Mi hermanastro

Capítulo 18

—No ¿Qué pasa con su mama?—se notó interés en su tono de voz.
—Bueno su mama tiene cáncer —dijo recordando a la pobre mujer.
—No lo sabía, ¿Qué tan mal esta? —cuestiono bajando la mirada.
—Muy mal Austin, Nicolas hace un trabajo del que no me quiso hablar para ayudar a su papa a pagar los medicamentos —dije acurrucándome en su pecho.
—Pues no lo sabía, y ahora John lo ha dejado sin trabajo. —
—Lo sé, hablare con mi papa en cuanto lleguemos —
le asegure alzando mi vista para encontrarme con sus ojos.

Estaba en un profundo sueño, un sonido muy alarmante comenzó a elevarse de volumen hasta que abrí los ojos para darme cuenta de que era mi celular que timbraba, era de Bradford la lada así que supuse que era mi papa y supuse bien.
—¿Hola? —respondí.
—Buenos días hija, ¿Cómo estás? —escuche la áspera voz de mi padre.
—Bien papá ¿Cómo estas tu? —pregunte cortésmente.
—Bien gracias, solo llamaba para avisarles que en unos cuantos minutos llegara de seguro una sorpresa —aviso.
—¿Qué sorpresa? —cuestione arrugando mi frente.
—Ya verán, adiós en unos días más nos vemos —y colgó sin decirme ya más nada, voltee mi mirada aun cuestionándome que podría ser la sorpresa y Austin  me observaba detalladamente y en silencio total.
—Que hermosa eres —menciono acariciando mi mejilla.

El momento fue interrumpido antes de que me pudiera sonrojar, sonando el timbre del departamento Austin y yo nos miramos algo sorprendidos y fuimos tomados de la mano rápidamente hasta la puerta luego de ver por la mirilla nos dimos cuenta de que una sorpresa no muy agradable estaba presente.
—¡Van! —exclamo Austin mirándome preocupado.
—Está bien tienes que abrirle, todo estará bien —dije soltando su mano y hablando bajito para que nos escucharan
—Te quiero mi amor —dijo bajito dándome una pequeña probada de labios.
—Y yo a ti —le dije en el mismo tono de voz que antes.

Y la puerta se abrió, me dolió ver a ella lanzándose sobre Austin llenándole de besos la cara y el fingiendo estar feliz de estar ahí.
Isabella me ignoro por completo y pasando hasta la sala y sentarse con Austin a platicar por que la sorpresiva vista, me sentí tan excluida que me fui a la recamara a hacer la cama y a tomar un baño, un dolor muy fuerte se hacía notar era mi corazón que se había partido en dos.
Dentro de la regara sentía el agua caliente recorrer mi cuerpo pero más notables eran las lágrimas que salían de mis ojos '¿Qué demonios hacia ella aquí? Me pregunte al golpear la pared con fuerza, salí de la regadera para envolverme en la toalla y al limpiar el empañado espejo mire los nudillos de mi mano derecha que estaba sangrando '¡Pero que estúpida!' me dije, creo que después de todo no debí haber golpeado esa pared al fin y al cabo ni culpa tenía.

Abrí el espejo y tome el botiquín de primeros auxilios, puse alcohol a la herida y sople un poco en ella para que ardiera menos, al mirar mi mano una lagrima cayo en esta, el llanto comenzaba a hacerse presente nuevamente y sin querer seguía pensando en que estarían haciendo Isabella y Austin allá afuera.
Salí en busca de que ponerme para poder salir de aquel departamento y no verlos; me vestí y me vi en el espejo por última vez y antes de abrir la puerta irónicamente pensé que justo esas cuatro paredes eran las cómplices del inmenso amor entre Austin y yo.

—Voy a dar un paseo —mencione sin mirarlos.
—¿A dónde vas? Am... Mackenzie —Isabella miro un poco extraña a Austin pues la palabra que iba a decir no tenía que salir de su boca.
—A dar un paseo —repetí echando atrás de mi oreja un mechón de cabello.
—Solo déjala ir —dijo Isabella sin tomarme importancia.

No podía más, necesitaba respirar y exhalar sin pausas.
Caminar era lo mejor que podía hacer cuando me sentía de esa manera, sentir el viento contra mi cara y echar para atrás mi cabello, respirar.
—¿Harry? —dije al teléfono.
—¡Hey Mackenzie! Me enteré de que estas en Londres —dijo el tranquilo.
—Si, pero me siento fatal Harry —dije con un nudo en la garganta.
—¿Qué pasa pequeña? —pregunto preocupado.
—No te lo puedo contar, no ahora pero prométeme que en cuanto puedas estarás en Bradford para poder platicar del asunto —dije mientras una lágrima paseaba por mi mejilla.
—No podre en estas dos semanas me iré a Nueva York mi mama quiere que la acompañe a abrir su nueva tienda —dijo.
—En cuanto llegues de allá por favor, promételo —dije con apenas un hilo de voz.
—Claro hermosa, te hablo luego llego gente —dijo antes de colgar, seguramente tenía mucho trabajo en la tienda de su mama ya que es muy famosa, su madre es muy buena en la repostería.

Me quede sentada en la banca del parque donde justo le confesé a Austin que era perfecto y ahora lloraba por no poder ir con él porque esta con su novia, no debí enamorarme de él sabía que él tenía novia y que tarde o temprano esto terminaría pero por primera vez en mi vida me sentía correspondida y sentía querida por la persona que yo quería.

La mañana se me paso en los recuerdos de los días anteriores y maldiciendo la sorpresa que mi padre nos envió, me levante de ahí y fui a buscar un restaurante recordé que no había desayunado y mi estomago me pedía alimento.
Encontré un lugar que parecía muy casual había muchos chicos jóvenes, así que entre y una chica rápidamente se acercó a mí a dejarme el menú.

Luego de darme el lujo de desayunar, seguí caminando y llegue hasta un bar.
—¿Qué puede salir mal? —me dije así que entre a este sentándome frente a la barra —Me das una cerveza por favor.
—Enseguida señorita —
dijo el joven amablemente.

No sabía cuántas llevaba pero, todo a mi alrededor daba vuelta y la lengua se me trababa al hablar, me levante para ir al baño y me balanceaba de un lado a otro en lo que caminaba el efecto era muy fuerte '¡Que se pudra Austin Brown!' le grite a una chica que me miraba mientras sin vergüenza se burlaba de mí y se divertía de verme en ese estado '¡Que se pudra!' Grito levantando su botella.
Entre al baño y como pude desabroche mi pantalón, fui al espejo y juraba que había otra Mackenzie dentro del espejo, esa que miraba no era yo.

Salí luego de verme, y la chica me detuvo del brazo sentándome con ella y el resto de sus acompañantes en la mesa.
— ¿Quieres un trago? Yo invito —pregunto hablándome cerca del oído puesto que estábamos muy cerca de la música.
—Si ¿Por qué no? —respondí.
—A ella tráele un trago, un buen trago —dijo ella al mesero —No eres de por aquí o ¿cierto?
—No el idiota de mi padre me mando aquí con mi hermanastro para que “Nos lleváramos bien” —
dije haciendo las comillas en el aire.
—Soy Peyton y tú ¿Cómo te llamas? —se presentó.
—Soy Mackenzie —dije estrechando su mano.

El chico llego con varios tragos, dejo el más pequeño para mí era un tequila; al demonio todo, pensé, me tome el trago y sentí arder mi garganta, moví mi cabeza de un lado a otro y todos los chicos gritaban por mi valiente acción.
—Dime ¿Quién es Austin Brown? —cuestiono ella interesada.
—El idiota por el cual me vine a embriagar —comente moviéndome al ritmo de la música.
—¿Quieres bailar? —pregunto la chica riendo.
—¡Claro vamos! —exclame tomándola de la mano, yendo al centro de la pista de baile.

Un chico se acercó a nosotras y comenzó a bailar con nosotras, el chico empezó a coquetear conmigo y yo solo me dejaba llevar era el maldito alcohol que provocaba eso en mí, estábamos tan cerca que casi nos besábamos pero gracias a Dios alguien se adueñó de mí.
—Ven linda, andas muy tomada ya dime donde vives —dijo sacándome de la pista.
—¿Quién eres tú? —pregunte mirándolo con los ojos entrecerrados para poder apreciar su cara pero me era imposible.
—Eso no importa ¿Dónde vives? —insistió mientras caminábamos a la salida.
—¡Hey idiota la luz! —le grite quitándole los lentes de sol que traía en la camisa.
—¿Siempre eres así de grosera? —pregunto mirándome.
—¿Qué te importa? —Dije cruzándome de brazos —No te envió el imbécil de Austin ¿verdad?
—No sé ni quién es ese —
dijo encogiendo los hombros.
—Qué bueno, no vale la pena conocerlo —dije balanceándome.
—Cuidado —dijo tomándome de la cintura —Ahora me vas a decir donde vives y te llevare a casa.
— ¡Ay! Pero que aguafiestas eres déjame tomar una más y nos vamos —
dije casi cayéndome, pero nuevamente el me tomo por la cintura.
—Ni una más, ya tomaste demasiado por cierto me debes mucho dinero —dijo entre una risa.
—Que aburrido, y no te preocupes luego te lo pago —dije poniendo mis ojos en blanco —Vivo en los departamentos de la calle Victoria Mills.
—Vamos te acompaño —dijo parando un taxi.

Subimos en la parte de atrás del taxi, me golpee en la cabeza y este se burló de mí.
— ¿Quién eres? —le pregunte mirando por la ventana.
—Me llamo...

 




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