Mi Hermosa Pesadilla

CAPÍTULO 15

HERMOSA PESADILLA

CAPÍTULO 15

 

Distante a la zona residencial, justo al otro lado de la ciudad de Bogotá, Yeicol el mejor amigo de Albert entraba a la cárcel donde permanecía recluido Rafael, el hermano de Heysli. Su amigo le había pedido que investigara el caso y lo defendiera, justamente había hecho. Después de tanta insistencia al juez para que sacara del archivo el caso, el togado accedió a hacerlo, aunque ya tenía una sentencia aquel chico, se podía buscar las formas para rebajarle un poco más la pena que pesaba sobre él.

No entendía la obsesión del doctor con esa chica, pero de lo que si estaba seguro era de que a su amigo le gustaba y mucho. Pasó por todo el proceso y el protocolo para entrar hasta que lo llevaron a una sala privada, tomó asiento en la única mesa que había, descansando su maleta en la sobre la misma. Esperó unos minutos hasta que entro el susodicho, un hombre tez oscura, alto como de metro ochenta y cinco, fornido, un tatuaje que cubría su brazo izquierdo, cabello negro al igual que sus ojos. “Este tipo es intimidante cualquiera hubiese salido corriendo”, pensó Yeicol pero ya él estaba acostumbrado a tratar con ese tipo de personas.

-Buenas tardes- saludó el abogado, levantándose una vez entró y el guardia que lo acompañaba los dejaba a solas, cerrando la puerta.

-¿Quién eres?- Preguntó Rafael algo receloso.

-Tome asiento y le explicaré, por favor- respondió Yeicol tratando de ser amable.

-¿Y por qué carajos te haría caso? Si no me da la puta gana no me siento- el abogado negó tomando asiento de nuevo y sacando algunos papeles con tranquilidad.

-Soy tu abogado, estoy aquí para llevar tu caso, tengo entendido que tuviste uno pero no sirvió de ayuda- miró hacia el hermano de Heysli, quien le miraba con muchas dudas al respecto.

-¿Quién te ha mandado?- preguntó de nuevo, pero esta vez Rafael si se sentó frente al abogado.

-No tiene importancia- su mejor amigo, Albert, le había pedido reiteradamente que no le dijera quien era aquel que le había enviado, porque por obvias razones Rafael no iba a aceptar su ayudo y tampoco se dejaría defender.

-¿El mierda del Edgar fue quien el que te mandó?- Yeicol se armó de paciencia.

-No conozco a ningún Edgar pero tengo entendido que es por él que usted está acá. ¿No cree que sería muy estúpido mandarle un abogado, cuando en realidad quiere verlo aquí refundido?- Rafael lo observó con cuidado, sabia cuando la gente le mentía pero no vio ningún atisbo de falsedad en el abogado.

-Dime quien te ha mandado y puede que coopere- afirmó.

-Albert Martins- habló Yeicol, debía hacerlo de otra forma sabia no hablaría.

Rafael, extrañado por escuchar este nombre frunció el ceño, lo había escuchado en algún lado pero no recordaba con exactitud. ¿Quién era? ¿Porque quería ayudarlo? Trató de recordar y rebobinar todo hasta que se dio cuenta, miró al abogado muy enojado.

-¡Dile a ese tipo, que no me interesa su hijueputa ayuda!- gritó lleno de rencor.

-Albert, está arrepentido y ésta es una forma de disculparse. Además su hermana está enterada, por eso estoy acá, ella ha dicho que sí.

Heysli no podía haberlo traicionado, Heysli no podía estar cerca de ese hombre, por culpa de ese malnacido él estaba allí encerrado.

-¿Cómo se atrevió a acercársele? Es una gonorrea, hijo de…- destiló lleno de veneno.

-Óigame- interrumpió. -A ver, estoy aquí por ella, por su hermana. Quiere que te saquemos de aquí, claramente no sabe quién es Albert, si, él le mintió para ayudarla. Tu hermana en estos momentos sólo trabaja, ella no está estudiando, los ahorros que le dejaste ya prácticamente se le acabaron, Edgar la ha amenazado de muerte, ahora te pregunto. ¿Quieres que Heysli, lleve una vida así? Porque si es así, tomo mi maletín, los papeles y salgo de aquí, eso sí, me quedaría claro que eres un egoísta que nada más piensa en sí mismo-. Sentenció Yeicol con voz dura, sabía lo que hacía, había investigado todo respecto a Heysli, incluso antes que Albert, quería contarle todo a su amigo pero él no lo dejó, porque quería saberlo todo por boca de ella misma.

Rafael se quedó pensativo. ¿Por qué su hermana le había mentido? ¿Por qué le dijo que estaba estudiando, cuando no lo hacía? La joven le tenía que dar muchas explicaciones.

-Está bien, acepto pero no quiero a ese tipo cerca de mi hermana y menos si está echándole mentiras.




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