Mi Hermosa Pesadilla

CAPÍTULO 19

TE AMO

CAPÍTULO 19

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Albert vio salir del instituto a su novia junto a varias chicas, la vio sonriente, su cabello castaño se movía con la brisa, su cuerpo pequeño y delgado enfundado en un uniforme de instituto de falda roja a cuadros, camisa blanca y chaleco rojo, contrastaba con su piel morena, la amaba, amaba todo de ella. La mujer más hermosa del mundo estaba frente a sus ojos y era suya, la tenía para él, lo mejor de todo era que ella lo quería, eso era lo más maravilloso.

Sus miradas se cruzaron cuando él se quitó las gafas que llevaba puestas, ¿qué más podía pedirle a la vida? Su corazón latía de alegría cada vez que la miraba, cada vez que le sonreía, cada vez que la abrazaba y que la tenía junto a él.

Heysli corrió hacia Albert como cuando un niño ve a su ídolo favorito, cuando llegó justo a su lado se le tiró encima, como lo había hecho esa misma mañana, rodeándole la cintura y rodeándole el cuello con sus delgados brazos haciendo que el doctor perdiera un poco el equilibrio, por suerte, el auto estaba detrás a pocos centímetros y su espalda chocó con éste, la rodeó de igual manera a altura de la cintura con sus fuertes brazos.

-Ouch- se quejó ella, pues sus piernas y pies habían chocado también contra el auto, quizás no había sido buena idea lanzársele encima pero no se pudo contener.

-¿Te golpeaste muy duro?- le preguntó él, ya separándose del auto y viendo su rostro.

-Ha sido mi culpa- la escuchó responder avergonzada.

-¿Me recibirás de esta manera siempre?- interrogó Albert.

-Lo siento, es que, siempre quiero tirarme encima tuyo- confesó la joven, bajándose de encima de él, Albert no supo si reír o quedarse sorprendido por lo dicho, eso no fue bueno para su salud mental porque le había sonado a otra cosa y quitó esos pensamientos de inmediato, imaginársela en su cama desnuda no era buena idea. Carraspeó un poco incómodo.

-Por mi está bien. Todo lo que venga de ti, me gusta-, le dijo, tomado su rostro para unir sus labios de forma suave, no se cansaría, jamás lo haría, probar su boca era lo más hermoso, lo más maravilloso; sus labios, su lengua, todo de ella a él le encantaba. Succionó su labio inferior y mordió un poco sin hacerle daño por ultimo dándole pequeños picos por todo su rostro. - Preciosa- susurró para luego abrazarla acaparándola toda. –Vamos, tengo…- dijo él separándose de ella para abrirle la puerta del auto a Heysli. la joven lo detuvo por el antebrazo y él la miró.

-Yo, mmm, iré con mis compañeras a un ancianato a hacer unos donativos- le dijo, bajando la cabeza sin mirarlo. -¿Puedo?- preguntó Heysli en voz baja, pero Albert le alcanzó a escuchar.

-¿Me estás pidiendo permiso?- habló Albert, alzándole la barbilla con su mano y luego juntando sus frentes.

-Si- respondió la joven que hasta ahora, estaba embobada por todo lo que estaba pasando entre los dos en ese instante. Albert ladeó su boca en amago de sonrisa.

-Ve, anda- respondió besándola para luego incitarla a irse hacia sus compañeras, quienes al parecer estaban mirando, curiosas, viendo sus demostraciones de amor.

-N… no, estás molesto conmigo por no ir a almorzar juntos- afirmó ella, viendo como él se alejó un poco.

-No, amor. Sólo que las chicas te están esperando y les veo afán- habló el doctor mirando hacia el bus, ella frunció el ceño volteando hacia donde estaba ubicado y murió de vergüenza, pues todas estaban montadas en el autobús, esperándola y lo peor de todo habían visto todo pues algunas los estaban mirando. Albert rodeó el auto y antes de entrar en él y arrancar, soltó algo que la dejo en shock.

“¿Le dijo un te amo? ¿Había escuchado bien?” Ella había dicho apenas un “te quiero” que sintió fue apresurado, pero él, Albert le dijo un “TE AMO”.

¿La amaba? Si, lo escuchó claramente; las mariposas revoltosas hicieron presencia y la joven sonrió de felicidad al saberlo. Recuperó la cordura y fue directo al bus, entrando al vehículo, cuando escuchó a todas las chicas hacer una bulla picara hacia ella, lo que la hizo apenar, pues sabía que era por lo acontecido con su novio. Cristina le había guardado el puesto junto a ella, se sentó de inmediato, ninguna de las chicas le preguntó, ninguna habló sobre eso, quizás era porque apenas la conocían y no vieron prudente preguntar o porque simplemente aún no tenían confianza con ella. Cristina sólo le dijo que se veían muy bien juntos, que Albert era muy guapo y se veía algo mayor pero no indagó más.




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