Mi gran error.

Capítulo 16.

- Sabía que en algún momento tendrías que estar sola – la voz femenina que sale de la nada me sobresalta y ahogo un grito que muere antes de comenzar en mi garganta.

Me doy la vuelta con tanta rapidez que mí ya de por si maltratado cuerpo, protesta en respuesta al brusco movimiento y a la bolsa de llena de chatarra golpeándome las piernas.

Han pasado dos días desde que Jace me tacleó en lugar de Callaghan y el doble de eso si incluyo la de Cristopher. Mi pobre cuerpo no ha tenido tiempo de recuperarse de ambas caídas y no creo que lo haga en poco tiempo si a eso le añadimos mi insomnio de los últimos tres días y el cansancio de haber cuidado de Donovan hace poco.

Incluso con todo lo que he aguantado en el pasado tengo que admitir que la ultima semana me ha pateado los pies por debajo dejándome sin espacio para respirar y encontrar mi balance.

- ¿Quién esta ahí? – intentó que mi voz salga lo más confiada posible, pero el Sol se ha escondido hace tiempo y las sombras se han extendido por todos lados imposibilitando parcialmente mi visión.

- Oh, no me sorprende que ya hayas olvidado todo sobre mí. Pareces ser muy buena ignorando todo tipo de cosas, ¿verdad? – retrocedo un par de pasos cuando unas piernas enfundadas en pantalones anchos y tenis de deporte salen de detrás del árbol por el que trepó Callaghan hace unas vidas atrás y luego me cubro la boca con sorpresa cuando me doy cuenta de quien es.

- ¿Cómo… qué haces aquí? – murmuro mi corazón comenzando un ritmo acelerado de staccato.

Lo que más bien quiero preguntar es como sabe donde vivo, pero me da terror escuchar la respuesta. Mis pies pican por huir a la seguridad de mi habitación a pocos metros cuando veo sus ojos vacíos y expresión de fría furia.

Natalie Reed, la chica que fácilmente pude haber sido yo, da un par de pasos más cerca de mí, mientras escupe:

- Esa no es la pregunta que deberías hacerme – sus puños se aprietan a su lado - ¿sabes que perdí el juicio? – se acerca más - ¿sabes lo que eso significa? ¿¡lo sabes?! - grita perdiendo el control y no me quedo a esperar a que me lo diga.

Corro hacia la puerta de entrada dejando caer la bolsa, pero una mano en mi cabello me lleva hacia atrás haciendo que suelte un grito de dolor y tropiece con la misma bolsa que he soltado.

Llevo mis manos hacia las suyas en un intento inútil de estabilizarme y hacer que me deje ir, pero solo se ríe con una risa escalofriante que envía temblores por toda mi columna vertebral.

- ¿Qué haces? ¡Suéltame! – le grito con la esperanza de que alguien salga o se asome a ver que pasa. 

Mi padre esta en casa con Donovan, pero algún vecino debería escuchar algo.

- Pero si lo hago vas a huir otra vez, lo que por cierto es grosero, si tomas en cuenta el tiempo y esfuerzo que me tomó encontrarte a solas – niega escupiendo saliva mientras continua – siempre estas con la chica o el chico que estuvieron ese día en el despacho del director. Riendo y charlando como si no hubieses arruinado mi vida – su agarre se hace más doloroso y clavo mis uñas en sus muñecas mientras dejo escapar otro grito.

- ¡Yo no hice nada! – jadeo.

- ¡Es tu culpa que él me hiciera eso! ¡Es tu culpa que haya perdido el juicio! – chilla zarandeándome hasta que me dejo caer de rodillas en la acera.

Por fortuna me suelta, al parecer satisfecha con tenerme en esa posición y se pasea de un lado a otro frente a mí esperando mi respuesta.

- No sabía el resultado del juicio – alzo la vista con voz cautelosa.

- Claro que no – agita la mano desdeñosamente – ¿por qué habría de importarte cuando me diste la espalda tan fácilmente? -.  

- No fue fácil – murmuro.

Aun así, me escucha.

- Oh, por favor. Tu pobre moral y el tiempo de espera para tu respuesta solo fue una excusa. Nunca tuviste intención de hacer algo – se detiene a mitad de un giro volviéndose hacia mí y retándome a negarlo.

- No es así – intento explicar – de verdad lo pensé, pero no podía soportar las consecuencias. Pocas personas saben sobre eso. Todos sabrían lo que me pasó. Los constantes susurros y rumores me seguirían. Hubiese tenido que cambiarme de escuela. Tengo una beca. No puedo ir a otro lado, mi familia no tiene dinero y no hubiese podido soportar seguir en el mismo lugar donde todos murmuraran a mi paso – niego soltando un sollozo – por favor, entiende. Lo siento, lo siento -.

- Es tu culpa – susurra con lagrimas frescas brillando en su mirada.

- Lo siento – repito.

- ¡Es tu culpa! – deja escapar un sonido que no parece humano y se deja caer en la acera frente a mi encorvándose sobre si misma mientras llora con tanta fuerza que su cuerpo tiembla con cada sollozo.

Natalie Reed está sufriendo y es mi culpa.

Me arrastro hasta ella con la intención de consolarla, pero en cuanto mi mano toca su hombro es como si un arma cargada se disparara. Se lanza sobre mi estampando mi espalda contra el piso con fuerza.

Por tercera vez en menos de una semana mis pulmones pierden todo el aire dentro, pero esta vez no tengo tiempo de preocuparme por ello ya que Natalie lleva sus manos a mi cuello apretando, sollozando y gritando que es mi culpa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.