Mi gran error.

Capítulo 8.

- ¡Callaghan, espera! – intento zafarme sin éxito alguno.

Tropiezo un par de veces y tengo que caminar rápidamente para mantenerle el paso en lugar de ser arrastrada sin ceremonias por media escuela.

- ¿Hasta dónde piensas ir? – jadeo agitada cuando pasamos otra fila de salones sin disminuir la velocidad.

Veo brevemente a Krisha y Sarah cerca de los baños mirándonos boquiabiertas por tal escena, sin embargo, ninguna hace ademan de acercarse o de intervenir.

Valientes amigas tengo.

- Es mejor así, porque no se si podría controlarme si alguien interfiere, así que no te atrevas a llamarlas – solo rompe su gélido silencio para advertirme eso sin disminuir la velocidad o verme.

Por fin llegamos hasta un lugar detrás del antiguo edificio de actividades recreativas. No es como si nadie frecuentara este lugar o se hallara vacío, por lo que nos lleva detrás de uno de los árboles más grandes y frondosos ocultándonos de las miradas indiscretas.

- Ya suéltame – jadeo tirando de mi brazo cuando se detiene.

Me deja ir de repente y tropiezo por la liberación abrupta. Lo miro con el ceño fruncido, pero cuando nuestras miradas se encuentran tengo que apartar la vista por la furia contenida en ella.

- … ¿Vas a vivir con Cristopher? No. Espera, ¿estas saliendo con él? – pregunta bruscamente.

- ¡Claro que no! – suelto rápidamente - Es un malentendido –.

- ¿Qué parte exactamente es un malentendido? – me interrumpe – porque escuché claramente lo que dijiste sobre el apartamento – da un paso más cerca y retrocedo en sintonía con él manteniendo la distancia.

- ¡Todo! – grito repentinamente molesta – No me refería a vivir con él, sino cerca – continuo más calmada.

- ¿Cerca? ¿Cerca tipo a en Chicago? – el horror en su voz es suficiente para advertirme de mi paso en falso.

Me quedo callada mientras juego con uno de mis anillos al igual que hago cada que estoy nerviosa.

- Tu silencio significa que estoy en lo correcto – murmura.

- …sí – susurro finalmente.

Da otro paso hacia mi y retrocedo antes de pensarlo.

- ¡Deja de alejarte de mí! – gruñe caminando y haciéndome retroceder hasta que mi espalda golpea el tronco de uno de los arboles y no tengo otro lugar al cual huir.

- Callaghan – susurro al ver sus ojos.

Sus ojos están llenos de ira, pero más allá de ellos puedo ver miedo. Callaghan tiene miedo. Un nudo se forma en mi garganta porque sin importar qué, somos amigos.

- Mira, lo siento, ¿sí? Debí decirte que pensaba estudiar fuera del Estado – intento apaciguarlo cuando me encierra entre sus brazos, una mano a cada lado de mi cabeza.  

- ¿Vas a irte con él? – se inclina aún más cerca.

- No precisamente – murmuro - ¡Voy a vivir con Krisha! – digo cuando veo su rostro oscurecerse.

- ¿Krisha? Así que ella también lo sabía – frunce el ceño.

- Emm, sí. Ahora que eso esta claro, tal vez sería mejor que lo platicáramos como personas normales sentados en esa mesa, ¿no crees? – señalo la mesita de picnic a un costado de nosotros.

- ¿Cuándo lo decidiste? – me ignora.

- ¿Qué? -.

- ¿Cuándo decidiste que ibas a irte? – repite.

- Callaghan…-.

- Maldita sea, ¿Cuándo Isis? -.

- Desde el final del año pasado – suelto frustrada.

Abre la boca y la cierra varias veces antes de decir:

- Así que piensas dejarme. No me dijiste tus planes porque piensas dejarme, ¿correcto? No planeabas que yo me enterara por eso evitabas el tema cada que quería hablar de ello -.

- No, espera – digo cuando deja caer los brazos y niega.

- Ahora todo tiene sentido, ¿es por eso que fuiste llamada a la oficina del director? Ja, eso debe ser – se ríe amargamente sin escucharme.

- ¡Sí te iba a decir! – grito desesperada por aclarar el malentendido.

Me da una mirada que claramente dice que no me cree y repito:

  • sí te lo iba a decir solo que no sabía como -.
  • - No sabías – repite.
  • - Tampoco es que haya hecho algo malo – refunfuño por lo bajo.
  • - ¿Qué? -.
  • - Nada – me apresuro a responder.   
  • - ¿Crees que no decirme que te vas a Chicago no es algo malo? – la repentina calma en su voz me pone aun más nerviosa que si estuviese gritando furioso.
  • - Yo…no quise decir eso – doy un paso hacia él y ahora es él quien retrocede poniendo distancia. Eso duele, pero sigo adelante – me refiero a que sí. Tienes razón, debí decirte que me voy, sin embargo, no entiendo porque estás tan molesto. ¿Es por qué no te dije? Lo siento, ¿sí? Prometo comprarte un regalo de disculpa. Viendo que tu ultima disculpa vino acompañada de un libro, tendré que pensar en algo bueno – intento bromear.




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