Mi Hermosa Pesadilla

CAPÍTULO 10

- Heysli ¿estudias?- dijo buscando su mirada, tomándola por la barbilla. -Porque por lo que veo no. Trabajas todo el día ¿o estoy equivocado?-. Ahora ¿qué le diría? La había descubierto, su mirada se hizo borrosa, las lágrimas iban a empezar a salir.

¿ESTUDIAR?

CAPÍTULO 10

No te cortes las alas, se debe avanzar siempre.

-Mira no sé lo que pretendes, pero no te hablaré de mi vida- trató de decir con voz dura. Tomando el valor de levantarse e irse.

Albert con un tanto de sorpresa se levantó muy rápido deteniéndola por el brazo, no sabía cómo manejar la situación en ese momento, no sabía que reaccionaria así. Después de todo se veía muy tímida para ese arrebato.

-Sólo quiero ayudarte.

-¿Ayudarme?- Interrogó la joven frunciendo el ceño, quiso soltarse bruscamente de Albert pero él apretó más su agarre, sin llegar a lastimarla. -No quiero tu caridad- lo miró, decepcionada.

Su mirada sin brillo lo descolocó, no quería que se sintiera de ese modo. Soltó lentamente su brazo, mirándola fijamente al igual que ella, sintió ganas de tomarla por la cintura, pegarla a él y besarla. Suspiró pasándose las manos por su rostro, separándose de ella.

-Sólo... sólo respóndeme- suplicó. -No es necesario que me cuentes de tu vida-, Heysli lo miró con recelo, aunque algo le decía por dentro que debía confiar en él.

-No, no estudio- contestó en voz casi audible, bajando su rostro, la mirada de este hombre la estaba poniendo nerviosa.

-Siéntate- le ordenó, ella lo miró asombrada por cómo le habló.

-Pero...

-Hazlo-. “Pero... ¿cómo se atrevía hablarle así?” Se dijo la chica, malhumorada le hizo caso volviéndose a sentar, él sólo se quedó de pie observándola en silencio algo que a ella le incomodó. -¿Has pensado en terminar tus estudios?

“Obvio si”, pensó la chica, pero a sus diecisiete años estudiar era muy complicado, tenía mucha carga encima; aunque sólo le hacía falta un año de secundaria, contó con la suerte de ser una brillante estudiante en el lugar de acogida y que las maestras voluntarias la pasaran a un grado más adelantado; luego de eso se escapó de ahí en compañía de su hermano, él ya tenía su mayoría de edad, no supo cómo lo hizo pero él la adoptó, increíblemente le dieron su custodia, Edgar lo ayudó pero después se lo cobró con creces; trabajando para él en cosas que Heysli nunca logró entender, ella sólo estaba feliz de al fin salir de ese encierro en el que estaba y no se cambiaba por nadie.

Rafael le dio estudio y después, en una de sus locuras, compró una casita pequeña, ella nunca supo de dónde sacó el dinero pero recordaba ese día como el más feliz de su vida, no lo podía creer. Ese día le dijo que “no debía cortarse las alas, debía siempre avanzar".

Luego de haber pasado años, llegó el accidente y todo se complicó, su hermano sacrificó mucho por ella.

Sintió unos fuertes brazos rodeándola de manera silenciosa a su lado, supo que estaba llorando en brazos Albert, quien le transmitía una sensación extraña con su toque cada vez que lo hacía, duraron algunos minutos en esa posición, algo que a Heysli le hacía sentir demasiado bien y protegida. Se separó lentamente de él sintiendo un gran vacío, limpiándose las lágrimas.

-Disculpa- susurró al ver cómo había mojado su camisa, el doctor sonrió de manera suave.

-¿Mejor?- le preguntó, acariciándole el cabello de manera suave, ella sólo asintió, ahora estaba muerta de vergüenza por llorar delante él. -Quiero ayudarte...- hizo pausa y volvió a hablar. -Sólo no preguntes, nunca te daré la razón del por qué lo hago- lo dijo rápido y algo nervioso. -¿De acuerdo?- terminó.

-No te he dicho que aceptaré, tampoco has dicho en que ayudarás- dijo ahora más calmada.

-¿Es que acaso no fui obvio?- habló serio, la habría fulminado con la mirada, ella sólo se removió en su asiento, no se había dado cuenta de lo cerca que lo tenía a su rostro, no aguantó más y se levantó, lo vio suspirar aliviado como si su cercanía lo hubiese estado asfixiando y se sintió poca cosa. –Vamos, te llevo a casa, ya es tarde- iba a hablar pero él no la dejó, le dio la espalda tomando sus llaves del auto y dirigiéndose a la salida; se sintió culpable, parecía enojado, optó por seguirlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.