Mi hermanastro

Capítulo 23

— ¡Exacto! —exclame dándole la razón.
— ¿Mackenzie, puedo hablar contigo? —pregunto Nicolás poniéndose detrás de nosotras.
—Hola estoy bien, gracias —dije sarcásticamente sin quitar mi mirada de unos niños que jugaban con pelota cerca del agua.
—Mackenzie por favor, déjame hablar contigo —siguió insistiendo.
—Creo que me voy —dijo Lucia sintiendo la tensión.
— ¡No! Quédate ya hablaremos después Nicolás y yo —le dije haciendo que se sentara nuevamente bajándola con fuerza del hombro.
—De acuerdo —acepto Nicolás sentándose junto a mí.
—Bueno Nicolás te presento a Lucia, Lucia te presento a Nicolás —dijo apuntando el uno al otro mientras decía sus nombres.
— ¿Lucia? Eres la prima de James —dijo Nicolás mirándola.
—Esos ojos son inconfundible Nicolás —dijo ella riendo —Vaya hace tiempo que no vengo a pararme por acá, mírate que alto estas —
—Si bueno han pasado varios años —dijo con su usual tierna sonrisa.

Era imposible no hablarle a Nicolás, además el hacia el trabajo para ayudar a su mamá y yo estaba feliz con Austin así que... qué más da.
En eso llego James agitado tomando aire exageradamente.
— ¡3 kilómetros! ¡Corrí 3 kilómetros! —dijo el inclinándose y tomando sus rodillas con sus manos.
—Aja —hizo Lucia mirándolo rápidamente y luego desviando su mirada al agua salada de nuevo.
—Está bien, corrí como 600 metro solamente —dijo poniéndose derecho.
—Eres un mentirosillo —dije echándome a reír.
—Siempre haces lo mismo —dijo Nicolás negando con la cabeza.
—En realidad solo camino rápidamente —dijo Danielle llegando caminando tranquilamente.

Compartimos unas cuantas historias interesantes y algo vergonzosas, todos se fueron en diferentes direcciones y nos quedamos Nicolás y yo solos.
—Mackenzie perdón por lo que ha pasado —musito torciendo el gesto.
—Tranquilo que yo no sé nada, o al menos hasta que ella se lo diga a Austin —dije dejando caer mi cabeza clavándola en la arena.
—Pero en serio perdón —dijo mirándome con esa mirada tan tierna y atractiva que solo él sabe hacer.
—Deja de hacer eso —dije apuntando a sus ojos.
—¿Hacer qué? —pregunto pero él sabía perfectamente que era, y volvió a mirarme de esa manera.
—Eso, tu mirada sabes perfectamente de lo que hablo —dije evitando reír.
—Es solo para asegurarme de que en serio me perdones —dijo haciendo bizcos con los ojos.
—Eres un tonto —dije empujándolo a un lado por el brazo.

Un hermoso domingo y un resplandeciente sol describía el bello día, al día anterior habíamos quedado en ir al orfanato a dejar un par de cosas que la gente misma del pueblo nos había dado y algunos pequeños detalles, como en la parte trasera de mi troca había mucho espacio pues decidimos echar todas las cajas ahí.
Íbamos de salida Nicolás y yo había finalizado de atar las cintas de mis tenis, íbamos en el pasillo riendo porque Nicolás había tropezado topemente con un pedazo de alfombra mal acomodado, entonces pasamos por la habitación de Austin que tenía la puerta de par en par y este recostado en la cama, lo mire de reojo al sentir su fuerte vista sobre mí.
—Oye ¿Te puedes adelantar? Tengo que ir al baño —me permití a mentirle a Nicolás para poder ir con la razón de mis suspiros.
—Oh te acompaño —se ofreció amablemente.
—Oh no Nicolás, son causas de mujeres —dije torciendo la boca echando mi cabeza un tanto para atrás.
—Ah ya entiendo —dijo asintiendo, caminaba hacia 'mi cuarto' y entonces le dije '¡Hey! Ve calentando el carro' volteando sobre mis talones lanzándole las llaves con un llavero que lleva una pluma color morado.

Caminaba en pasos muy lentos y cortos hasta que Nicolás desapareció de mi vista, corrí hasta la habitación de Austin sellando la puerta tras de mí, y este al escuchar el ruido volteo bruscamente un poco espantado, se levantó en 1, 2 por tres y se acercó a menos de un paso de mí.
—¿A dónde vas hermosura? —pregunto elevándome por la cintura.
—Al orfanato, iremos a dejar unas cosas los chicos y yo —dije sonriendo fascinada de sentirme entre sus brazos.
—Te ves preciosa hoy —dijo mirando mi cabello caer por encima de mis hombros.
—Pues gracias —sonreí ante tal cumplido —Me tengo que ir, pero nos vemos más tarde —
—Bueno no te iras sin darme un beso —
dijo frunciendo los labios.

Reí ante su acción y me acerque a él sintiendo sus labios juntarse con los míos, me estremecí al sentirlos como si fuera la primera vez y es que me encantaba la manera en que el me hacía desearlo más y más.
—Te amo, más al rato nos vemos —dije alejándome lentamente de él.
—Yo también amor —dijo robándome un beso rápidamente.
Use mi arma mortal ante él caminando hasta la puerta, volteé a verlo por encima de mi hombro y pude ver que estaba completamente loco por alcanzarme y seguramente hacerme suya con esa delicadeza que sabe perfectamente me gusta.

Salí de su habitación y María se encontraba aspirando la alfombra me miro extraña pues claro que no era usual verme en la habitación de él, ella me miro casi por segundo y bajo su mirada al instante como si yo le fuera a gritar por haberme visto, pero claro que no sería así.
Baje hasta el garaje donde estaba mi troca y Nicolás esperándome, se miraba un poco desesperado y yo solo sacudí la cabeza al verlo.
—Listo vámonos —dije subiendo al asiento del piloto.
—Los chicos nos esperan en la entrada del camino —afirmo Nicolás apuntando por el cristal.

Conduje hasta el orfanato, seguramente James sentiría alguna sensación extraña de encontrarse ahí.
Bajamos y ahí estábamos bajando las cajas llenas de ropa y juguetes para los pequeños, me hacía sentir tan bien ver una sonrisa incomparable en sus rostros.
Luego de eso ordenamos unas pizzas y ellos estaban aún más feliz.

En el camino Nicolás me conto que su madre ocupaba una nueva medicina, que costaba aún más cara.
—Papá necesito hablar contigo —dije parándome frente a su escritorio.
—¿Qué pasa? —dijo sin despegar la mirada de la computadora.
—¿Podrías ponerme un poquito de atención? Estoy aquí —dije con voz fuerte y clara.
—Si hija ¿Qué pasa? —fue su respuesta.
—Necesito que me prestes dinero —dije sentándome en una de las cómodas sillas color marrón.
— ¿Para qué? En la tarjeta hay siempre dinero —dijo apuntándome con su mano.
—Si, pero no es para mí, has dejado sin un buen empleo al padre de Nicolás —explique —Ahora su madre está más grave papá, tenemos que ayudarlos —
—Lo siento hija, pero el me robo y eso nunca se lo voy a perdonar —dijo lleno de rencor.
—Eres increíble, eres el mismo hombre sin corazón de hace 14 años que dejo a una pobre niña con su madre —dije contando con otras palabras la triste realidad.
—No me vengas con eso ahora —dijo el mirándome con mala cara.
—Es la verdad papá, ¿Qué acaso no recuerdas que tú y el solían ser buenos amigos? —pregunte entrecerrando mis ojos.
—Si lo recuerdo Mackenzie pero simplemente no puedo perdonarlo y olvidar — contesto necio.
—Entonces peleare todo el dinero que nunca le diste a mamá de mi pensión alimenticia —dije elevando una ceja, esperando que con eso aceptara.
—En serio quieres ayudarlos ¿no es cierto? —cuestiono sorprendido.
—Si, por favor —pedí haciendo una cara de convencimiento.
—De acuerdo, yo lo llamare para ponerme de acuerdo con el —dijo convencido.
—¡Gracias! —dije victoriosa, yendo hasta con el dándole un abrazo.

Estaba feliz de que mi padre haya accedido a darle un préstamo al papá de Nicolás, era increíble.
—¿Cómo te fue? —pregunto con voz delicada a mi oído.
—Fue increíble —dije feliz.
—¿Qué platicabas con tu papá? —cuestiono interesado mientras caminábamos por el pasillo oscuro para ir al sótano.
—Algo sobre la madre de Nicolás —dije agitando mi cabeza preguntándome que hacíamos ahí —¿Qué hacemos aquí Austin? —
—Oh simple tenía muchas ganas de estar contigo —se encogió de hombros.
— ¿Ah sí? Te extrañe en todo el día, como quisiera poder estar contigo sin tener que escondernos —dije haciendo chueca mi boca.
—Si bueno sobre eso... —

 




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