Narra TN
El auto avanzaba lentamente por el camino de piedra hasta la mansión de mi padre. Desde la ventanilla, observaba las luces doradas iluminando la enorme casa, que parecía aún más imponente de lo que recordaba.
—Ya casi llegamos —dijo mi institutriz con su tono estricto de siempre—. No olvides comportarte como una señorita con modales.
Reprimí un suspiro.
—Sí, ya lo sé.
Estaba cansada de escuchar siempre lo mismo. Sabía que mi última conversación con mi padre había terminado en gritos, y seguramente por eso mi institutriz me lo recordaba una y otra vez. Pero, ¿qué importaba? Nuestra relación siempre había sido un desastre.
El auto se detuvo frente a la enorme entrada principal. Un par de sirvientas salieron de inmediato, con las manos cruzadas frente a ellas y la cabeza ligeramente agachada.
—Buenas tardes, señora —saludaron primero a mi institutriz.
—Buenas tardes —respondió con una sonrisa fría.
—Buenas tardes, señorita TN —dijeron luego, dirigiéndose a mí.
—Buenas tardes —contesté, forzando una sonrisa con los labios cerrados.
Miré a mi alrededor.
—¿Dónde está mi padre? —pregunté a una de ellas.
—Se encuentra en su despacho, pero…
No terminó de hablar. Una voz grave la interrumpió.
—No será necesario, ya estoy aquí.
Mi espalda se tensó de inmediato. Levanté la vista y lo vi: mi padre, de pie en lo alto de la escalera de entrada, observándome con esa mirada seria y calculadora de siempre. Llevaba un traje negro impecable, y aunque su expresión era neutral, en sus ojos había un brillo desafiante.
Sentí cómo mi mandíbula se apretaba involuntariamente. Cerré los puños sin darme cuenta, y la rabia comenzó a burbujear en mi interior. Mi madre siempre me decía lo mal padre que había sido, y ahora que lo tenía delante, todo su desprecio hacia él me invadía como un ven
Narra Aidan
Xavier y yo estábamos en nuestro departamento cuando sonó mi teléfono.
—Señor, lo llama su jefe —anunció Xavier después de contestar.
Tomé el celular y respondí. Era Gong, mi nuevo empleador.
—Sí, señor. Hoy tengo una cena con usted, ya que conoceré a su hija, a quien debo proteger.
Xavier soltó una carcajada.
—Seguro es hermosa.
Rodé los ojos.
—Puede ser, pero apuesto a que es una niña caprichosa. Ya sabes, la típica chica mimada por su padre.
Seguimos hablando un rato más hasta que alguien llamó a Xavier. Cuando colgó, me dijo que era un viejo amigo que estaba en la ciudad y necesitaba verlo para algo. Se despidió y salió.
Yo aproveché para darme una ducha. Dejé que el agua caliente relajara mis músculos, preparándome mentalmente para la cena.
No será la gran cosa. Solo la conoceré hoy. Mañana ya me mudaré a la mansión como su guardaespaldas.
Me vestí con ropa formal pero cómoda, tomé mis llaves y salí.
El trayecto fue corto. Al llegar, el señor Gong ya me esperaba en la entrada.
—Buenas noches, señor Gong —saludé con respeto.
—Buenas noches, joven Aidan. Pase.
Entramos en la mansión. Era espaciosa, con un diseño elegante y lujoso, pero sin demasiada calidez.
—Mi hija está a punto de bajar —dijo Gong—. Déjeme llamarla.
Se giró hacia la escalera y gritó con voz firme:
—¡¡¡¡¡¡¡¡¡TN!!!!!!!!
Narra TN
Estaba hablando con mi amiga por teléfono cuando la voz de mi padre resonó por toda la casa.
—Tengo que irme. Luego te cuento —me despedí rápidamente y colgué.
Suspiré, pasé una mano por mi vestido para alisarlo y salí de mi habitación.
Cuando puse un pie en la escalera, me detuve.
Había un hombre de pie en el vestíbulo, esperándome.
Narra Aidan
Esperaba pacientemente hasta que un aroma familiar llegó a mí.
Chocolate y fresas.
El mismo olor que percibí en el aeropuerto.
Me giré de inmediato…
Y entonces la vi.
Bajando lentamente las escaleras, con una elegancia natural, estaba ella.
Mi mate.