Mi gran error.

Capítulo 7.

- ¿Escuchaste el rumor? -.

- Sí, me enteré de que fue maestro aquí -.

- Ay, que miedo -.

- Me preguntó si alguien aquí fue victima de él -.

- ¿Alguien sabe por que se fue? -.

- ¡Él me dio clase en primer año! -.

- No puedo creer que haya sido ese tipo de persona -.

- ¡Que asco! -.

- ¡Que bueno que ya no trabaja aquí! -.

El lunes que regreso a la escuela desde la esquina antes de entrar, comienzo a escuchar un nuevo rumor. No tardo mucho tiempo en entender de quien hablan.

- Demonios – susurro bajo mi aliento.

Entro al salón de clases y tal como espero, todo es un hervidero de voces y susurros sobre lo mismo.  

- ¡Isis! – Krisha se acerca a mi nada más verme – No leíste mis mensajes, estoy como loca tratando de avisarte…- se detiene observando mi rostro - veo que ya te enteraste – hace una mueca.

- ¿Cómo se enteraron? – trato de mantener la ansiedad fuera de mi voz.

- No tengo idea, cuando llegué fue Sarah quien me dijo, quien a su vez se entero por Tilly, quien a su vez lo escuchó de otra persona y así sucesivamente… ¿estas bien? – asiento, no muy segura de poder decir algo en voz alta sin soltar a llorar y nos guía hacia nuestros asientos.

En el camino unos cuantos compañeros nos detienen para avisarnos de las “nuevas noticias” por si no estábamos enteradas aún. Por suerte la maestra entra deteniendo los murmullos, por lo menos, brindándome un poco de espacio para respirar. Un escaneo rápido a todo el salón me dice que nuevamente, al igual que el primer día de clases, Callaghan no se encuentra aquí, lo que me trae sentimientos contradictorios. Por un lado, alivio de no tener que verlo o hablarle en el estado en el que estoy y, por otro, el familiar dolor sordo de imaginar dónde y con quién debe estar, aun y cuando no tiene mucho que supuestamente terminó con la “novia” anterior.

- Me disculpo por llegar tarde – la puerta es abierta de par en par y el objeto de mis pensamientos entra, haciendo una reverencia y enderezándose con naturalidad, una sonrisa indolente adornando su rostro y encantando a la profesora.

- Solo siéntate Aiden, no hay necesidad de tanto show – suelta una risita tonta la maestra.

¡Una risita tonta! ¿Qué demonios?

- Isis – murmura Krisha codeándome – cállate -.  

Asiento hacia ella apretando los labios para no decir nada más y Callaghan toma asiento detrás de nosotras silbando desvergonzadamente y guiñándome un ojo cuando pasa por mi lado. La maestra se aclara la garganta un par de veces y luego, por fin continua la clase. Sin embargo, ni dos minutos después, la puerta vuelve a abrirse, y esta vez es Cordelia quien entra jadeando levemente.

- Siento la tardanza, tuve un contratiempo, profesora – su expresión es contrita, un leve puchero en sus labios que hace que la maestra la deje entrar en silencio, sin embargo, cuando se da la vuelta sonríe con satisfacción sentándose a mi izquierda junto a Jace.

Como habría de esperarse, los murmullos estallan desde todas las direcciones sobre la razón por la que ambos llegan tarde con poco tiempo de diferencia.  

- Maldita sea – Krisha murmura a mi lado y mi estomago se revuelve aun más de lo que ya estaba.

No es que crea en los rumores, tal como lo dije desde el principio, pero la breve mirada que Cordelia le da a Callaghan con una sonrisa secreta, no hace nada por acallar los rumores. Estoy segura que no fui la única que la vio, es imposible con toda la atención puesta sobre ellos en este momento. No puedo darme a vuelta para ver el rostro de Callaghan, pero dudo mucho que este feliz con esto. Nunca había estado tanto tiempo en el centro de malos rumores, además de que Jace es su amigo y compañero de equipo.

>> Creo que tenemos que ayudar a Callaghan, esto se está saliendo de control <<.

Escribo en un pedazo de hoja y se la acerco.

Me da una mirada incrédula y niega escribiendo furiosamente.

>> Preocúpate más por ti y menos en el imbécil, ¿quieres? El solo se ha metido en este embrollo <<.

Le lanzo una mirada aleccionadora por su falta de lealtad a nuestra amistad y escribo:

>> Es nuestro amigo <<.

Frunce el ceño y abre la boca un par de veces como debatiéndose entre decir algo o no. Al final hace una bolita la hoja de papel y la guarda en su mochila sin escribir nada más. Alzo una ceja hacia ella cuestionándola en silencio, pero solo niega con la cabeza y me insta a prestar atención a lo que la maestra dice. Al terminar la clase, se voltea inmediatamente hacia Callaghan y dice en voz lo suficientemente alta como para que todos lo escuchen:

- Entonces, ¿cómo estuvo la visita al medico de tu mamá? Pensé que no ibas a llegar hasta la segunda hora -.

Estoy a punto de preguntar a qué se refiere, porque la Sra. Callaghan hace poco tuvo su chequeo médico y salió completamente normal ella lo sabe cuando caigo en cuenta de su intención.




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