Mi Hermanastro

8. CAPÍTULO INCOMPLETO

Hola mis amores.

Okey, directo al punto. Primero que nada ¿Por qué se llama así el capítulo? Bueno eso es porque el capítulo está incompleto. Éstas últimas semanas de clases me dieron muchos temas que preparar para una presentación grupal. Por ello no tuve tiempo de completar éste capítulo, que empecé después de dar un examen. Y pensando q ahí terminaba la cosa prometí capítulo para muchos días antes. Lo siento por faltar a mi palabra. Ahora el problema es que entre el 9 y 12 de Diciembre se dan las mesas de examen para aprobar las materias que curse. Y bueno tengo que preparar un tema relacionado en lo posible con todo lo que vi en la materia. Por ello hasta ésas fechas no voy a escribir. Y cómo no las quiero dejar sin capítulo les traigo éste avance.
Lo que me falta agregar al capítulo son aclaraciones de qué pasa con Kimberly y ya no poder seguir pagando la cuota de la Academia de baile. Y qué pasará entre Owen y Daisy con el malentendido que leerán en éste capítulo. Listo es todo lo que debía explicar.

Capítulo dedicado a: 

Eneida Salazar - Oscarina Contrera - Jose Gomez - Nai - Selena Rodriguez -

Gracias por darle una oportunidad a ésta historia. Y por darle me gusta. Así me ayudan a que la historia gane más reconocimiento y pueda llegar a más lectores. Gracias de todo corazón. Besos.

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Owen despertó por costumbre. Siempre se levantaba a las cinco para ir a trotar hasta las ocho que regresaba para desayunar.

Desde que llego a casa de Elizabeth empezó a tener más energía; era como si algo dentro de él hubiera despertado desde que vivía en esa casa. 

Al abrir sus ojos lo primero que captaron fue la cabellera castaña de Daisy. Se aproximó inhalando su aroma. La fragancia de su shampoo  aún prevalecía. 

El coco era un perfume que le encantaba.  Pero el apreciarlo en sus fosas nasales despertó una necesidad que venía teniendo desde que la veía dormir hace tres días. Un anhelo que podía controlar bien, sin embargo, el percibir el aroma de coco aumento ese calor interno, haciéndolo un deseo imposible de detener.

Guio su mano derecha debajo de la sábana hasta el trasero de Daisy. Cerró los ojos al sentir la firmeza de la nalga, dando un apretón.  La pierna de Daisy emitió un leve movimiento como reacción al sentirlo.

Owen supo que despertó y dejo la palma quieta, aun sujetando firmemente la nalga, sin recibir protesta alguna de Daisy, sino un acercamiento de su trasero. Tal acto fue suficiente para que el ardor en su interior se volviera chispas en su parte baja.

Quería…le urgía sentir el tacto piel a piel.

Se acercó a su cuerpo, pegándose a ella, guiando su mano al dobladillo de su vestido. Su respiración se aceleró, al momento que su erección  se topó con su trasero.

Ansioso por sentir su piel, coló su mano debajo del vestido. Subiendo lentamente por su muslo y al oírla gemir tan suavemente quiso oírla gritar de placer.

Filtro sus dedos en la ingle jugando con la pantaleta —No piensas detenerme —afirmó casi susurrando. 

—Sé que despertaste, cuando empecé a tocarte —le aclaró en su oído, al no recibir respuestas.

Sin más metió sus dedos entre sus pliegues —Mmmmm —gimió alto Daisy por la intromisión, apretando el extremo de la sábana. 

—Quiero oírte gritar —jadeó Owen al sentir el líquido lubricante.

—Ahhhh —clamó al sentir la presión del pulgar en su clítoris y la fricción de los dedos entre sus labios vaginales, humedeciéndola más.

—Hazlo —insistió besando su cuello. Presionando más con su miembro.

—Cariño déjala dormir —habló Arthur, saliendo de su dormitorio.

Elizabeth al terminar de preparar el desayuno había subido a despertad a su hija —Los waffles  son sus favoritos — argumentó abriendo la puerta del cuarto de Daisy.

—Dai…¿Owen? —Vio a su hija acostada y a Owen detrás de ella.

—Mamá —pronunció Daisy, levantándose de la cama, sin saber cómo explicarse.

—Buen día, Elizabeth — Owen saludó calmadamente, bostezando. Se irguió en la cama, sin levantarse, asegurándose de cubrir su miembro erecto. 

—Si no te molesta voy a seguir durmiendo. Tu hija no me dejo dormir —acusó, fingiendo estar fatigado a causa de trasnochar. 

Daisy miro a Owen incrédula —¿Qué? — Acaso va a echarme la culpa, pensó.

—Sí. No me dejaste dormir por tu miedo a los truenos…Por cierto ¿No estas bastante grandecita para temerles? Ya no eres una niña.

—Hija, lo siento —Elizabeth, abrazo a su hija al entenderlo. Recordó la tormenta de anoche; que por estar pasándola bien olvido a su hija. Siendo atacada por el remordimiento.

—Mamá…está bien. Owen me hiso compañía.




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