Mi gran error.

Capítulo 12.

- I want to be that guy, I want to kiss your eyes, I want to drink that smile, I want to feel like I...🎵🎶 – tarareo por lo bajo shivers de Ed Sheeran mientras bajo del autobús y camino el último tramo hasta la escuela, sonrío levemente y sacudo la cabeza al ritmo de la canción viendo mi nuevo fondo de pantalla, es una de las fotos que me envió Krisha, ha sido difícil, pero al final terminé eligiendo la que tomó esta mañana aunque la he difuminado y editado lo suficiente como para que solo se vean un par de siluetas juntas, nadie podría decir que somos Callaghan y yo.

Bloqueo el teléfono metiéndolo en el pequeño bolsillo de mi bolso, mi humor desplomándose mientras mis pensamientos vagan hacia lo que me puede estar esperando una vez que entre por esas puertas… ¿habrá nuevamente una emboscada hoy?

Siento un pequeño tirón en el hombro donde traigo el bolso haciendo que éste resbale por mi brazo, el movimiento brusco y repentino peso cayendo hacen que me tropiece intentando evitar su caída, por lo que en su lugar por poco beso el suelo justo frente a mí. Afortunadamente un brazo rodea mi cintura con fuerza empujándome contra un pecho imposiblemente duro donde reboto un poco. Ni que decir, que mis cosas se esparcen por el piso como jugo derramado.

Un segundo de pánico se abre camino a través de mi pecho antes de que el aroma de Callaghan llegue a mi nariz.

- ¿Estas tratando de matarme? – jadeo aun en su abrazo.

Mi ritmo cardiaco aun vuelto loco por su culpa, por dos razones muy diferentes. Dioses, por un segundo realmente pensé que era la chica del viernes.

- No pensé que fueras a caerte – me suelta con una corta risa – ni siquiera creo que fuera enteramente por mí -.

- ¡Por supuesto que sí idiota! – le grito golpeando su brazo una vez que estoy libre – sino me hubieses tirado la mochila no me hubiese casi matado -.

- ¡Oye! – esquiva otro golpe dirigido a su pecho solo porque sí y se queja – estoy llamando tu nombre desde hace una esquina, pero estabas entretenida con tu teléfono y audífonos, ¿qué se supone que hiciera para llamar tu atención? – se encoge de hombros.

- Y no podías, no sé, ¿caminar a mi lado y darte a notar en lugar de sacarme la vida del cuerpo? – me quejo soltando mi mano de su agarre, me agacho a recoger mis cosas antes de que terminen pisoteadas.

- Por un segundo, olvidé lo torpe que eres – se burla poniéndose a mi altura y alcanzándome un lapicero que ha rodado un poco lejos.

Lo tomo y lo guardo antes de soltarle un manotazo en el brazo, luego me pongo de pie y comienzo a caminar nuevamente como si nada.

- Ouch, Isis tus tendencias violentas están notándose – se pone a mi lado fácilmente.

- ¿Quieres sentir que tan violenta me estoy sintiendo? – le echo un vistazo debajo de mis pestañas.

- No, no, no. Lo siento, no he dicho nada – sonríe poniendo su brazo sobre mi hombro.

- Ey, pesas – me quejo, ocultando mi sonrisa.

- Aunque, ¿sabes? Normalmente no te asustarías tanto solo por eso – la sonrisa sigue ahí, pero puedo sentir cocinándose bajo la superficie.

- …Normalmente no lo haría – murmuro bajo mi aliento en acuerdo sin querer ir más profundo. - ¿Qué? -.

- Nada – sacudo la mano despectivamente – solo no vuelvas a hacerlo -.

Lo ultimo que quiero es que se ponga a pensar sobre la razón por la que podría estar tan nerviosa.

- Todo va a estar bien, no tienes porque estar nerviosa – dice demostrando que sí, su cabeza descubrió la razón.

- Hay una caseta de policía justo en frente – señalo al otro lado de la calle - y, además, estamos a plena luz del día, no estoy para nada nerviosa – niego haciéndome la tonta.

- Mmmm – dice sin comprometerse.   

Suspiro y me cambio el bolso de brazo, en un intento de liberarme de su agarre, sin embargo, solo alza su brazo esperando y luego dejándolo caer nuevamente, si acaso, poniendo más de su peso sobre mí.

- Callaghan – gimo cansada - ¿qué tienes, doce? – me quito su brazo y bajo el bolso al piso poniéndolo entre mis piernas.

- Bien, bien. Me calmo – pone sus brazos en posición de rendición – la violencia es mala, solo recuerda la caseta de policía detrás -.

Lo ignoro poniendo mis ojos en blanco y agarro la coleta en mi muñeca haciendo un moño desordenado en la cima de mi cabeza. El sudor hace que unos mechones se aferren a mi cuello y rostro y me los limpio con un barrido de mis manos acalorada.

- Oh, vaya – se ríe Callaghan.

- ¿Qué? – lo veo de reojo.

- Tienes pintura en el cuello – su dedo índice toca el lado izquierdo justo debajo de mi oído y me estremezco sorprendida.

Digo, su toque fue rápido, pero, aun así.

- … ¿enserio? Pensé que la había quitado toda – me aclaro la garganta fingiendo estar irritada.

- No – dice agarrando uno de los mechones que la coleta no amarró – también tienes en el cabello – lo sostiene un poco demasiado y de repente agradezco la brisa fresca que sopla por unos pocos segundos sobre nosotros, refrescándome el cuello y rostro.




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