosa en mi rostro además necesito lavarme las manos de todas formas.

- ¿Por qué? ¿Discutieron otra vez? – insiste siguiéndome.

- No – me hecho suficiente jabón como para bañarme completa y me lavo los brazos y la cara, algunos mechones de cabello se mojan y se aferran a mis mejillas cuando termino.

- ¡Isis! – se desespera por fin aventándome una nueva toalla seca.

- Bien, bien. Deja la violencia – me rindo con un suspiro – …no me despedí de nadie porque Krisha me arrinconó preguntándome si me gustaba ya sabes quién, así que después de eso hui lo más rápido que pude – mi voz suena amortiguada por el material en mi rostro y de repente éste desaparece de mis manos.

- ¡Oye, aun no terminaba! – me quejo.

- Oh por Dios, deja eso – su rostro y cabello también están húmedos mientras acerca su rostro al mío - ¿y? ¿qué pasó? – sus ojos brillan de emoción y alzo una ceja sardónicamente ante eso.

- ¿Estas disfrutando esto? -.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.