Mi hermoso ángel

Capitulo 4

PdV Jared 

 

Claro que soñare contigo hermosa, lo he hecho por cinco años desde esa noche en que me enamore de tu dulce voz. Aunque ahora es mejor porque por fin pude darle un rostro al hermoso ángel que me rescato en el peor día de mi vida 

 

Flashback 

—Lo siento muchacho—En mi cabeza se repite una y otra vez las palabras del doctor, pero no logro asimilarlas. Desde que mi hermana me llamo llorando porque mama se había caído y se la llevaron en una ambulancia tuve un mal presentimiento. Mi hermana se quedó en casa de la vecina y luego de avisar a mi jefe salí corriendo para el hospital. Tuve que esperar un par de horas para que un doctor me dijera que mi mama tiene cáncer en los huesos 

—No lo entiendo doctor, ella me dijo que era artritis—Me dejo caer en la silla que está al lado de la camilla donde mi mama se encuentra inconsciente—¿Qué tan grave es doctor?  

—Con el medicamento pudimos reducirlo en gran parte sin tener que recurrir a la cirugía, en el último examen no logramos encontrar células cancerígenas y pensé que había entrado en remisión, pero con esta descompensación me preocupa que el osteosarcoma se haya extendido. Ya ordené los exámenes y te aviso en cuanto tenga los resultados 

—¿Por qué nunca lo note? ¿tan mal hijo soy que ni siquiera me di cuenta que mi madre estaba usando una peluca?—No puedo controlar las lagrimas 

—Ella no quería preocuparte más, siempre le aconseje que te lo dijera, pero ella decía que ya tenías mucho peso sobre tus hombros, que trabajabas muy duro por ella y por tu hermana—el doctor aprieta mi hombro—de verdad lo siento Jared—Sale de la habitación dejándome solo con mis pensamientos. Tomo la mano de mi mama y dejo besos en ella. ¿Por qué mama? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿De verdad has pasado tantos años sufriendo sola? 

Siento que me estoy ahogando aquí y salgo de la habitación, necesito aire. Camino por el pasillo hasta que no puedo más y me apoyo sobre la pared, siento tanta rabia dentro de mí, rabia hacia mi padre por abandonarnos justo cuando mi madre se enfermó, rabia hacia el maldito borracho que mato a la única persona que se interesaba en nosotros, rabia con el cáncer que quiere quitarme a mi mama, rabia hacia la vida por ser tan injusta ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Con cada pregunta lanzo un golpe a la pared hasta que se mueve y yo caigo de cara al piso 

—¡Mierda!—Ahora solo falta que me orine un perro  

—¿Quién eres?—Abro mis ojos y me doy cuenta que estuve apoyado sobre una puerta. Me incorporo hasta quedar sentado y llevo la mano a mi frente ¡Mierda! Ya me está saliendo un chichón—¿Acaso estas demente?—miro hacia la habitación y distingo una silueta el lado de la camilla, las luces están apagadas y solo entra un poco de la luz del pasillo y la ventana 

—Discúlpame, pensé que estaba sobre la pared 

—¿Te escapaste del manicomio o qué? 

—En serio lo siento, no me fije que era una puerta, lo siento mucho 

—¿Por qué gritabas?—Ahora detallo que es la voz de una joven 

—Porque la vida es muy injusta—Me levanto del suelo y me tambaleo un poco 

—¿Estas bien?—la chica se acerca a mi llevando el soporte de la intravenosa—Siéntate acá—me ayuda a llegar a un sofá—¿Estas enfermo?—Un nudo se hace en mi garganta y no me deja hablar, solo niego con la cabeza—Entiendo, tienes un familiar enfermo—Miro a la chica que viste un pijama de osos de mangas largas y pantalón, quiero ver su rostro, pero está casi totalmente vendado, solo puedo ver sus ojos y su boca mientras me habla 

—Disculpa ¿Me decías algo?—Ella se sonríe un poco 

—Te golpeaste muy fuerte—llevo la mano a mi frente y de verdad siento una bola ahí. Ella se acerca a una mini nevera, saca una bolsa de hielo y la pone en mi frente 

—¡Ouch!—Me siento con un idiota ahora mismo—De verdad lo siento, no quise molestarte, seguramente estabas dormida

—No te preocupes, me cuesta mucho dormir en la noche así que estaba escuchando música hasta que un loco comenzó a golpear mi puerta y a gritar—De verdad que dicho de esa forma si parezco un demente—¿Te sientes mejor?

—Si, gracias—Se sienta en el borde de la cama frente a mi—Te puedo prestar mi iPod si quieres, yo sé que aquí las noches se hacen eternas y así no tendrías que andar golpeando paredes para pasar el rato—Eso me hace reir

—No sería justo dejarte sin tu música—Ella se encoje de hombros

—Ya estoy acostumbrada a este lugar, no sería un problema 

—¿Cuánto tiempo llevas aquí? 

—Alrededor de un mes creo ¿y tú? 

—Llegue hace apenas un rato por... por—Me inclino hacia adelante llevando las manos a mi cabeza, vuelvo a llorar y me avergüenza que una desconocida me vea, pero no puedo parar, el dolor que siento dentro de mi pecho es más grande que cualquier cosa. Trato de calmarme y secar mis lagrimas—Perdón por el espectáculo, de verdad lo siento, pero...—No logro terminar la frase porque una delicada mano acaricia mi cabeza. Inhalo profundamente sintiendo el olor a antiséptico y a algo más, un aroma delicado y dulce que me embriaga completamente

—No te reprimas, saca todo eso que tienes guardado, grita y llora con todas tus fuerzas—Ella se acerca más a mí y siguiendo su consejo no me reprimo y la abrazo dejando salir todas las lágrimas que tengo reprimidas desde hace tantos años. Ella sigue acariciando mi cabeza y mi espalda y me arrulla como a un niño. No entiendo la canción que me canta, pero su voz está aliviando mi corazón. Sigo llorando un rato hasta que me siento más tranquilo. La chica levanta mi rostro hacia ella—¿Te sientes mejor?—Miro sus bellos ojos y me pierdo en ellos. No quiero soltarla, siento que me voy a hundir nuevamente si lo hago 




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