Amelia: no estoy acostumbrada a tenerlo de esa manera. Nada más me lo dejo así cuando me voy a dormir y quiero que seas el único que me vea de esa manera.
Daniel: está bien, mi hermosa princesa. Eso significa que yo seré el único que te conocerá tal y como eres, pero eso me gusta demasiado.
Amelia: antes de hacer todo esto necesitare hablar con mi nana. Además, te pido que me dejes unos minutos a sola para poder hacerlo.
Daniel: necesito pedirte que no te tardes demasiado, por favor. Porque nos queda poco tiempo y quiero disfrutar esta noche a tu lado.
Amelia: te prometo que no tardare. Solamente que me hace mucha falta hablar con mi nana y no me pude despedir de ella cuando salimos de la casa de tus padres.
Daniel: ahora entiendo perfectamente tus razones. Nada más déjame salir de nuestra recámara y recuerda que te estaré esperando afuera.
El sale de su recámara y Amelia se acerca a donde estaba el teléfono para poder marcar a la casa de Daniel, pero cuando lo hace unas de las sirvientas le pasa la llamada a su nana
Amelia: buenas tardes, nana. Precisamente te estoy hablando para que seas feliz por mí, porque Daniel me dio una gran sorpresa y es que compro una casa para nosotros.
Nana: por supuesto que estoy feliz al saber eso. Seguramente ya no me necesitaras en tu vida y ahora tienes un motivo para sonreír.
Amelia: quiero que entiendas que yo siempre te necesitare, aunque pasen los años. Además, fuiste la única persona que me cuido y me quiso de toda mi familia.
Nana: siempre te cuide, porque eras demasiado frágil. Solamente que el desamor de tus padres te hizo fuerte, aunque tú no lo creas.
Amelia: no dejare que eso me vuelva afectar. Pero lo que viví al lado de mis padres no lo pienso repetir con mis futuros hijos y eso te lo prometo, así que mañana te volveré a ver.
Ella se despide de su nana para después colgar su llamada. Amelia se acerca al tocador cuando ve un peine, ella se quita el peinado que tenía y se empieza a desenredar su cabello con mucho cuidado. Amelia empieza hacerse la trenza y tiempo después termina, así que ella deja el peine en el mismo lugar para caminar rumbo a la puerta y Daniel abre la puerta justo cuando su esposa iba a salir
Daniel: quise entrar de esa manera para saber si estabas bien y a simple vista se ve que estas perfecta. Nada más que me preocupé sin tener ninguna razón.
Amelia: tú mismo lo acabas de decir, mi amado esposo. Porque a partir de este momento, ya no deberás de preocuparte por nada, aunque sé que eso nunca lo harás.
Daniel: te siento diferente y parece ser que no me equivoco. Ahora tu mirada me lo acaba de decir y estoy seguro que eso se lo debes a la conversación que tuviste con tu nana.